C3: Disminuir.

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Su imagen aún sigue impregnada en mi memoria

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Su imagen aún sigue impregnada en mi memoria.

Cabello rubio, casi pálido, como si la luna y el sol se hubieran fusionado para enmarcar aquel cándido rostro de rasgos suaves. La curva de su nariz y aquella que adquieren sus labios hicieron que mis dedos se tornaran inquietos ante el pensamiento de que podría trazar cada curvatura si tuviera un lienzo a mano. Pienso en las acuarelas que emplearía para revivir el rubor de sus mejillas, el sutil arco de sus cejas o la mezcla de colores que vi en sus ojos.

Me pregunto cómo formaría un color tan peculiar, qué tonalidades de gris y azul debería combinar para tener como resultado aquello que solamente fui capaz de observar por unos escasos minutos. Sin embargo, parece complicado, porque dudo que haya fusión de colores que logre asemejarse a lo que sus excepcionales ojos son en realidad.

—¿Alguien me podría decir dónde está la nueva oficina de Bill, por favor?—oigo inquirir con amabilidad a la muchacha. —Porque evidentemente estoy lo suficientemente perdida como para terminar aquí cuando sé que es imposible que la oficina de Shepard esté junto a las barras de jabón y un montón de universitarios a medio vestir—su voz está cargada de diversión, pero no paso por desapercibido el hecho de que hay tintes de nerviosismo tras sus palabras.

Lo más probable es que haya entrado al vestuario sin querer y que esté intentando disimular su inquietud. Su despiste es en realidad bastante cómico e ingenuo, y para ser sincero ella aparenta ser así en su totalidad.

Puedo oír a Shane hablando con ella y explicándole dónde está la nueva oficina mientras yo me pongo un par de jeans y tiro de una camiseta sobre mi cabeza con rapidez. Tomo mis zapatos y con ellos en mano me abro paso hasta la entrada del vestidor.

—Puedo acompañarte—me ofrezco haciendo que varias de las voces a mi alrededor se desvanezcan. Puedo sentir los ojos de Dave clavados en mi espalda y soy testigo de la forma en que Shane alza la cabeza para verme sobre el hombro de la muchacha con incredulidad, como si no pudiera creer que las palabras que se oyeron provinieron de mi boca.

Pero no es lo que piensan.

Jamás lo será.

La extraña gira para dejar de darme la espalda y sus singulares ojos se encuentran con los míos; la confusión se presenta en su rostro antes de ser desplazada por una despreocupada sonrisa, la cual sé que esconde inquietud en el interior. Tengo el presentimiento de que está pensando en la forma en que la observé más temprano, y, seguramente, malinterpretando el porqué estaba viendo aquella zona de su rostro que luego ocultó con su cabello.

—Lo agradecería—asiente juntando sus manos tras su espalda, la falda de su vestido floreado cobra un poco de vuelo ante el repentino movimiento y la alcanzo ignorando algunas de las miradas extrañadas de los Sharps.

Dave se apresura a la entrada y nos abre la puerta. Sé que únicamente lo hace para lanzarme una mirada e, indudablemente, no me equivoco. Cuando permito que la desconocida traspase el umbral los claros ojos del muchacho se clavan en los míos con una advertencia y cierta complicidad.

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