Siempre serás mía, aunque lo niegues. | Jack Gilinsky. |

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Estaba ansiosa y nerviosa a la vez. Hoy volvería a encontrarme con Gilinsky después de cuatro meses de ruptura. Una ruptura que él mismo había ocasionado gracias a sus malditos desplantes, a su desinterés tan cabreado y a sus malditos desliz con cada chica que se le atravesara.

Pero estaba bien, es decir, no era como si dependiese de su presencia, pero aún así lo extrañaba, porque a pesar de sus actitudes, yo lo llegué a amar.

- ¡Tierra llamando a Blake! - una mano agitándose apareció en mí campo visual; provenía de Anna, mí mejor amiga. Quería llamar mi atención, ya que me había quedado con la brocha de polvo en mi mejilla izquierda, sin moverla; como si de maquillarme se tratara.

- Lo siento, me distraje. - confesé sonriendo sin mostrar los dientes.

- Uh, sí. Esa distracción tuya tiene nombre y apellido, luego de cuatro meses, Blake. - murmuró ella con total normalidad, mientras se aplicaba lápiz labial, mirándose al espejo.

- Ahg, claro que no Anna. - me negué rotundamente. - Estaba pensando en que llegaremos tarde si no mueves tus nalgas plásticas de Kim Kardashian, hasta la planta baja en menos de 5 minutos. - tomé una cartera de mano, dorada que hacía juego con el vestido blanco de tirantes de gamuza que traía puesto y bajé las escaleras, mientras que la oía quejarse de haber llamado a sus nalgas: plásticas.

La fiesta de hoy, era simplemente otra fiesta organizada por nada y nada menos que el grandioso Sammy Wilk. Sin motivo alguno. Solo otra fiesta más, para que las personas se emborrachen hasta perder el control, para que bailen hasta desarmarse, para drogarse hasta sentir que en realidad están volando y para follar y ser follado por alguien más. ¿Así o más claro? Yo en realidad, luego de mi ruptura, me había alejado de todos los chicos, excepto Shawn. Se había convertido en mi mejor amigo y él, se había convertido en el novio de mi mejor amiga. Así qué, era él que nos había invitado. Ya saben, botarían la casa por la ventana, la sacarían del estadio con la fiesta.

- Oye niña, a Shawnie le encantan mis nalgas. Sí chica, a esas que llamaste plásticas. - la escuché hablar mientras que bajaba las escaleras, sonando sus grandes tacones negros contra el suelo de madera.

- Apuesto a que las adora. - reí mientras que caminábamos juntas hasta la puerta, puesto a que afuera, nos esperaba Shawn, en el auto.

Salimos de la casa, cerrando la puerta con llave respectivamente y caminamos hasta la Cheroke blanca que estaba estacionada. El vidrio se bajó y dejó ver a un Shawn babeando por su bella y hermosa novia.

- Hola bebé. - La pelinegra, Anna; mí mejor amiga, caminó hasta la ventana dónde babeaba su novio para saludarlo, como solían hacerlo.

- Hola idiota. ¿Y esto qué? - pregunté mirando la Cheroke. - Creí que traerias la limusina, mocoso. - reí mientras que abría una de las puertas de afuera. - ¡Ya separense! Me dan náuseas. - les grité al par que no dejaban de besarse como unos auténticos maniáticos. - ¿Que les pasa? ¡Yo los creé! - les volví a gritar y ésta vez, sí logré separarlos. Ahora, Shawn y Anna, reían.

- Es que me cansan. Piedad por favor. - murmuré antes de adentrarme a la camioneta.

- Paciencia Blake, todo esto volverá a pasarte. - me habló el que se hacía llamar "mejor amigo". - Cierra la boca, Mendes. Y llevanos a esa tal fiesta. - reí mientras miraba por la ventana la casa iluminada por sus alrededores y el cielo nublandose poco a poco. Anna cruzó la parte delantera de la Cheroke y se subió al asiento del copiloto.

- Nos vamos entonces, señoritas. - yo negué rodando los ojos ante el intento gracioso de Shawn mientras que Anna se acercaba a su novio, para pasarle más de su saliva, o mejor dicho, besar sus labios nuevamente. No me malinterpreten.

One Shoots ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora