Capítulo V

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-Mi lady- Dijo Sara al ver pasar a Briana que se dirigía al comedor- la señorita Anika no se ha levantado cree que sea prudente que la despierte después de todo lo sucedido ayer.

-No Sara, déjala descansar seguro está bastante abrumada como todos y sabes bien que será la única que no de una sola queja. -la muchacha asintió y bajo a las cocinas, conocía muy bien a Anika y sabía que, aunque estuviera triste, abrumada o cansada ella seguiría con las actividades normales-.

Un rayo de luz entro entre las cortinas y molesto el sueño tan apacible que tenía la chica, en verdad no se quería levantar, pero tampoco le gustaba quedarse acostada sin hacer nada, eso la ponía de peor humor, se puso sus pantalones para montar, sus botas y una camisa, le encantaban esas ropas y tenía dos años sin usarlas, se hizo una coleta alta y bajo por la escalera de servicio hacia las cocinas.

- ¡Buenos días! -dijo de una forma alegre, era la única de las muchachas McDougal que bajaba hacia las cocinas y que sabía el nombre de cada uno de los que ahí trabajaban, eso les agradaba a todos y adoraban a esa chiquilla.

- ¿Mi Lady no comerá en el salón con los demás? -pregunto la cocinera, mientras la chica revisaba las ollas

-No me apetece ver a nadie por el momento y si me vuelves a llamar por otro que no sea mi nombre me enojare mucho contigo Fabiana ¿lo entiendes? -dijo frunciendo el ceño, para luego sonreír.

-Me alegra que sigas siendo las misma de siempre, todos te hemos extrañado mucho.

-Oh si, todas pensamos que cambiarías con estos dos años en Francia- dijo otra de las cocineras

-No, para nada, sigo siendo la misma, aunque ahora se algunos modales de francesa estirada - comenzó a reír- ¿Eso es avena?

-Si muchacha ahora te sirvo

La chica se sentó en la mesa de la cocina y tomo un par de manzanas para ella y su caballo, cuando Sara regreso de haber dejado alimentos en el comedor se sentó junto a ella.

- ¿Cómo te sientes?

-Abrumada, demasiado abrumada, en verdad no sabía lo que hacía-movió los hombros de abajo hacia arriba y apoyo su cabeza en la mesa, Sara le empezó a acariciar el cabello, le llevaba 10 años a Anika, pero desde pequeña siempre la cuidaba y mimaba como si fuera de su familia y Anika la quería igual.

-Bueno al menos tienes el consuelo de que tendrás hijos muy hermosos- las mujeres rieron

-Oh si, ese joven Duncan es muy atractivo, tiene una mirada que derrite- dijo una de las muchachas que acababa de llegar

-Te lo regalo si gustas

-Trato hecho señorita Anika, trato hecho -volvieron a reír.

Entre las risas Anika escucho pasos que venían de las escaleras, supuso que no era ninguna de las que ahí trabajaban así que se levantó pensando que sería su padre y se escondió atrás de una de las paredes de la cocina que daba al almacén de las semillas.

-Buenos días señoritas

-Mi Lord ¿En qué podemos ayudarlo?

- ¿Estaría mal si desayuno en las cocinas? Estoy abrumado y no quiero ver a nadie y en casa, bueno me dejan esconderme en este lugar.

-Mi lord, no sé si sea correcto - Sara no sabía que decir, aunque intento disimular una sonrisa ya que no era el único que, hacia eso, aun así, sabiendo que la muchacha no quería ver a nadie no podía decidirse a decirle algo.

-Yo le serviré el desayuno mi Lord, no hay ningún problema con que se quede aquí - dijo la chica que había comentado el atractivo del joven Duncan, Sara la miro con reproche.

Siempre fuiste Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora