- Capítulo Único. -

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Este fanfic participa en el concurso del grupo "Emil x Mickey" en FB. ❤

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Desde que llegó al estudio de danza se sintió feliz, no era su sitio y a pesar de ello la infaltable sonrisa en su rostro se instaló en él.

Lo suyo era el box, el judo, moverse con todo lo que tuviera ruedas y le llenara de adrenalina pero, ni con todos sus hobbies juntos lograba que su corazón se acelerara cómo cuando llegaba a ese lugar.

Y cómo no, si ahí siempre estaba Michele Crispino, un histérico y magnífico omega que sabía era su destino.

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Caminó por el lugar sin siquiera revisar las salas pues, sabía de antemano que el único ahí presente era Michele y este sólo usaba el salón más grande para practicar.

La melodía le saludo enseguida, haciendo que su pulso se alterara.

Avanzó ansioso pero al verle a través de las ventanas, sólo se quedo observandole. Intentando no distraerle de su concentración.

Al menos, eso creía Emil.

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Todavía no entendía cómo es que su alfa no se salía de control sólo con la escena ante sus ojos.

Michele con sus mallones negros dejaba ver su atractivo mientras calentaba y daba giros, preparándose para practicar en serio.

Suspiro, le encantaba que fuera tan dedicado.

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Lo conocía desde hacía un par de años, aunque el italiano en todo ese tiempo trató de mantenerlo lejos con sus malas caras y agravios exagerados con respecto a su cercanía con Sara.

Emil rió por lo bajo, ¡cómo si aquella alfa pelinegra necesitara en verdad que alguien la protegiera!

Al final, con ayuda de la propia melliza es que había logrado pasar esa primera gran barrera impenetrable que era presentada a todo el mundo por Michele.

No lo culpaba, era un omega y Sara siempre había cuidado de él pero, después de encontrar a su pelirroja se enfocó en buscarle la pareja perfecta.

Ahí entraba Emil, que desde que lo conoció fue aprobado por ella.

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Sabía que estaba ahí, lo sentía y peor, lo veía en cada giro que realizaba. Emil nunca se escondía, sólo lo seguía con sus bellos ojos azules en cada paso que daba.

Cada vez que lo enfrentaba y lo ahuyentaba a insultos el alfa sólo le sonreía radiante causando mil estragos en su interior.

Detestaba ser un omega, detestaba que aunque él quería cuidar a su hermana fuera ella la que lo protegía y peor, detestaba saber que Sara había acertado con respecto a Emil Nekola.

Si, era su alfa destinado y con su alegre presencia cerca suyo, sabía que tarde o temprano tendría que ceder.

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Lo vio sonreír y alzar la mano cómo saludo, cómo si en verdad creyera que no se había percatado de su arribo al estudio.

Le mantuvo la mirada y de un momento a otro sintió cómo el ambiente se ponía cálido, esa necesidad de que Emil se acercara se intensifico tanto que sus piernas flaquearon llevándolo al piso.

"Lo especial de su naturaleza."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora