Capítulo 19: Sabrina

72 11 2
                                    

Mawile siguió con la mirada a Maestro mientras embestía la puerta principal de aquel edificio tan rápido como era capaz de levitar. Aunque no era muy rápido, se encontraba en su Forma Escudo, y además había proyectado la barrera de su Escudo Real durante la embestida. El efecto de aquel ataque tan poco ortodoxo fue similar al de un ariete, y las elegantes puertas reforzadas de aquella sede cedieron al primer golpe; abriéndose de par en par ante aquel impacto que hizo crujir madera y metal por igual. La cerradura saltó por los aires, y se llevó con ella algunos trozos de madera.

- Adiós, sigilo- Dijo Mawile al oír aquel estruendo- Nunca me gustaste de todas formas.

Sin darle importancia al comentario de su compañera, Maestro se adentró en el edificio a través de aquella puerta que acababa de derribar. El sigilo no había sido una opción en ningún momento en realidad; no en una misión como aquella, y desde luego no contra tantos enemigos. Greninja era un maestro asesino hecho y derecho, pero ni siquiera él sería capaz de conquistar él solo una fortaleza como aquella. Tarde o temprano, el equipo de avanzadilla iba a necesitar algo de fuerza bruta en el campo de batalla; y el hecho de que aún no hubiesen recibido el aviso para entrar en el edificio no auguraba nada bueno. Era demasiado improbable que todo fuese bien y Greninja y Gardevoir estuviesen logrando despejar todo el edificio sin su ayuda; lo lógico era asumir que algo les estaba impidiendo comunicarse. Si había la más mínima posibilidad de que sus compañeros estuviesen en peligro, entonces no había un segundo que perder. Había llegado el momento de tomar el edificio por asalto.

Mawile siguió a Maestro a través de aquella entrada. El interior de la recepción tenía todas las luces apagadas y se encontraba casi totalmente a oscuras; iluminado tan solo por la luz que se filtraba desde el exterior a través de las ventanas y de la puerta que habían derribado. La vista de Mawile no tardó en adaptarse a la oscuridad y permitirle ver a través de aquellas tinieblas. Hasta donde alcanzaba la vista, Mawile no lograba ver nada inusual. La recepción de aquella sede de Rey Arceus parecía un edificio de oficinas completamente normal; obviando el hecho de que a aquella organización le encantaba desperdiciar los fondos que recibía de sus contribuyentes en ornamentación excesiva para sus instalaciones. Por lo demás, no alcanzaba a distinguir ningún patrón de disposición táctico en los elementos de su entorno, ni tampoco podía ver ni oír ninguna aparente amenaza. No parecía ser una trampa.

- ¿Cómo está el panorama?- Preguntó Maestro- No veo muy bien; está algo oscuro para mi gusto.

- Espera... ¡Que se supone que eres un fantasma!- Se quejó Mawile, aparentemente decepcionada- ¿Me estás diciendo que tú no ves en la oscuridad?

- Oye, que mi cuerpo no está vivo. Es un simple pedazo de acero con forma de Aegislash- Le recordó Maestro- No hago cosas de vivos; como comer, dormir o dilatar las pupilas.

Mawile dedicó un momento a comprender las palabras de Maestro. Los únicos fantasmas que había visto antes que a él no tenían un cuerpo físico, y nunca antes se había planteado cómo hacían aquellos espectros para ver y oír. Quizás ni siquiera tuviesen los mismos sentidos que los vivos. Sin embargo, Maestro sí que habitaba una forma física; aunque como bien decía él, no era un Pokémon de verdad. No era más que una forma habitable para su alma que tenía la forma de un Aegislash. Pero su cuerpo no era más que un montón de acero inerte. Era lógico que no reaccionase ante estímulos como la oscuridad del ambiente y causase una respuesta biológica ante ellos.

En realidad, por más que había intentado sacar una conclusión al respecto, Mawile ignoraba cual era realmente la diferencia entre Maestro y los espectros que había en la Casa Tétrica. No sabía por qué los fantasmas de los humanos que fueron asesinados en aquel pantano podían existir en el mundo de los vivos sin un cuerpo físico que habitar ni por qué Maestro se había convertido en aquella abominación hecha de ira y sombras cuando Sarah le obligó a abandonar su recipiente. Sin embargo, tras haber convivido algunos años con aquellos fantasmas, si algo había aprendido Mawile era a no intentar cuestionar ni comprender el mundo de lo paranormal. Que Maestro pudiese usar aquel ojo de acero para ver, pero no fuese capaz de controlar la dilatación de la pupila era otro sinsentido más de aquel mundo más allá de toda comprensión.

Pokémon: Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora