Fragmento del diario de José Luis Torres Alfaro:
(...)Después de tanto insistir por fin me asignaron. Por fin voy a ejercer mi labor como profesor. He sido asignado a una pequeña comunidad aislada en el norte del país, San Juan de los perros, curioso nombre mas no pienso juzgar porque mi deber es enseñar. Mañana a primera hora me pongo en marcha, deberé tomar dos camiones y una carreta pero se que valdrá la pena, estoy seguro.
Después de casi 17 horas de viaje por fin he conseguido llegar, es un pueblo humilde y tan pequeño como puede ser en esta parte de México. Tan solo arribé y ya me entrevisté con el director de la escuela, Javier Gutiérrez; el viejo es un señor de aproximadamente 52 años, alto, robusto, de rasgos fuertes y cero carisma, pero se ve que sabe lo que hace. No esperaría menos de alguien de tan respetable título. Él me dio la bienvenida y me dijo que antes de empezar a ejercer, me podía instalar en una cabaña que había quedado vacía cuando los dueños, el señor Francisco Morales, su esposa y sus dos hijos desaparecieron tiempo atrás, mucho se hablaba de que habían huido a la capital en busca de mejores oportunidades, irónicamente me ocurrió pero a la inversa, creo que nadie esta a salvo de esta situación de vida. Cuando terminé mi entrevista me dirigí a la cabaña. El camino era de tierra, el poco transporte que había eran caballos, debía darme prisa ya que estaba anocheciendo y no había luz en el camino, no me gustaría acabar perdido a oscuras en este rústico paisaje que brinda la cercanía a las sierras. A medida que me alejaba del pueblo podía percibir murmullos y miradas curiosas a mi paso, pero lo que mas pensaba era en el insoportable calor, ese olor a tierra seca y aire puro no se encuentran en la ciudad, espero que algún día me acostumbre a todo esto. A unos minutos del pueblo algo llamó mi atención, pude divisar en la orilla del camino tres cruces, no parecían recientes, sin embargo estaban adornadas con flores frescas; tras contemplarlas unos minutos proseguí mi camino. Todavía había unos cuantos rayos de luz cuando alcancé mi destino, pensé que por como la describieron esta iba a ser una cabaña de madera y en mal estado, pero con lo que realmente me tope era una casa de adobe en buenas condiciones, no podía creer mi suerte, llame a la puerta para comprobar que era la indicada, nadie abrió así que entré por la puerta de atrás la cual estaba abierta como me había prometido el director. Está muy bien amueblada y aunque me tengo que alumbrar con velas el olor de la tierra con la que está hecha lo compensa, desde la ventana de el cuarto pude ver lo que alguna vez fue una iglesia, la pesada ruina se perdía mientras mas se ocultaba el sol, ya no puedo vislumbrar siquiera su gigantesca puerta de roble oscuro la cual mas temprano pude distinguir estaba cerrada con una gran cadena, mañana debería preguntar en el pueblo sobre ella, pero el viaje me ha dejado agotado y me dispongo a dormir.
Hoy me levanté apenas escuché un gallo cantar, era la primera vez que impartía clases de manera oficial y estaba ansioso. De camino al pueblo decidí ver mas de cerca a la antigua iglesia, analizándola bien me percaté de que era mas vieja de lo que creí, le faltaba la torre y tenía rastros de balas en su fachada, probablemente fue usada como punto estratégico durante la revolución, mas había un detalle que llamó mucho mi atención, la cadena era reciente, no tenia mas que un poco de polvo, pero ni siquiera óxido u otra marca de deterioro, quizás todavía la usan. Como sea, no debía demorar, así que proseguí rumbo al pueblo. Al adentrarme en el pueblo un hombre me habló con tono exaltado, el hombre era viejo, estatura media, pómulos hundidos, una marca de mordida que iba desde el mentón hasta el ojo derecho, ciego de el mismo, probablemente provocado por la mordida, también era muy delgado, pelo largo y blanco, sin barba, cejas pobladas y respiraba por la boca, sin embargo no iba a ser grosero con el.
-Buenos días-contesté -soy el nuevo prof...
Y antes de que completará mi frase el interrumpió.-¡Ya se quien eres! Escucha, tengo que advertirte algo, sal de aquí, los de fuera no duran mucho.
En eso llegó el director Javier. -¡Oye!, no lo molestes.
El extraño hombre prosiguió.
-Por lo que más quieras, ¡Vete!, ellos huelen tu miedo.
-¿Quiénes? ¿De qué hablas? -Contesté
Y luego de eso el hombre avanzó apresuradamente hasta que se adentró en unos árboles y se perdió de vista.
-¿Quien era ese? -Le pregunté al director.
-Nadie, un loco, el pobre perdió a su familia en un incendio, y para acabarla de amolar, un perro le mordió la cara y lo dejo ciego de un ojo.
-Dijo algo sobre unos "ellos".
-No es nada, el tiene un trauma severo con los animales. No hay porque tomarlo en serio, ahora, ¿Por qué no nos vamos? No quiero que lleguemos tarde.
Asentí con la cabeza y caminé con el director hacia la escuela.
Las clases transcurrieron de manera normal. De camino a mi nueva casa solo pensaba en aquel hombre de actitud extraña que portaba tan escalofriante advertencia.

ESTÁS LEYENDO
Narraciones cortas de suspenso.
Mystery / Thriller"No está muerto lo que puede yacer eternamente; y con los eones extraños, incluso la muerte puede morir." -H.P. Lovecraft Todas las historias aquí contadas son originales y es un WIP, así que si te gustan deja un comentario, así me ayudas a seguirl...