Capítulo 2

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Una semana antes:

— ¿Liam? ¡Rápido! Vas a llegar tarde a la Universidad --- Mamá afanada gritaba desde el primer piso.

— Ya voy mamá, estoy cepillándome —La rutina diaria era agotadora y monótona: levantarme, bañarme, desayunar, orar y hacer el devocional y salir hacia la Universidad.

Bajé rápidamente y me despedí de papá más fraternalmente de lo usual ya que era un día especial para él: Iba a predicar por primera vez en francés en una Iglesia Cristiana Francesa aquí en Toronto.

En medio del tráfico llegamos a la Universidad y me despedí de mamá y ella me recitó la frase que nunca falta:

— Dios te bendiga hijo, recuerda que eres sal y luz en el mundo. Debes ser diferente a los demás. Recuerda llegar a la Iglesia después de clases. ¿Me llamas?

— ¿Por qué siempre me distes esto? En fin, tal vez si tuviera un buen teléfono pudiera llamarte pero no, tengo un estúpido iPhone 4 que ya salió de fabricación. Apenas me dura dos horas de carga — Fruncí el ceño en medio de un tono de ironía.

— ¡Liam! ¡Qué te he dicho de decir malas palabras! — la cara de frustración y enojo era más que evidente en la cara de mamá — Tal vez si tuvieras un buen comportamiento y mostraras un poco más de interés por las cosas de Dios te podrías merecer un teléfono mejor. Mientras tanto confórmate con lo que tienes — Exclamó mamá con mucho enojo.

Los carros de atrás no paraban de pintar y tuve que bajarme rápidamente.

Al terminar esa frase todas las mañanas me confronto sobre mi hipocresía interior. Mientras todo el mundo piensa que soy un santo y sobre todo apasionado por Dios en realidad soy todo lo contrario. Me fastidia orar, leer la Biblia me aburre y alabar me apena pero tengo una imagen por mantener. Y lo que más me pone mal es pensar que mis padres todos los días luchan para que me enamore más de Dios y sea la persona que fingo ser.

Estudio Economía en la Universidad de Toronto y estoy en tercer semestre académico. Mi sueño es ser un gran empresario del mundo de los negocios y tener mi propia empresa por eso me empeño tanto en mantener mis notas por encima de 8.

Al terminar clases debía ir a la Iglesia ya que de ahí partíamos a la Iglesia Cristiana donde papá predicaría en francés.

Mis clases transcurrieron entre la monotonía de "Principios de la Economía" y "Marketing Digital". Al terminar mamá estaba esperándome en la salida así que me apresuré.

Llegamos a la Iglesia y subimos a la oficina. Papá estaba practicando su francés frente al espejo y sobre todo como leer los versículos bíblicos. La prédica se titulaba: "Le Géant tombera" — El Gigante Caerá — y papá la llevaba preparando desde hace más de dos meses, era un día realmente especial.

Así fue como comenzó la semana, entre regaños y sermones caseros de mamá sobre mi conducta.

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