Capítulo 4

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Me desperté con parsimonia y un dolor de cabeza fatal.

- Agh! - Abrí mis ojos y de manera borrosa la imagen de mi entorno comenzó a cobrar sentido. Estaba en el suelo y... Al parecer mi mano aplastaba unos fideos fríos y un líquido pegajoso. -Buagh. - Mi cena de ayer...

Logré colocarme contra la estufa, aun sentado miré mi entorno, mi cena estaba derramada en el piso y por mis ropas igual, mi cabeza estaba hecha un lío. La sostenía con una mano pareciendo que temía que de un momento a otro fuera a desprenderse.

Por un momento me olvidé de que había pasado ayer, con lentitud me puse de pie y de manera confusa intenté pensar en alguna explicación razonable.

Un desmayó, eso parecía que haber sufrido justo cuando estaba por empezar mi cena, ¡¡pero por- Agh!! - Me quejé, cómo dolía mi cabeza. Despabilé un poco y comencé a limpiar aquel desastre

Me encontraba descansando en el sofá después de haber puesto en orden la cocina, tratando de dejar de recordar ya qué se dice que cuando menos piensas más vienen las ideas a tu cabeza, suspire lentamente y me estire para tomar el control remoto de la mesilla y antes de encender el televisor un recuerdo fugaz como un video reproduciéndose en mi cabeza apareció de manera clara; tratando de comer mi cena y en eso una voz desconocida, pero a la vez familiar llamándome.

Recordé aquella voz de manera menos teatral y más calmada, también recordé la profundidad en la que pronunciaba las palabras y en la forma en la que taladraba mi cabeza sin piedad y el sólo hecho de volver a recordarlo hizo que mi cabeza siguiera doliendo y como sí mi mente buscara distraerme de todo aquello me vino el recuerdo de Lucoa.

Me adentré en la habitación y me encontré con Lucoa desperezándose de un sueño profundo y reparador, ya qué de su enfermedad no habían quedado ni rastros. Me miro con una sonrisa y sus cabellos arremolinados en su rostro.

- ¿Cómo sigues? - Traté de sonar casual y dejar mi dolor de cabeza a un lado.

- Estoy muy bien, mi cuerpo está perfecto. - Dijo sonriendo y abrazándose a sí misma, estiro sus brazos con rapidez provocando que sus pechos se movieran de arriba abajo. -Gracias a ti por supuesto. - La seguí mirando y asentí.

- No fue nada. - Mi cabeza dolió de nuevo y me lleve una mano a la cabeza, Lucoa miró mi expresión y se acercó a mí con aire preocupado.

- ¿Qué pasa? - Posó su mano en mi frente.

- No es - Un dolor más agudo llego a mis sienes y al igual que yo, Lucoa se retorció de dolor y sosteniéndose la cabeza me miró.

Nos observamos por largo rato hasta que el dolor cesó "¿Qué fue eso?" me pregunté en seguida, ¿acaso Lucoa tenía algo que ver en lo que había sucedido ayer? o era simple coincidencia.

- Ayer... - Decidí contarle todo de manera casual y ella me miro inquieta, pero a la vez confundida, sus actitudes no dejaban que averiguara que es lo que sabía y qué es lo que no. Tal vez imaginé cosas, pero una intuición en mi interior me decía que ella sabía algo que a mí se me escapaba.

Cuando termine evitó mi mirada y procuro cambiar de tema, lo que hizo que mis sospechas se volvieras más profundas, la observé con largo rato y está percatándose de ello me sonrío tratando de evadir mi mirada.

- Ah~ qué hambre. - Dijo en tono casual, o al menos trato de sonar de esa manera sin mucho éxito. - Oh es verdad aún no comes y tampoco cenaste así qué ¿Por qué no comemos algo?'

"Sabes algo Lucoa y me lo dirás de una forma u otra."

- Bien, pero quiero salir por algo de comer, limpié la cocina y no quiero que quede desordenada al menos no por hoy. - Dije tratando de excusarme. A Lucoa pareció haberle encantado aquella idea ya que sus ojos parecieron brillar y de manera efusiva afirmó que comiéramos fuera.

Una deidad en mi vida (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora