Única parte

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Richie no tenía idea de como había podido persuadir a la señora Kaspbrak, esa mujer era más estricta y manipuladora que el mismo Hitler, y aún así, con sus encantos, o mejor dicho insistencia, lo logró. Para ello tuvo que inventar una excusa sobre una tarea de Historia que tenía que hacer sí o sí con Eddie, de lo contrario reprobarían la materia.
Inesperadamente la señora se tragó el cuento y a regañadientes lo dejó entrar. Estaba atónito, era increíble lo que esa mujer se creía con tal de que no la molestaran a la hora de su telenovela favorita.
Primero y principal, era verano, y segundo, ni siquiera iba a la misma clase que Eddie.
Evitando tentar a la suerte, subió apresuradamente los escalones que dirigían al cuarto de su amigo, sonrió sin saber el motivo. Sin duda ver a Eddie lo traía siempre con una sonrisa.

Al acercarse a la puerta escuchó algunos sollozos provenientes de la habitación. Su sonrisa desapareció. Entró sin tocar porque, vamos es Richie Tozier, qué esperaban.

Eddie se encontraba en una orilla de la cama, lágrimas corrían por sus mejillas como dos grifos abiertos; la imagen hizo que su corazón se encogiera.
Las pequeñas piernecitas del asmático estaban encerradas en sus brazos, se mecía de adelante hacia atrás, indiscutiblemente habría pasado por una hamaca moviéndose lentamente por la fuerza del viento.

Se acercó al chico, le sacaba una cabeza aproximadamente por lo que tuvo que arrodillarse, y le habló.

-Eds... Pequeño, ¿qué pasa? -rodeó con su brazo los hombros del menor esperando alguna reacción de su parte.

Éste levantó lentamente la cabeza, sus ojos eran dos orbes inexpresivos, sin color alguno, hasta que como un animal salvaje se arrojo a los brazos de Richie. Y sollozó. Lloró tanto que tenía miedo de que el pobre chico se deshidratara.

-Eso -mencionó Eddie. Richie temía a lo que el menor podría decir, estaba completamente seguro de haber matado a la bestia. No habría pensado lo mismo de haber visto las expresiones de Bill, Bev y Stan. Pero afortunadamente no lo hizo, así que ahora el miedo corría por sus venas.

-¿Que pasa con Eso? -su mano estaba en la espalda de Eddie, la suave tela de su camiseta acariciaba su mano mientras realizaba movimientos circulares.

-El leproso. Desde la última vez que nos enfrentamos a Eso no paró de tener pesadillas, se repiten cada día. Richie, en serio, tengo miedo -escondió su cabeza en la unión de su cuello, parecía un pequeño y atemorizado koala sujetándose a un árbol.

Mentiría si le dijera que él no había tenido pesadillas, los primeros días después del hecho eran frecuentes pero con el paso del tiempo fueron menguando. Ahora, a lo mucho, tenía dos malos sueños al mes.

-Debes calmarte, Eds. Las secuelas de la maldad de Eso generan las pesadillas. Él ya no está, lo matamos ¿lo recuerdas? - los ojos del muchacho se clavaron en los suyos, asustados, pero Eddie sentía algo en Richie que lo hacía tranquilizarse.

-Tal vez tengas razón, pero es que últimamente tengo miedo de perderte -la cara de Richie debió de ser una pintura por lo que Eddie se apresuró a agregar- Y a los perdedores también, siento que nos estamos distanciando. Y no quieto que eso suceda, ustedes son mis primeros y únicos amigos. No se que haría si los llegase a perder.

-No me distanciaría de ti por nada del mundo, si pudimos con una fuerza sobrenatural que se vestía como payaso, podremos con esto -la sonrisa que le regalo a Eddie era como un faro capaz de iluminar a una playa entera.

Ahí estaba otra vez esa sensación de volar cada vez que estaba con Richie. Desde el comienzo de su amistad se encontraba escondida en alguna parte de su corazón, y cada vez era más grande. Y no vamos a negar que todos los apodos, caricias y bromas eran más que simples cosas de amigos. Existía una conexión mucho más grande entre ellos. 

Smile; ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora