No soy el único

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Frunció el ceño extrañado mientras leía el mensaje, ya sea por su contenido y el emisor de este. Nishinoya.

"¿Podemos vernos después de salir de clases? Necesito hablar contigo".

Miró para todos lados esperando no le observaran escribir en su móvil en plena clase.

"Claro. ¿Dónde nos vemos?".

No pasaron ni treinta segundos y el líbero ya le había respondido.

"En la entrada de la preparatoria".

Guardó definitivamente su móvil, ya contento de obtener toda la información.

Estaba un tanto sorprendido. No se esperaba aquello. Sospechó que se trataría acerca de él y Asahi, por lo que estaría a su total disposición para ayudarlo en lo que sea, aunque si ese no fuera el caso igualmente lo haría.

Apenas tocó el timbre ordenó sus cosas para no hacer esperar a Nishinoya.

- Daichi, adelántate – Pudo ver un poco de sorpresa en el nombrado – Iré en un momento – Su amigo solo asintió y se retiró.

En la entrada era un poco difícil ubicar al líbero, ya siendo por la cantidad de estudiantes que en esos momentos se encontraban allí, y la pequeña estatura del otro que lo hacía más complicado. Pronto, lo encontró a unos metros de salir de la preparatoria. Caminó hasta él, llamando su atención.

- Suga-san, gracias por venir – Sonrió levemente.

- De nada – Miró a sus alrededores, esperando que se dispersara la masa de estudiantes cerca de ellos - ¿De qué querías hablar?

- Antes de eso, ¿podemos ir a mi casa?

- ¿Ahora? – Fijó su mirada en la preparatoria. No había avisado a Daichi que se marcharía.

- Si, solo si puedes y quieres – Aclaró.

- Está bien – No lo pensó mucho. Quería ayudar a Noya en lo que sea.

- Bueno. Vamos.

Caminaron uno al lado del otro. Sus casas quedaban en dirección contraria por lo que Suga se estaba alejando cada vez más de su hogar.

El líbero estaba más amistoso y hablador, lo contrario de las prácticas, que era más serio de lo normal, y era por lo que casi todos estaban preocupados. Supuso que durante los partidos se comportaba así por la presencia de Asahi, y sabía que este era el culpable de la discusión entre los dos. Pero solo era una hipótesis.

Una vez en el hogar de Noya, le dijo que se supiera cómodo. Le sirvió un poco de agua y tomaron asiento en la sala de estar.

Nishinoya aclaró su garganta.

- Gracias por venir, Suga-san – Este asintió – Te pedí que vinieras porque necesito hablarte de algo.

- Adelante.

- Bueno – Miraba del suelo a sus ojos, constantemente – Este… - Supuso que su cara seria le daba nervios a Noya, pero le estaba demostrando que tenía su total atención – Yo…. – El líbero mordió su labio y desvió la mirada, frustrado.

Un tanto divertido y preocupado, se levantó. Caminó hasta su amigo y tomando asiento al lado de él, posiciono una mano en su hombro, dándole su total atención y discreción.

- Noya, cuéntame, confía en mí – Sonrió al más pequeño. Este, solo suspiro y asintió, mostrando una mirada decisiva.

- Yo… - Suga le regaló una pequeña sonrisa – Estoy saliendo con Asahi.

La curiosidad mató al gato, o mejor dicho, a DaichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora