Prefacio
Los sentimientos en estos días, no sabemos que son, en mi mundo no existen.
Me separaron de mi familia, no sé qué ha sido de ellos, ha cada persona nos han llevado a lugares privados, no podemos sentir dolor alguno, no sentimos la felicidad, nada es real ni superior a otro.
Cuando me di cuenta que era lo que pasaba, tenía una gran paliza en la espalda y mi cuello, todo me dolía, no podía hacer movimiento y me costaba tanto hablar que jamás trate de preguntar qué sucedía, me basto con hacer una que otra pregunta y escuchar sus pláticas privadas, en donde decían entre ellos que esto, acababa de comenzar.
Estamos conectados, si conectados, yo escucho los pensamientos de la persona que está ligada a mí de manera especial, es un patrón, el me escucha y yo lo escucho, nuestras células se atraen como un imán, de hecho, me atrevo a decir que es más fuerte que eso, pero no nos conectaron con ese objetivo, ese resultado fue mero error, un error hermoso.
No nos conocemos.
Nunca nos hemos visto.
No sé nada de él.
No sé si algún día lo conoceré.
De algo estoy completamente segura…
Somos almas Gemelas, pero no de la manera que debería ser correcta.
Ahora todo está mal.
1
Cuando salgo de la escuela, camino a donde pasa mi transporte de regreso a casa, coloco mis audífonos, y escucho mi repertorio de música, después de alrededor de 15 minutos, el camión llega, subo, todo está aterradoramente silencioso y solo, hay 1 chica y una anciana, me voy a sentar al fondo, está tranquilo, mientras retumba en mis oídos, “Sex on fire” , las luces comienzan a parpadear y truenan, no sé qué pasa, me siento aterrada, y por puro instinto, me aferro al asiento del camión, saco mi móvil para aluzar e intentar ver que sucedió, la música ya no se escucha, el camión ya no avanza, no hay sonido alguno, alguien agarra mi mano, me jala, no puedo ver quien es, me lanza contra la puerta, aferra sus manos a mi garganta…no puedo respirar, ¿Qué está sucediendo?, intento gritar, no salen las palabras de mi garganta, hay una mano más contra mi cuello, estampan mi cabeza contra una ventana, sangre siento correr por mi cuello, y no sé nada más, solo estoy segura de algo, estoy muriendo.
Respiro con dificultad, estoy atada a una silla de madera, las muñecas me sangran, pero no siento nada, mi pulso es delicado e irregular en mi cuello y sangra, no sé qué es lo que sucede, me siento agotada, con sueño y muy, muy mal, los parpados me pesan, lugar a mi alrededor está completamente obscuro, y creo que estoy sola, las preguntas llegan a mi cabeza, ¿Qué me hicieron? ¿Qué hago aquí?
Intento zafarme pero me han sujetado bastante bien, solo consigo más sangre y dolor, cuando me doy por vencida, escucho unos pasos acercarse, se detiene bastante cerca, antes de llegar a mí, prende una tenue luz, parece que es una veladora, aunque es muy poco me arden los ojos y los cierro de nuevo, cuando me acostumbro, los abro, es un hombre, no dice nada, pero la pequeña luz que lleva es bastante para distinguir que sin lugar a duda es alguien fornido, y grande, aunque la edad no soy capaz de calcularla, después de unos segundos, enciende otra cosa, que ofrece más luz que una veladora, casi como un foco normal, tiene el cabello negro un poco largo, fornido y los ojos, sus ojos…son, amarillo…realmente amarillo, con un contorno brillante color café, tiene algo en sus manos, comienza a teclear y se lo lleva al oído.
-Está aquí-dice, tiene una voz grave, muy madura-ha despertado, no creo que entienda, no se lo diré ahora, alrededor de unas 2 horas comenzara el cambio, aun no habla, no lo sé…quizá crea que se ha vuelto loca…está bien…esperaremos.- y cuelga