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Siempre me preguntan por Noah, y siempre que trato de explicarle a alguien cómo era ella, pienso en que la mejor manera de hacerlo quizá sería ponerle una situación. Y yo tenía muchas situaciones que podía explicar sobre ella.

Noah era de las que, por ejemplo, estando ambos viendo una película en mi portátil, tirados en mi cama, empezaría sin ton ni son, una discusión que no viniese al caso. Aunque la película fuera de comedia, ella podía hablar de terror. Y eso fue lo que ocurrió una vez, cuando ella me dijo, sacándose el chupa-chup rojo de la boca:

—¿Sabes cuál es la diferencia entre una peli de terror y una de horror?

Entonces yo la miré sin un ápice de emoción, acostumbrado a sus espontáneos arranques y respondí:

—No, no me lo he planteado.

Ella frunció el ceño, alzando las cejas en señal de sorpresa. A veces tenía la sensación de que se burlaba de mí con sinceridad, y no por molestarme.

—¿Planteado? No es una cuestión de planteártelo o no, es de sentido común. O lo sabes o no lo sabes— me señaló con su chupa-chup, quizá incluso indignada conmigo.

Yo, haciendo caso omiso de su ofensa, insistí en que me brindase una respuesta, ya que sabía que sino no llegaríamos a ningún lado. Con ella nunca llegaba a ningún lado.

—¿Entonces? ¿Cuál es?

Haciendo un gesto reflexivo, Noah dio otro chupetón a su caramelo antes de hablar. No pude evitar fijarme en sus labios húmedos fruncirse.

—El terror es miedo, y el horror es crueldad. En una peli de horror no vas a asustarte, vas a ver sangre, torturas, asesinatos, y cosas grotescas. Odio cuando la gente dice que qué miedo ha pasado viendo Saw. ¿Qué clase de miedo ves? Sólo es un tipo sádico que juega asesinando gente, ¿dónde está el susto?

—Quizá el miedo está en los momentos antes de que los asesine, cuando les dice qué va a hacerles y... en la posibilidad de que a ti te pase algo parecido.

Por supuesto, Noah entonces desechó mi opinión con un:

—Bobadas.

Volvió a lamer su chupa-chup y seguimos viendo la película como si nada hubiera pasado, y no volvimos a dirigirnos la palabra hasta que terminó.

Y vosotros diréis: qué chica tan odiosa. Y yo os diré: hasta decir basta. Pero que nadie me malinterprete, si quisiese definirla, no sería con esa palabra. No la odiaba. Era una sabelotodo pero no la odiaba.

Nunca logré llegar a entenderla, y quizá es precisamente por esa razón por la que no puedo describir cómo era. Para mí Noah era... Noah.

Después de esa discusión, busqué en el diccionario y en Internet sobre ambos términos, y la verdad era que, en cierta manera, estaba en lo correcto. Según el diccionario, el terror era un fuerte sentimiento de miedo, causado por elementos reales, mientras que el horror era provocado por cosas irreales. Por eso, películas con elementos sobrenaturales como fantasmas y monstruos eran calificadas como horror. Además, el horror también podía ser una terrible aversión hacia alguien o algo, lo cual no tiene nada que ver con el miedo. Seguramente, para Noah, el horror era simplemente una mezcla de esa intensa repulsión hacia algo y el gore. De hecho, Stephen King también dijo algo parecido al respecto.

Nunca se lo dije.

Noah era mi hermana, aunque no de sangre. Por algún motivo, mi madre, que después de quince años criándome no había tenido suficientes dolores de cabeza, decidió adoptarla.

Lo cierto era que Noah era un año mayor que yo, pero eso no lo descubrí hasta tiempo más tarde, cuando encontré sin querer su registro de adopción en la cómoda de mis padres. Ella siempre aseguraba tener uno menos que yo, quién sabe por qué. Otro misterio.

NoahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora