La Maldición de Sarada Uchiha [👓] Naruto

[Kunai 10]

Sarada cayó en el Genjutsu de su padre, sabía en cierta forma de que él no le haría daño por lo que confió levemente en él, manteniéndose serena y tranquila en todo momento.

—No es fácil.

La voz de su progenitor inundó la ilusión. De inmediato él apareció al lado de ella.

—Nunca pensé que lo fuera.

Frente a ella todo se volvió rojo, un rojo espeso y obscuro; Sintió como una mano tomaba su tobillo por lo que se alarmó y miró de inmediato en dirección al suelo.

—S-Sarada...

Ver al Hokage ensangrientado y al borde de la muerte provocó que sonriera, este gesto no pasó desapercibido por parte de su padre.

—¿Te alegra lo que ves?

—Es lo que se merece por desgraciado.

El cuerpo del rubio desapareció para darle espacio a otra escena que se encontraba levemente más lejos; Sintió un poco de impotencia al verse a si misma lanzando varios shuriken y kunais en dirección a su propia madre, antes de que estos llegaran a su destino un cuerpo se interpuso en el ataque, reconoció de inmediato que era su padre.

Se mantuvo seria ante tal escena, sabía que era mentira pero aún asi odiaba ver algo así, le afectaba levemente.

—¿Qué opinas?-

—Es mentira, nunca te sacrificarías por mamá —Respondió Sarada aún con semblante serio y su Sharingan activo.— No entiendo el objetivo de todo esto.

Sasuke estaba sin ideas por lo que creó una última escena.

La chica reprimió oxígeno en sus pulmones a la vez que temblaba levemente.

Era demasiado para ella verse a si misma, apuñalando sin piedad a su compañero y mejor amigo.

Lágrimas gruesas bajaban por su rostro a la vez que respiraba agitadamente ante la horrible escena que se repetía como si quisiera grabarse en su mente con fuego.

—Boruto...

Sasuke no cabía en su propia impresión, le afectaba más ver al hijo del Dobe que a sus propios padres.

—Para, porfavor detente...

La voz de Sarada era entrecortada, no podía apartar la mirada de aquella escena tan atróz.

—¿Qué sientes?

—Deja de jugar conmigo y sácame de aquí

"Es un Genjutsu, no está pasando, es un Genjutsu, no está pasando..." se repetía una y otra vez la chica en su mente.

—Aún no terminamos.

La sangre y los cuerpos desaparecieron, pero en vez de estos un escenario levemente conocido de presentó frente a sus ojos.

—¿Barrio Uchiha?

Estaban sobre el techo de una de las casas del lugar, pareciera que siempre fué solitario.

Todo se veía sereno hasta que oyó un grito desgarrador, volteó a ver al lugar de donde provenía aquel sonido, pero solo encontró oscuridad.

—¿Qué es esto?

—Un recuerdo.

De inmediato vió a su padre de infante correr con unos kunais en sus manos.

—Me quedé mucho tiempo entrenando, mamá se enfadará por llegar tarde.

Ella sonrió levemente al oír esa voz tan infantil, para nada comparada a la que tenía su progenitor en ese momento.

Cambiaron de perspectiva, ahora estaban dentro de una casa, pero no una casa cualquiera.

Unos cuerpos estaban inertes en el suelo, uno encima del otro; Detrás pudo reconocer a su tío Itachi, tenía un Mangekyo Sharingan como el de su padre, solo que Itachi era anormalmente más joven, no debería de tener ese poder aún.

Vió entrar a su padre con una mirada tranquila, la cuál desapareció al ver a sus propios padres en el suelo.

—¡Hermano! ¡Papá y mamá están heridos!

—Eres tan estúpido...

Vió como Itachi sumergia en otro Genjutsu a su Sasuke, este por su parte cayó al suelo a la vez que se sujetaba su cabeza con desesperación.

Sarada apartó la mirada, sabía un poco sobre quién y porqué ocurrió el exterminio de los Uchiha, pero saber y verlo son dos cosas diferentes.

Su padre adulto observaba todo con un poco de resentimiento, pero de inmediato se relajaba, ni en mil años pagaría por lo que le hizo a su propio hermano.

Sarada podía sentir el dolor de Sasuke, como si le clavaran agujas en su corazón una a la vez, lentamente y sin piedad, era horrible.

—Sasuke...

—Yo también tuve la maldición de odio, la desperté por esto. —Sarada vió cómo se disipaba el Genjutsu y volvían a su propia casa— Pero la realidad era otra, yo recordaba a Itachi con odio mientras que los que sabían la verdad lo veían como un héroe.

La pelinegra se veía agotada, no físicamente si no más bien, mentalmente.

—Lo que quiero decirte es que el odio siempre estará en este mundo, por más que seas religioso o vivas haciendo el bien, un poco de odio vive en ti. —Su padre jaló una silla del juego de comedor y se sentó un poco agotado— Pero tienes que aprender a controlarlo, antes de que sea tarde-

—Ya es tarde —La chica se colgó la mochila con facilidad— Si soy sincera pensé que lo podría controlar. —Sasuke la vió levemente sorprendido, ella por fin se abría frente a él, nunca pensó que ella fuera a tenerle aunque sea un poco, de confianza.— Pero sin darme cuenta se apoderó de mi corazón y de mi vida, ahora siento que manipulan mi cuerpo en vez de hacerlo yo.

—Es por el sello de Orochimaru

Sarada le miró sorprendida, pero era lógico, con solo dar un vistazo con su Sharingan através de sus calentadores, pudo reconocerlo.

—¿Lo conoces?-

—Se podría decir que me cuidó en mi tiempo como renegado, pero enrealidad es un enfermo.

La pelinegra miró fijamente el suelo para despúes levantar la mirada y dirigirse a la puerta de la casa.

—Papá... —Sasuke la miró con interés— Aunque el odio se apodere de mí sé que ustedes estarán ahí para corregirme —El mayor asintió levemente— Puedo odiarte con mi vida entera, pero antes del odio estuvo el amor —El pelinegro la vió sorprendido— Aún con tu ausencia, no quita el hecho de que eres mi padre, el único que tendré durante toda mi vida. —Sarada le miró algo apenada— Adiós.

Y con esas palabras la chica salió del hogar Uchiha.

Sasuke miró su mano hecha un puño, sin darse cuenta empezó a llorar con una leve sonrisa en su rostro a la vez que su mano tapó su rostro con dolor.

—Adiós, mi princesa.