8 EL TRAIDOR

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  Wilihath iba a paso veloz con la carreta llena de oro, el frío matutino le golpeaba la cara, pero a pesar de que no le gustaba el frío no le gustó, el quería llegar a su destino por dos razones: La primera era porque andar con mucho oro en el bosque no era agradable, tenía la sensación de que en cualquier momento lo atacarían, lo matarían y le robarían todo el oro y el otro motivo que hacía que se apresurara era porque sabía que lo que izo estuvo mal; abandonó, traicionó y se burló de las personas que confiaron en él.

  Ya casi llegaba a su destino, El Burro Borracho. 

{No aguanto más para ver la expresión de Repicot al ver todo el oro}

  El camino que ahora recorría no era el mismo que tomó cuando salió de El Burro Borracho con Én, Mirnom y Kric, sino que optó por un camino más adentrado al bosque ya que el primer camino significaba rodear el reino Calbert, ahí mucha gente iba a comerciar y una carreta llena de oro llamaría mucho la atención. 

  Siguió atravesando el bosque y el Sol ya irradiaba luz, y los pájaros despertaban con leves melodías en los árboles. 

  Wilihath llegó por fin al pueblo Yémra y como él esperaba la gente seguía dormida, pero faltaba poco para que todos despertaran así que avanzó veloz y con cautela. Llegó a la entrada del pueblo que estaba adornado con un lindo arco de piedra con el nombre del pueblo tallado en una tabla de madera. él lo cruzó. 

  Giró a la derecha en la primera casa que se encontraba en la entrada. Pasó por casa que estaban muy tranquilas y por negocios aún cerrados. Giró ala izquierda en donde llegó al centro del pueblo, obviamente vacío, cruzó al otro extremo y se volvió a adentrar a las casas. 

  Las ruedas de la carretas se hundía de vez en cuando en el lodo, esto provocó que el la carreta temblara y provocaba que oro hiciera ruido; esto preocupa a Wilihath pues su propósito era que nadie se despertara.

  Por fin llegó a El Burro Borracho por la puerta de servicio, se bajó de la carreta y se dirigió a la puerta golpeándola con los nudillos.

  Nada. . .

  Volvió a tocar. . . 

  Nada. . .

  Se recargó de espaldas en la puerta pero esta se abrió muy bruscamente haciendo que Wilihath cayera al suelo. 

-¿Quién molesta a esta hora?- Dijo Repicot mirando hacia a delante, dio un leve salto al percatarse que Wilihath daba pequeños tirones a la parte superior de su camisón. -Wilihath- dijo Repicot con alegría y sin tanto esfuerzo y en unos simples movimientos puso a Wilihath en su brazos- Creí que habías muerto.

-¿Muerto yo?- Wilihath soltó un bufido mientras se separaba de Repicot- Parece que no me conoces.

-Vaya, meda mucho gusto verte hombre, cuando te fuiste con eso hombres creí. . .- Las palabras de Repicot se cortaron al ver a espaldas de Wilihath la carreta llena de oro- ¿Pero qué. . . ?- Se acercó a la carreta viendo con asombro el contenido de esta- ¿Qué es todo esto? 

-Eso amigo mío se le llama recompensa. 

-¿Todo esto?-Exclamó Repicot. 

-Sí.

Repicot examinaba todos los objetos que habían dentro.

-¿Pues qué fue lo que hiciste?- Preguntó.

-Después te cuento- Contestó Wilihath- Ahora quiero que me ayudes a cargar todo el oro a mi cuarto antes de que se despierte todo el mundo.

Repicot dejó de ver el oro y se dirigió a Wilihath.

INCROVAWhere stories live. Discover now