Cap. 3: Kathering.

1 0 0
                                    

El sol iluminaba ya toda la habitación de Alan, el no necesitaba de alarmas ni que su mamá venga a despertarlo, lo hacia por si solo, estaba acostumbrado a hacerlo, siempre despertaba entre las 08:00, 08:30 hs a.m a estudiar lo que había desarrollado en clases el día anterior, para que cuando llegaba al colegio en el turno de la tarde la clase se le haga mas sencilla, pero sabia que hoy no seria así, hoy no había nada que estudiar, nada de que preocuparse, de hecho estaba condenado a pasar el resto del día de esa forma, aburrido sin nada que hacer, ni siquiera pudo traer su libreta en donde estaban todos sus dibujos, ese era uno de sus pasatiempos favoritos, en aquella enorme casa tampoco había un televisor, aunque si la hubiera seria inútil, la señal no llegaría a esa zona, para él es sorprendente que en la casa haya energía eléctrica, la casa esta prácticamente aislada, parece un mundo aparte.

Se levanta y queda sentado a un costado de la cama, se frota ambos ojos con sus manos, estira sus brazos hacia arriba y deja salir un gran bostezo, busca con sus pies sus pantunflas hasta lograr encontrarlos, se levanta y se dirige al gran closet, de ahí vuelve a quitar ropa limpia y se dispone a darse un baño.

Cuando termina su baño, sale del mismo, trae puesto unos shorts cortos y su torso esta desnudo, secándose el cabello se detiene frente a la ventana y la abre, de inmediato el aire fresco y el olor a naturaleza hacen contacto con su ser, repira ondo y no puede evitar sonreír, la naturaleza le gusta mucho, y no puede negarlo, después de todo lo que paso últimamente el aire fresco y el trinar de los pajaritos lo tranquiliza mucho, a pesar de esto  cierra la ventana y vuelve a su realidad

Maldita realidad...

Se viste con una remera, se coloca unos calzados y baja, va directo a la cocina, y como ya se lo esperaba ahí estaba Sandra, preparando el desayuno, esto era nuevo para Alan, ella nunca le había preparado ni el desayuno, ni el almuerzo, ni la merienda, ni nada.

- Buenos días hijo - saluda Sandra con una sonrisa.

Alan ignora completamente su saludo, a pesar de estar cocinando, Sandra lleva puesto su uniforme de siempre.

- Vas a algún lado? - pregunta el joven.

- Si, mi amor, voy a arreglar lo que cause, se que ya no sera lo mismo para ti, porque el daño esta hecho, pero me voy a sentir peor si no lo hago, desde ahora saldré todos los días a estas horas, como haré viajes largos de aquí a la ciudad, probablemente llegue muy de noche, voy a solucionar esto hijo, lo prometo - lo agarra del hombro mirándolo a los ojos - así que vas a estar solo prácticamente todo el día - lo suelta y Alan se sienta en la mesa -

- Tranquila, te aseguro que no me aburriré - añade Alan a modo de burla.

Sandra intenta ignorar lo que él acabó de decir, le sirve el desayuno, huevos fritos con arroz, también se sirve a si misma y ambos se disponen a desayunar.

Sandra rompe el silencio.

- ¿Que tal tu nueva cama? -

Alan solo asiente con la cabeza mirando su plato y jugando con su arroz.

- Raro lo de ayer ¿verdad? -

- Si, demasiado - contesta él mirándola.

- Crees que encontró a su hija?

- No lo se, porque salió de su casa?

- Porque no le gusta este lugar - dijo Sandra incómoda, sabiendo que esta era la situación por la que Alan también estaba pasando.

- La entiendo - dice el joven.

Sandra se levanta de la mesa y se dirige al lava platos, le cuesta mucho hacer esto, estaba acoatumbrada a tenerlo todo servido. Pero no podía quejarse, en el fondo sabia que estaba viviendo esta situación únicamente por su culpa.

Desafortunados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora