Prólogo

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  Me siento cansada, me pesan los parpados, es como si me hubieran inyectado algo para dormir y no despertar jamás.

Poco a poco fui abriendo mis ojos, y lo primero con lo que me encuentro son unos fríos e inexpresivos orbes grises que me miraban fijamente. Una cabellera tan negra como el azabache coronaba un rostro duro, atractivo a su forma. Entonces luego de unos segundos comprendí lo que sucedía.

Flashback
   – ¡No, no lo quiero hacer de nuevo!–La peli azul no entendía el porqué de tal decisión, pero tampoco tenía el derecho de hacerlo. La joven Juvia Loxar había perdido la potestad sobre si misma desde los doce años, edad a donde fue vendida a una casa de cortesanas.

  –Cuida tus palabras Loxar, ¿desde cuándo estas en posición de quejarte?–Un hombre con aspecto rudo y fuerte, había sido el encargado de buscarle los clientes a la exitosa cortesana. –Al parecer leer tantos libros ha afectado la mente. Recuerda que mientras la deuda de tu familia no quede saldada, tendrás que obedecer órdenes.

  Así era, su deber es cumplir con su familia, aunque esta la haya abandonado a su suerte, no tenía más opción que resignarse a su destino.

  –Por cierto Loxar–se acercó a la joven, le deslizo una mano por sus hombros, bajo el kimono que en ese momento vestía, he hizo mostrar la desnudez de su torso, hecho que se repetía constantemente, pero al que Juvia no se acostumbraba. Aun temblaba cuando todos los extraños la tocaban noche tras noche. –Procura comer bien, has bajado al menos 5 kilos y no queremos entregarle a nuestro cliente, que pago una fortuna por tenerte un mes a su lado, un saco de huesos. –decía mientras su dedo recorría la blanquecina piel de la muchacha.

  Era cierto que Juvia siempre tuvo un cuerpo digno de envidiar, pero se había dejado consumir en los últimos meses luego de determinados sucesos.

  –Mañana te enviaremos junto al cliente, ya sabes que te tocara una buena dosis para que duermas y no des problemas–diciendo esto se marchó, y dejo a la joven en su habitación sola y con un nudo en la garganta.

  –…no otra vez…. –dijo en un sollozo casi inaudible. Sabía que cuando se trataba de un viaje, le aplicaban una  fuerte droga que  la hacía sentirse torpe, cansada y enferma. Aun albergaba la ridícula esperanza de que alguien se apiadara de ella y la sacara de aquel infierno.

Fin Flashback
  –Has dormido un día entero, ya era hora de que despertaras–Gray Fullbuster, la persona que la había comprado, resulto ser un joven de lo más atractivo, aunque con un toque de frialdad en su rostro y en sus gestos.

  – ¿Dónde está Juvia?–había vuelto, el habito de hablar en tercera persona. Era una costumbre que Juvia tenia cunado se sentía asustada. En todos los momentos duros de su vida le había servido para no sentirse sola. Siempre estaba rodeada de hombres, era cierto, pero era algo vacío, y sentía que esta vez no iba a ser la excepción.

  –Ahora mismo en la mansión Fullbuster–El joven se paró de su asiento y se dirigió a servirse un trago– ¿Wiski?

  –Juvia no toma, gracias Sr. Fullbuster.

  –No me lo agradezcas, solo fue cortesía, no amabilidad. Vamos a dejar las cosas claras–Volvió a retomar su posición de antes junto a la cama– Primero llámame Gray. Segundo, no quiero intromisiones en mi vida personal, no eres mi amante ni mucho menos. Y tercero, si cumples con lo anterior, no tienes que tenerme miedo, no soy ningún asesino en serie, ni tengo gustos raros, con lo tradicional me va bien.

  –…–Juvia iba a hablar, pero prefirió no hacerlo, a fin de cuentas estaba a su merced, y por más que tratara de convencerse a sí misma de que todo estaría bien , tenía miedo , pánico de ese hombre que parecía estar hecho de hielo.

  –Esta es tu habitación, donde estarás cuando no requiera de tus servicios. Puedes pasear por el patio y la cocina, pero nada de andar merodeando por los pasillos principales de la casa. Si  no hay dudas me voy–cerró la puerta tras sí y desapareció.
Solo minutos después, Juvia se sintió libre para romper en llanto. Es cierto que desde los doce años se encontraba en una situación parecida, pero aun, diez años después, creía que alguien se apiadaría de ella. Por qué demonios pensó que alguien pagaría para salvar a un ser tan insignificante como ella. Este hombre iba a ser su dueño durante un mes y al fin y al cabo podía hacer con ella lo que quisiera.

Una cortesana en busca de libertad (Gruvia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora