Y ahí estaba yo, sentada en ese campo en ruinas, ese campo minado y desolado ahí estaba yo, mirando como si fuera el paisaje más bello que mis ojos hubieran podido observar, ahí estaba en el mismo lugar donde solíamos estar los dos, ese lugar donde hoy... es un campo en ruinas, pero un día fue nuestro cielo perfecto, un cielo perfecto, que al estar sin ti se convirtió en el mismo infierno un infierno en donde yo, me quedé condenada, sola, vacía, como antes, me quedé cautiva, sin posibilidad alguna de salir, de sobrevivir
El infierno estaba perdiendo llamas, se apagaba cada vez, más y más y no lo podía sobrellevar al fin y al cabo el dolor de estar en ese infierno era la razón por la que yo seguía aún con vida, pero algo estaba cambiando, ya no sentía tanto dolor, y el calor insoportable que había antes había cesado, ahora era más bien un cálido clima de verano, y una suave brisa comenzaba a entrar, mi brisa, tenías que ser tú.
Él llegó a cambiar mi infierno, lo comenzó a transformar, el único problema era, que yo no sabía que tiempo después la misma brisa que me refrescaba hoy, después ardería con más magnitud, que él me regresaría al infierno de donde me sacó, y está vez sería peor, pues no sabía que estaba por conocer al rey de aquel lugar, aquel mismo lugar donde yo estuve tiempo atrás.
Ese rey tenías que ser tú.
