4.Mamá gallina

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Dos hombres con gafas oscuras, pantalón caqui y una remera estampada. Si no hubiera sido por el atuendo pensaría que son los hombres de negro entrando para matar algún alienígena.

El corazón se me salió por los oídos y lo único a lo que atiné a hacer es tirarme al suelo y pedir que no me hicieran nada.

Cuando todo parecía más callado de lo normal me destapé los ojos, no había nadie allí, estaba sola tirada en el suelo como una demente. Me incorporé rápidamente y me dirigí hacia la cocina, al cruzar el umbral me encuentro a los tres teniendo una airada discusión, retrocedí unos pasos para que no me vieran y poder escuchar de que se trataba.

-Les dije que partiríamos en cinco horas, qué necesidad tenéis de venir ahora.- espetó Melania más enfurecida de lo que alguna vez había visto.

-Señorita, es de suma importancia que os apresureis para no poneros en peligro a usted ni a su amiga.- habló el más bajo de los dos, era bien parecido, tenía el pelo rubio dorado y un tostado caribeño.

-Tenemos bastante tiempo, estoy al tanto de la situación y no puedo hacer más de lo que hago.- Mel ya estaba tranquilizándose, se sentó en una de mis sillas altas de la isla en el centro de la cocina y puso sus manos en su cabeza.

Inmediatamente entré a la habitación ya molesta por no saber nada.

-Esperen un momento.- dije. Mel levantó su cabeza y se irguió – ¿De qué situación estás hablando? ¿Hay algo que me estás ocultando?-

Se puso de pie, caminó unos pasos hacia mí y dijo – No, no es nada del otro mundo, no preocupéis, van a haber tormentas eléctricas y bueno, ya sabéis, tengo a demasiadas personas que actúan como mamá gallina.- soltó una breve risita, pero yo no le creía en lo más mínimo.

-Y ¿Por una tormenta mandan a dos matones para sacarnos a rastras de aquí?- honestamente tenía un presentimiento de lo más feo- porque no veo la manera en que puedan lograr sacarme de aquí sin mi consentimiento.-

Por fin habló uno de los hombres, el más bajo, otra vez.- Disculpe, pero no somos matones, somos guardaespaldas. Y si quiere negociar la manera de sacarla de aquí, debería tener en cuenta que hace algunos minutos se tiró al suelo y rogó para que no la lastimáramos.-

Empecé a sentir que el rubor me inundaba las mejillas, Melania al darse cuenta de la situación dijo.- Todavía quieres irte conmigo ¿Cierto?-

-Sí- dije muy despacio analizando todo.- solo deja que arme mis valijas, me pegue una ducha rápida y estoy lista.-

-Vale.- dijo dando saltitos de alegría, que la hacía ver más niña de lo que era.- Te vendré a buscar en un par de horas, lleva lo que necesitéis, no te volváis loca empacando todo, ropa y cosas de baño, simple y práctico.- sin decir más los hombres le abrieron la puerta para que ella pudiera pasar y luego la cerraron detrás de sí.

Me quedé parada en el medio de la cocina reorganizando mis ideas, y sin más que objetar, me apresuré a mi habitación.

Diez mil añosWhere stories live. Discover now