Primera vez

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Primera vez

La relación entre Raven y Robin siempre fue cercana, al menos tan cercana como dos personas iguales a ellos permitían. Ambos acostumbrados a estar todo el tiempo solos, a controlar sus emociones y no externar sus pensamientos, acostumbrados a enfrentar los problemas en silencio; eran tan parecidos y a la vez tan diferentes que permanecer juntos se volvió una necesidad y ninguno entendía el porqué.

Para el resto de los miembros en la torre era extraña la manera en que se comportaban esos dos, de algún modo siempre se encontraban juntos pero rara vez intercambiaban palabras, era como si ambos gravitaran alrededor del otro como la luna alrededor de la tierra. Raven solía observar fijamente el entrenamiento de Damian, como vigilando que no se lastimara; mientras que el cuarto Robín se dedicaba a limpiar su espada escrupulosamente cada vez que acompañaba a la pelinegra durante la meditación; todo eso sin contar las horas que pasaban leyendo juntos o simplemente observando el horizonte en la azotea sin emitir más sonido que el de sus respiraciones acompasadas.

Al principio a los titanes les resultaba desconcertante todo lo anterior, pero cuando notaron ciertos cambios en el comportamiento de sus oscuros compañeros llegaron a la conclusión de que lo se fuera que estuviese pasando entre ellos era algo bueno; porque cualquier cosa que hiciera los comentarios de Damian igual de odiosos pero menos hirientes y lograra que Raven sonriera más a menudo, debía ser aceptada.

Por su parte las avecillas sabían que algo cambiaba lentamente entre ellos y aunque no les molestaba, aun les costaba entender de qué se trataba.

Damian de repente se encontró constantemente alerta ante la presencia de la chica, asegurándose de siempre saber dónde se encontraba, ya fuera en las misiones o dentro de la torre, por alguna razón no le gustaba tenerla fuera de vista; era extraño porque desde que la conoció sintió una inminente necesidad de protegerla a pesar de que le resultaba obvio que ella podía defenderse sola. La idea le resultaba desconcertante, era la primera vez que deseaba tanto la seguridad de una persona, incluso se enfrentó al "fantasma" de su abuelo por ella y eso no tenía lógica, pues nunca se le entreno para sentir nada como aquello.

Por su parte Raven era más consciente de las emociones que los atormentaban, y aun cuando en un principio eligiera ignorarlas, esa necesidad de siempre buscar al petirrojo mediante el lazo psíquico, formado en aquella ocasión que sano las heridas causadas por Jaime, le impedía seguir fingiendo indiferencia. Cada vez que el joven insistía en desaparecer de la torre para patrullar ella no lograba conciliar el sueño hasta que lo sentía volver por la madrugada y se aseguraba de que estaba bien. Llegados a cierto punto la muchacha prefirió comenzar a acompañarlo aun si no era participe de las peleas, y por extraño que resultara para todos Damian lo permitió.

Sus compañeros pensaban que a ellos únicamente les gustaba compartir el espacio personal y que nunca intercambiaban algo más que miradas largas e intensas, pero eso no era del todo cierto, cuando nadie los observaba hablaban profunda y extensamente, sobre su pasado, su futuro, sus miedos y sueños.

"Mi padre me teme, no lo admite en voz alta pero sé que es así."

"Trigon me tortura a diario, su voz jamás desaparece de mi mente."

"Nunca seré digno de portar el manto."

"No importa cuando me esfuerce, nunca seré humana."

"No sé lo que es el amor."

"No merezco ser amada."

En algún punto el dolor del otro paso a ser parte del propio y la necesidad de reconfortar el corazón atribulado de su par se volvió prioridad.

Primera vezWhere stories live. Discover now