Capítulo 1: Desastre

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Lo peor que puede pasarle a un alfa, es el rechazo de su pareja... lo peor que pudo pasarle a Hibari fue tener una cinta amarilla con la insignia de "peligro" en grandes letras negras, limitando su sector del departamento, el mismo que constaba de la sala y el comedor. Al menos la cocina era terreno neutral. ¡Era una pésima broma! Era estresante mirar esa cosa todo el maldito día, pero si arrancaba la cinta se ganaría un día más sin siquiera una mirada de fingida dulzura y ya lo comprobó dos días atrás. Sinceramente no se arriesgaría de nuevo.

Vivían juntos desde hace un año, no eran ningunos niños y cada uno tenía su trabajo estable: Tsuna con sus auditorías, él con sus pinturas... pero ¿cómo llegaron a eso? Había solamente una explicación y Kyoya no la quería aceptar por nada de ese mundo. Jamás. Tsuna no pudo haberse cansado de él.

El celo del castaño estaba a pocos días de suceder, pero esta vez fue diferente a las otras ocasiones donde se enfrentaban a esa situación especial. Generalmente Tsuna se ponía cariñoso los días previos, era dulce, su aroma embriagante y no solían hacer nada más que acariciarse con paciencia y esperar al gran día para desatar sus más perversas pasiones. Eso era "tradicional" tanto para el celo del omega como para el del alfa. Disfrutaban de esos días juntos desde hace dos años, a pesar de que apenas hace sólo uno empezaron a vivir juntos. Sin embargo, ahora todo fue un caos. El dulce Tsunayoshi se convirtió en un tímido ser que no quería ser tocado e incluso ocupó un cuarto aparte que generalmente era usado para guardar libros, lienzos y cosas que usaban ellos dos

A Kyoya ese comportamiento se le hizo insoportable, mejor dicho, intolerable. Él necesitaba de ese cuerpo delgado junto al suyo en las noches, tardes, días, cuando pasaran el tiempo en el mismo departamento, caso contrario su ansiedad subía a niveles en donde lo único que trazaba en los lienzos eran líneas indefinidas, de colores oscuros y con temática gótica. En otras palabras: sus trabajos reflejaban su mal humor. Pero lo que pasaba no tenía nada que ver con su profesión, sino con la relación estable que estaba tambaleándose y eso estaba por sobre todas las cosas. Fue por eso que enfrentó a Tsuna la misma noche en donde éste negó a compartir la habitación y el resultado fue una discusión en donde su adorado omega sollozó ante la rabia y dio un portazo al ingresar a su nuevo cuarto.

Muy extraño.

Kyoya tampoco era demasiado habilidoso con las palabras, pero hasta ese punto no había sido un problema mayor debido a que Tsuna y él se entendían bastante bien a través de sus miradas... tal vez no debió intentar forzar la puerta para que le castaño le hablara, porque después de eso su cielo –como lo consideraba-, se volvió un problema silente. Kyoya admitía que no podía negarse a la voluntad de su novio, tampoco podía controlar su mal humor, no medía palabras al estar enfadado, actuaba por impulso sin pensar mucho en las consecuencias, pero eso sólo pasaba cuando se trataba de Tsuna. Al final terminaron así, sin mirarse siquiera, saliendo a diferentes horas para no encontrarse y con una cinta amarilla limitante. Cabía recalcar que Kyoya era el que dormía en el sofá, porque Tsuna se adueñó de todas las habitaciones restantes.

A Hibari le gustaba la calma, el silencio, la paz para su descanso, pero Tsuna no cumplía con eso desde que se pelearon. En las noches Kyoya solía despertar por el ruido que el castaño hacía, no sabía si era por venganza o por algo más, pero no era tolerable. Lo veía recorrer el pasillo para entrar de habitación en habitación trasladando algunas cosas, su ropa en especial. Kyoya no pudo decir ni siquiera una palabra porque el castaño le cortó la protesta y eso era... irritante, a tal punto que su orgullo le dictó ignorarlo y seguir durmiendo en el sofá. Pero ya no podía soportarlo más, sólo fueron dos días, pero estaba en su límite

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