Una vez bañada, con mis valijas en el comedor y mi pasaporte en mano, me senté en mi increíble sillón, al que iba a extrañar inmensamente, y mire la televisión. Por lo que pasaron alrededor de treinta minutos, un golpe en mi puerta me avisó que habían llegado por mí.
Me encaminé hacia la puerta para encontrarme con los mismos sujetos de esta mañana. Sin decir ni una palabra se llevaron mis valijas y otras pertenencias a un vehículo negro, con siglas que no tenía idea de que significaban, ni tampoco me interesaba. Luego de cerrar todas las ventanas y la puerta de entrada me encaminé a la misma camioneta y me subí en el asiento trasero.
-¿Dónde está Melania?-Pregunté a los dos hombres. Me acomodé en mi asiento y reconocí a mi lado lo que serían dulces, tome los chocolates y empecé a abrir su envoltorio.
Los hombres intercambiaron una mirada pero no contestaron mi pregunta. No seguí preguntando. Me imaginé que estaría en el aeropuerto para arreglar nuestros vuelos, o algo así.
El camino fue de lo más rápido, no sé si fue porque me la pase comiendo golosinas o porque tenía una mini pantalla frente a mí y estaban dando un capítulo de The Voice y me encanta ese reality.
Cuando llegamos me dirigieron a la zona de embarque y me dieron mi boleto. Baje la cabeza para observarlo por un momento pero al levantarla me di cuenta que me habían dejado sola. Corrí tras ellos y me puse delante.
-¿Por qué me dejan sola? ¿Y dónde está Mel? Y no se atrevan a ignorarme porque puedo hacer una actuación en frente de todas estas personas y se avergonzarán.- Intercambiaron otra fastidiosa mirada y después habló el más alto de los dos.
- La señorita Hellensfort partió hacia Londres hace una hora y media aproximadamente, la estará esperando allí, no se preocupe.- Intentaron sobrepasarme pero los frené nuevamente.
-Bueno al parecer no estás mudo como me sospechaba- le dije al guardaespaldas que acababa de hablar.- ¿Y por qué salió antes que yo? Se suponía que viajaríamos juntas.-
-No estoy mudo señorita, solo no me apetecía hablar con usted. Y la Señorita Hellensfort tenía asuntos pendientes, dijo que iba a terminarlos para cuando usted arribara en Londres.- Así sin más se fueron alejando lentamente.
-Ser cortés significa que deben despedirse también- grite a sus espaldas bien formadas y tonificadas.
El más bajo levantó una mano e hizo una seña de despedida, con eso me conformé. Me di la vuelta y subí las escaleras mecánicas para ir a la zona de embarque.
Esperé una hora exacta hasta que llamaron a todos los que partíamos hacia Londres, me paré y empecé a buscar la salida. Cuando me arrime a la señora, le entregué mi boleto y ella frunció las cejas.
-Disculpe.- ya estaba imaginándome lo peor. Seguro no estaba pagado o no era un vuelo disponible o no era la persona del boleto, todo menos lo que me dijo a continuación.- Este boleto es para la parte privada de la aerolínea.-
-¿Qué quiere decir con parte privada?-Le pregunté totalmente desorientada.
Sonrió hacia mí y me señaló un pasillo a la derecha.-Allí hay gente especializada que la atenderá y la hará ingresar al jet.-
-¿Un jet?- estaba con mis ojos y mi boca abierta. No tenía ni idea de que iba a viajar de esa forma, seguramente Mel por tener un padre como el suyo, tendríamos las mejores cosas.
-Sí señorita, ¿Necesita que la acompañe o puede ir hasta allí por su cuenta?- me preguntó cordialmente.
-Uh... no... no hace falta, muchísimas gracias.- agarre mi boleto y le devolví la sonrisa antes de partir hacia el que creía que iba a ser el viaje más fascinante de mi vida.
Caminando hacia la zona privada del aeropuerto estaba examinando mi boleto en busca de algo diferente a los boletos normales. No tuve éxito, para mi eran idénticos.
-Ups, disculpe, estaba distraída.- No era sencillo disculparse por ser tan torpe y chocar con una persona cuando esta te sonreía de oreja a oreja.
-Por supuesto, no hay problema, ¿Acaso es la primera vez que viajáis? Porque miras ese boleto con mucha dedicación.- me dijo no dejando de sonreír.
-Uh... no, solo es que voy a la zona privada según la azafata y este boleto, en lo que a mí respecta no tiene nada de diferente que los demás.- No sabía por qué estaba diciéndole esto a un extraño pero se sentía como si se pudiera hablar de cualquier cosa en frente suyo.
-Bueno, creo que es por el color- sacó su boleto y me lo mostró.- ¿Veis? El mío es celeste claro y el tuyo violeta.- guardó su boleto y me miró de nuevo con esa sonrisa.
-Oh! Por supuesto, que distraída. Bueno creo que tengo que seguir mi camino, buen viaje.- dije emprendiendo la marcha.
-Igualmente, un placer.- estaba alejándome cuando me llama y me giré para ver qué pasaba. – Y presta atención. No siempre vas a encontrarte personas amables. Buena suerte.- Levantó su mano y me hizo una señal de adiós. Se la devolví y me encaminé al jet.
Cuando me subí parecía que hubiera estado hecho para alguna princesa u otra cosa. Era asombroso, tenía mini bar, televisión de plasma y como diez mayordomos, aunque debería decir que lo que más me había llamado la atención eran los sillones masajeadores, eran una completa hermosura. Me trataron como a una reina o una persona de negocios y me hice amiga de las camareras, eran amables y graciosas.
Cuando aterricé la gente me miraba como si pensaran que era la persona más famosa del universo, no sé, fue realmente extraño. Nunca creo haber tenido tanta atención junta en toda mi vida.
Entré al aeropuerto de Londres comiendo un rollo de sushi que no quería abandonar en el jet y empecé a buscar a alguien que me reconociera. Alcancé a vislumbrar un cartel con un nombre, pero no era el mío, este decía: AMIGA DE LA SRTA. MELANIA.
Bueno, algo era algo, por lo menos me habían ido a buscar, ¿Verdad?
Cuando caminé hacia el hermoso cartel que me habían preparado, me encontré a los mismos dos hombres que me acompañaron al aeropuerto en Barcelona.
-Okey, o ustedes tienen clones por todo el mundo o se tele transportaron, porque es imposible que me haya tardado más que ustedes en llegar.- O sea, estuve en un jet privado, supuse que es más rápido.
-Bueno, bueno señorita, nosotros volamos media hora antes que usted.- Esa fue toda la explicación que obtuve por parte de estos dos individuos. Me arrastraron con mi valija en mano a otra de sus famosas camionetas, excepto que esta no tenía golosinas.
-Mire, tenemos un tren que la llevara directo a destino ¿Entendió?- Me miro por el espejo retrovisor uno de ellos.
-¿Qué? ¿No se supone que estoy en Londres? ¿Por qué tomaría un tren?- Intercambiaron otra vez su fastidiosa mirada y se giró uno de ellos para poderme hablar frente a frente.
-Hubo unos pequeños cambios de planes, la Señorita, digo, Melania quiso hacerla feliz e ir a un pueblo del norte de Inglaterra. Me llamo Henri por cierto, y nos caes bien. – Bueno, la segunda parte no era necesaria, pero ellos también me caían bien, en cierto modo.
-Está bien, ya le agradeceré por esto a ella.- regresando al asunto.- ¿Y cuál es el pueblo donde iré?- No me emocionaba mucho el tener que estar viajando tanto en tan poco tiempo pero no tenía otra opción.
-Bueno, creo que le encantará. Es un pueblo muy pintoresco. Su nombre es Castle Combe.
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Diez mil años
Fantasy¿Qué pasaría si todo tu mundo se pone de cabeza? Vera Cooper se enfrentará a todo un mundo nuevo para ella. Pero ¿A qué costo? ¿El apocalipsis? ¿O todo es obra del gobierno?