¡Idiota!
Entro a la disco delante de él, directo a la barra. El muy cretino disfruta a las carcajadas de mi humillación pública.¡Y yo que casi comienzo a tenerle simpatía nuevamente! Es que cuando tiene esas salidas tan divertidas, me hace reír y me olvido de todo lo que me hizo.
Soy una idiota. No tengo que demostrarle cuánto me afectan esas cosas.
Ahí se acerca. La música está muy fuerte.
—Me encanta cuando te enojás así —me grita al oído. Se me erizan todos los vellos de los brazos y me recorre un escalofrío a lo largo de la columna. No sé si del rechazo que desearía sentir, o porque no puedo evitar su atracción.
—No me enojo para nada. Ya estoy acostumbrada a la desagradable persona en la que te convertiste —miento bastante mal.
Pido un Gancia con Sprite y limón. Él pide un Fernet con Coca.
El barman me observa y luego a Milho. Comienza a servir el Gancia y apenas pone un dedo.
—¿Qué hace hombre? —lo increpo—. No sea amarrete. Ponga, ponga.
El barman lo mira a Milho. Alrededor nuestro hay algunos fanáticos con remeras de los juegos más famosos. Niegan con la cabeza.
Milho se ríe y asiente al barman. Me mira risueño.
—Gracias a vos tengo que padecer esto en cada evento.
Se ríe.
—Te diría que nunca fue mi intención, pero te estaría mintiendo.
—Podrías detenerlo cuando quisieras pero lo disfrutás demasiado.
Se ríe más fuerte y me saca de quicio.
Me siento en la barra y él me mira de arriba abajo. Me incomoda.
—¿No estamos muy de gala para esta disco?
—No te preocupes. Tomo esto y me voy.
—No podés irte sin mí. A Stefano no le va a gustar que peleemos. Pero por favor, si te sentís presionada, no hagas como de costumbre y decímelo antes de romper... —¡awwh! eso dolió y mucho. Como si me dijera que aún desearía que no hubiéramos terminado. Como si aún creyera todo lo que dije e hice—... el acuerdo —aclara.
Me toma de la cintura y se acerca sonriendo para los paparazzis.
—Matate —le digo entre dientes pero sonriendo a las cámaras.
—No puedo justo ahora. Tengo compromisos.
Los paparazzis se retiran.
—¡Ahh! Por favor, atendé tus compromisos, no te detengas por mí —miento, porque quiero seguir acá con él aunque me haga recriminaciones dolorosas.
—No lo haría... tengo libre hasta el miércoles. En cuanto conozca a mi compañera de Dioses en persona, no vas a tener el placer de disfrutar de mi compañía.
¿Dioses? Juega a mi juego. Sonrío. Al gran Milho le gusta mi juego. ¡Ja! ¿Compañera en persona? Se me borra la sonrisa. Tiene una amiga virtual. Seguramente le mandó algún holograma en bolas para... ¡Ay! ¿Por qué me preocupa?
—¡Qué bueno que me lo dejaste saber! No habría podido dormir sin esa información —digo y termino de golpe mi trago.
Me levanto para irme.
—¡Ah perdón! No te sientas presionada a tener que conseguirte alguna cita de apuro por mi culpa.
—No necesito... —conseguirme ninguna cita de apuro, me callo—. No voy a seguirte el jueguito —digo en cambio.
Vuelvo a sentarme. No le voy a dar el gusto de hacerme sentir insultada.
—Segura que no te quedás porque te sentís presionada a retirarte junto conmigo ¿no? No vayas a romper... el esquema...
—Estoy segura de que no puede importarme menos lo que pienses que me pasa.
—¡Ay cara! Se io vorrei.
—No te hagas el italiano conmigo. Te conozco de toda la vida. Sé bien de dónde venís. No me vas a engañar como a todos tus seguidores.
—No fui yo precisamente el que engañó mostrándose feliz por fuera y teniendo tantas dudas por dentro. —Parece un reproche honesto —. Ellos son auténticos conmigo y yo con ellos.
—¿Esas palabras en italiano son auténticas? ¿o son lo que aparentás ser ahora?
—Hace diez años que vivo en Italia. Casi la mitad de mi vida.
—Ay, no me digas que también le decís a tus fans que tenés veinte años.
—Seguramente tengo veinte años más de madurez mental que vos.
—No te soporto más.
—Entoces vámonos. ¿Ves que siendo honesta podés conseguir lo que querés de manera más civilizada sin tener que romper con nada?
—Lo que veo es que va a ser un suplicio bancarte hasta el miércoles. ¿Por qué no le decís a tu amiguita que venga antes?
—Tal vez lo haga. ¿No te vas a sentir abandonada después?
—No te preocupes que tengo a mi propio amigo que conocer.
—Tal vez con él sólo rompas los huevos.
Me levanto y me voy decidida a encontrarme al tano para darle la respuesta que espera desde hace rato.
Milho continúa con su Fernet y me sigue unos pasos atrás. Me abre la puerta a la salida y lo detienen unas fans.
Lo dejo atrás, como pienso hacer con nuestra historia.
💔💔💔
¿Lo dejará atrás?
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Confusiones virtuales
RomanceDesde que Milton D'angelo (Milho) se libró del programa de protección de testigos, permaneció en Italia donde su habilidad con la programación y diseño de juegos de realidad virtual lo han convertido en el favorito de los gametubers y de las revista...