o.s

454 53 273
                                    


Han sido épocas duras, donde la crueldad de la guerra impactó fuertemente en ambos reinos, el de la vida y el de la muerte. Reinos muy diferentes entre sí, pero a la vez muy significativos e importantes para que el orden y desorden se mantenga desde el inicio del tiempo, de la creación del mundo, los planetas, las constelaciones y galaxias, el universo.

El reino de la vida se lo conocía comúnmente, resumido, por ser el lugar donde los ángeles más bellos en cuerpo y alma habitaban, el amor por el prójimo desbordaba y los prejuicios e imperfecciones no existían.

En cambio, el reino de la muerte es donde el horror, dolor y llamas consumían tu alma hasta dejarla como simples cenizas desperdigadas en el suelo.

Aunque era hasta una incógnita para ambos lados saber como eran los reinos contrarios, desde la última guerra se había acordado toda clase de pactos y normas de ambos bandos en el indiscutible Él. Era una serie de pergaminos con diferentes temas, donde sólo los arcángeles podían tocarlos y examinarlos. En ellos se resolvían todas las dudas que pudieran existir en un futuro, también incluyéndose los diferentes castigos al desobedecer una regla. Se enumeraban desde la disculpa hasta el destierro, aunque existían muchos más atroces, dependiendo de la gravedad del asunto...

Por lo tanto, una de sus reglas es que ningún ángel o demonio debía ir al reino contrario, no se podían ver o perturbar la "paz" del otro sin haberse impuesto una orden de un superior, aunque, ¿Por qué motivo las criaturas estarían interesadas en conocerse entre ambos?

║█║▌║█║▌│║▌║▌█║

Jungkook se encontraba caminando entre un bello campo, convirtiendo el pasto en bellas margaritas blancas a cada paso que daba. Tenía el poder de cambiar su entorno según sus deseos lo pedían, eran ventajas de pertenecer al mundo del señor.

Era su típica caminata que realizaba cuando el aburrimiento se apoderaba de su cabeza, y si, tanto los ángeles como los demonios podían sentir y pensar, aunque aseguraban que los últimos solo sentían el dolor y el deseo, cosa que Jungkook no afirmaba, pues nunca había entablado una conversación para saber si era verídico o no.

Notó la gran franja gris en el horizonte, avisándole que se acercaba al final de su mundo. El cielo perdía su color azulado para pasar a las escalas de grises, junto con el suelo, dejándolo todo monótono y sin vida. Supuestamente, esa franja era la que conectaba ambos reinos, haciendo como un puente que nadie nunca se atrevió a cruzar por miedo a la desobediencia y el castigo que esto podía acarrear.

Siempre que pensaba en cruzar, recordaba el pergamino A-12, el cual El decretaba:

[Ángel es el símbolo de la perfección y bondad, por lo tanto debe de acatar órdenes y serle fiel a su alrededor y a el mismo. La desobediencia no cabe en el cuerpo de un ángel, el que quiera experimentarla le fallara a su reino, llevándolo al destierro si se considera necesario...]

La idea de un destierro le era aterrador, pensar que el podía ser desterrado como el mismísimo Lucifer, o despojado de sus alas, obligándolo a caer a la tierra de los vivos, donde el ya hábito.
Eso lo llevaba a estar mal consigo mismo, el tener curiosidad y un profundo deseo de saber como era el enemigo lo carcomía por dentro. El sabía muy bien que un ángel no podía sentir semejante cosa como lo era el deseo, pero es que le era imposible manejar su mente.

Creía que había algo mal consigo mismo, tal vez debía hablarlo con los querubines o con su único compañero en aquel lugar,  NamJoon.

Kim NamJoon era un ángel en todo el sentido de la palabra, su luz te podía cegar de tan brillante que era, estar a su lado te envolvía en una inexistente manta de tranquilidad y armonía. No lograba comprender como un alma tan pura pudo haber acabado en el cielo, merecía vivir toda la eternidad, por desgracia, o suerte, la vida siempre le era arrebatada a las personas con corazones puros, para que su alma limpia quede inmaculada y virgen.

ᴅestino|| ykk[o.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora