OPORTUNIDADES QUE DA LA VIDA

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Mateo miró su reloj, eran las cinco de la tarde de una tarde lluviosa de finales del mes de octubre. Cerró su paraguas, peinó su pelo y se dispuso a entrar a la cafetería. Aquella cafetería en las que tres años atrás había conocido al amor de su vida, Sofía. Una vez dentro, miró hacia todos lados con la intención de encontrar a esa chica rubia de pelo largo y ojos negros, en la cual había estado pensando los últimos cuatro meses. No había un lugar, momentos, olor, sabor o sitio que no le recordase a ella. Una vez revisada toda la cafetería, no encontró ni rastro de la que cuatro meses atrás había sido su chica.

Mateo decidió sentarse en la mesa de siempre, cerca del gran ventanal que daba a la Gran Vía madrileña, quería estar alejado del bullicio de la cafetería, para así poder conversar tranquilamente con Sofía y solucionar todos los problemas de su relación.

Sofía un poco apresurada salió de casa, como siempre corriendo porque de nuevo volvería a llegar tarde. En este caso tenía una cita que llevaba esperando tiempo, había quedado con Mateo, al cual no sabía cómo definir, había sido su pareja durante tres años, la cual ahora estaba parada. El autobús la dejaría justamente en Gran Vía, junto a la cafetería que tantos recuerdos le traía. Cerró su paraguas y montó en el autobús. Buscó un sitio para sentarse que no encontró y decidió colocarse de pie, buscando una barra donde agarrarse. Una vez había tomado aire y su pulso se había relajado, decidió mirar la hora. Sofía, era una chica a la que no le gustaba llevar reloj, por ello se dispuso a buscar su móvil dentro de su gran bolso, donde almacenada cosas innecesarias. Después de buscar un buen rato, no encontró su móvil y se dio cuenta de que lo había dejado olvidado en casa. Se dispuso a preguntar la hora a la señora de su izquierda. Eran las cinco menos cuarto de la tarde, de nuevo volvería a llegar tarde.La lluvia dificultaba el tráfico y los nervios de Sofía iban en aumento. Sin previo aviso, se escuchó un fuerte golpe y todo se volvió de color negro.

Mateo volvió a mirar su reloj después de acabar su café con leche templada. Eran las cinco y veinte. Miró en el móvil la conversación con Sofía, sus últimas palabras fueron "salgo en 10 minutos, Sofía". Mateo sabía que Sofía iría, y decidió pedir otro café y seguir esperándola. Durante su espera comenzó a mirar fotos en su móvil, en la mayoría salía Sofía. Mateo comenzó a pensar que estos cuatro meses sin ella le había ayudado a saber de verdad que Sofía podría llegar a ser la mujer de su vida. En los últimos tiempos las cosas no habían salido tan bien como esperaban. Mateo decidió parar la relación para ver si de verdad la necesitaba en su vida.

Los problemas en la relación comenzaron cuando Mateo recibió la llamada más importante de su vida, pues había sido contratado en el puesto de sus sueños, una gran empresa dedicada al sector textil quería contar con su creatividad. Mateo había estudiado diseño de moda y su pasión era diseñar ropa, para una importante marca de ropa y después de mucho esfuerzo lo consiguió. El verdadero problema vino cuando debía cambiarse de cuidad y de país.

La pareja de Mateo y Sofía, había estado muy unida durante esos tres años, se conocieron mientras estudiaban en la universidad, compartían gustos y aficiones, amigos, viajaban juntos...en definitiva no podría estar el uno sin el otro. Llevaban viviendo seis meses en un apartamento en el centro de Madrid, cuando la noticia del trabajó de Mateo llegó. Sofía no podría acompañar a Mateo debido a que su trabajo como maestra estaba en Madrid. Mateo, decidió cumplir su sueño de trabajar en Milán y se marchó.

Las primeras semanas de Mateo en Italia fueron bastante bien. Todo era nuevo para él, pero algo iba decayendo cada vez más. Su relación con Sofía. Ellos pasaron de no estar separados ni un solo día, a solo poder verse dos veces en tres meses. Esto no lo pudieron aguantar y Mateo tomó la iniciativa de dar un tiempo a su relación, hasta que las cosas cambiasen.

Siete meses después de comenzar un nuevo trabajo en Milán y cuatro separado de la mujer a la que amaba, estaba en Madrid, a las cinco y veinte de la tarde, sentado en su cafetería preferida, esperando a Sofía, posiblemente con buenas noticias.

Después de tomar su segundo café y ver toda la galería del móvil, Mateo se empezó a impacientar y viendo que Sofía no llegaba la llamó. Nadie respondió a su llamada. Sus nervios siguieron aumentando, y comenzó darle vueltas a su cabeza. Quizás Sofía se había arrepentido a última hora y no aparecería... Mateo sin saber muy bien que hacer, se fue para el hotel donde estaba alojado, ya que Sofía era la que vivía en el apartamento que habían compartido durante esos meses. Durante su camino al hotel siguió llamando sin respuesta.

Sofía abrió sus ojos y notó un fuerte dolor de cabeza, con la mirada un poco perdida pudo ver a su lado a dos mujeres vestidas de blanco y muchos aparatos a su alrededor. Se sintió un poco aturdida, y escucho su nombre varias veces proveniente de una de las dos mujeres. Sofía le contesto diciéndole que así se llamaba, además de preguntar donde estaba y porque tenía ese fuerte dolor de cabeza. Las dos mujeres hablaron entre ellas y una se dispuso a contarle lo ocurrido.

El autobús donde viajaba Sofía había chocado con un coche debido a la poca visibilidad por la lluvia. En consecuencia de ello, Sofía al ir de pie cayó al suelo golpeándose en la cabeza y quedando inconsciente. Dichas mujeres, ahora médicas, tranquilizaron a Sofía y le aconsejaron que sería mejor que pasara toda la noche en el hospital en observación por si sufría algún cambio su estado de salud. Antes de salir de su habitación, la enfermera le comunicó que entre sus pertenecías no estaba su teléfono móvil, por ello tuvieron que recurrir a su identificación para avisar a algún familiar que venía en camino.

Una vez sola en su habitación, Sofía se acordó de su cita con Mateo ella se disponía a ir a su cita pero el accidente lo impidió. No sabía cómo localizarlo para contarle lo ocurrido y para que no se hiciera falsas suposiciones.

Pasaban las horas y Mateo no sabía qué hacer ante aquella situación, la chica con la que pretendía arreglar su relación no había aparecido a su cita y no sabía a qué se debía.

Eran la once de la noche y el móvil de Mateo comenzó a sonar, era el padre de Sofía contándole lo ocurrido. Mateo cogió el primer taxi y marchó hasta el hospital.

Un poco mojado por la lluvia entró deprisa al hospital. Diciendo el nombre de Sofía en el mostrador, la administrativa le daría el número de habitación donde ella estaba. Así fue, una vez que sabía dónde estaba corrió hacia el lugar indicado. Cuando llegó, la habitación estaba vacía no había nadie, comenzó a preguntar por los pasillos y nadie sabía que responderle. A lo lejos vio al padre de Sofía y fue hacia él. Una vez lo alcanzó preguntó por ella. El padre le dijo que no se preocupase, a su hija le estaban haciendo unas pruebas para comprobar que todo estuviese correcto.

Mateo se tranquilizó, ahora solo le quedaba esperar su reencuentro con Sofía. Una hora después, se abrió la puerta del pasillo apareciendo un enfermero tirando de una cama, donde se podía ver una larga melena rubia. Era Sofía, mateo se levantó y fue corriendo hacia ella. Ella un poco aturdida se incorporó en la cama y esperó su llegada. El abrazo duró más de un minuto, Sofía intentó contarle todo lo ocurrido, pero él la interrumpió, había algo más importante que ella debía saber. La marca para la que trabajaba Mateo había abierto una sede en Madrid de la cual él se encargaría y todo volvería a ser como antes. Sofía exhausta comenzó a llorar de alegría. Ellos sabía que su relación no podría acabar así, por ello la vida le dio la oportunidad de volver a retomar su vida juntos.

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