Lujuria

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El demonio observa con atención a sus alrededores, sin hacer ruido alguno, con sus blancas manos teñidas en color carmín y sus oscuras orbes siguiendo los pasos de los mortales, escondido en el callejón de la avenida Gangnam.

Una oscura capa cubre su rostro y cuerpo, dejando a libertad el cálido vahó de su aliento que se solidifica al entrar en contacto con el fresco de la tarde, mezclándose con el oxígeno que brinda vida.


Y nadie lo ve porque así él lo ha deseado.


Analiza. Se pregunta cómo ellos, los mundanos, en medio del frío de Diciembre y sus agendas saturadas de trabajo, se dan la oportunidad de brindarse un tiempo libre y reunirse con la persona amada sin importarles el clima o sus dificultades.


Cree, piensa en que aún hay alguna salvación para ellos dentro de tanta ambición, egoísmo y celos. Porque el ser humano tiene virtudes, pero muchas imperfecciones que los hacen víctimas de la tentación. Deseo, lujuria, avaricia, son de las pocas que él puede mencionar, de las que más se ha encargado desde siglos pasados, cansado de la monotonía.


Puede sentirlo, puede verlo, la oscuridad que invade todas las almas en infinitos pensamientos y emociones negativas, que con lentitud los sumergen en el abismo, que los llevan al suicidio o a cometer actos impuros; violaciones, asesinatos en masa o secuestro.


Él sabe que como demonio no hay mucha diferencia entre ambos bandos.

Ha matado, el cuerpo detrás de él, recostado boca abajo y decapitado, un hombre que ha violado a su hija, es prueba de ello. Pero ése es su trabajo, quitar las almas de aquellos que caen ante el pecado de la lujuria, llevarlos hacia el río Aqueronte donde serían juzgados y, si tenían suerte, uno que otro se libraría de las llamas del infierno o de pasar por Pluto, el protector del lugar de los blasfemos.

Sabe de la agonía que les invade una vez ahí, cargando cadenas y caminando sin rumbo por toda la eternidad. Enfrentándose al constante castigo de Lucifer.


Con el tiempo se acostumbran a ese estilo de vida y la soledad se vuelve su fiel compañera, esperando y esperando a un nuevo reencarnar.


Jeon Wonwoo al menos no la necesita, como demonio, pese a haber estado mucho tiempo solo, ya ha encontrado algo que vale más que un alma cubierta de oscuridad, o en el caso de los humanos, una gema de gran pureza y esplendor.


Kim Mingyu, el mortal que agoniza y no lo demuestra, su víctima, su presa.


Y a las siete de la noche es la hora de la cena.

Trauma ˻Meanie˺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora