Des larmes 撕: KOOKMIN

小さい

El pequeño Jungkook practicaba la misma línea por octava vez en esos veinte minutos. Estaba tan concentrado que fruncía las cejas siempre y cuando se complicaba en leer algo, aunque fuera en lo más mínimo.

Entonces bufó, estando un poco molesto y abatido. En unos minutos deberían de irse al teatro. Se ajustaba esa tonta corbata que le daba la impresión que pronto iba a cobrar vida y le ahorcaría. Así que trataba de aflojarla un poco, aunque fuera en lo más mínimo.

—Conejito ¿Estás listo? —una mujer con un hermoso traje había entrado a la habitación, era su madre—. Recuerda que nos debemos de ir pronto.

—Sí sé, mami —arrugó un poco su nariz, tomando por última vez el diálogo que le habían entregado hace más de un mes. Tenía una mueca extraña en la cara, pero cuando vio a una cabellera rubia asomarse por detrás de su madre, sus mejillas se tiñeron de rojo y chillo un poco—. ¡Ay, Jimin no me mires!

—¿Qué? —el chico entendía poco. Había llegado con una cajita de leche y galletas para el castaño, sabía que al estar tan nervioso debía de comer algo, y que mejor que galletas acompañadas con esa leche de plátano que tanto degustaba el chico—. Deja de hablar y come lo que compré, mi mami me dio dinero para la mía... aunque es de chocolate.

—No me gusta mucho la de chocolate —susurró, abriendo la caja y así tomando un poco. Le encantaba la leche de plátano, podía relajarle en cuestión de minutos, al igual que la compañía de su pequeño amigo rubio—. Es mejor la de bananita.

—No, cállate —sorbió la leche de forma irritante—. La de chocolate manda aquí.

Ambos se miraron un poco irritados por el comentario del otro. Siempre se colocaban a discutir por el sabor de la leche y cual era mejor, pero al final terminaban por rendirse y decir que ambas eran buenas, aunque muy dentro de ellos sabían que no, pero preferían desviar una tonta pelea y mejor concentrarse en pasar el tiempo entre ellos. Jimin cuando terminó de tomar su leche, la tiró al basurero más cercano, lógicamente falló. Su puntería no era la mejor, al igual que la de Jungkook. Ambos fallaron en tirar las cajas, así que arrastrando los pies, fueron a botar esas cosas de cartón de la mejor forma.

—¿Y cómo vas con el diálogo? Mi bello bebé.

Así era Jimin cuando ambos estaban solos. El chico era mayor por solamente un año, así que trataba con todo el amor del mundo al chico que era su mejor amigo y secretamente de los otros niños; su novio. Bastante pequeños y ya sabían que se querían de otra forma mucho más allá que la de una amistad tan simple como la de otros. La mamá de Jungkook sabía sobre esto, y trato de ver algunos indicios de que a su hijo le molestaba o asqueaba siquiera aquel acercamiento del pequeño Jimin, para así evitar algo que pasaría de ser lindo a desastroso. Pero su pequeño hasta había confesado querer besar a Jimin, y que le quería de una forma extraña, sintiendo algunas mariposas en su estómago.

Él tenía diez años, y ella no le encontró ninguna maldad en que estuviera con ese pequeño rubio que siempre le daba besos en la mejilla a su hijo. Ella estaba feliz al ver a Jungkook con una sonrisa, y no podría negarle que estuviera con ese chico, así que solamente les dejo. Incluso ella les protegía de los demás, quienes no podrían aceptar una relación tan pura como la de esos pequeños.

—Es complicado pero —se tomo el tiempo para hablar, ya que se tomo todo el tiempo del mundo en mirar cada pequeño detalle del chico quien le gustaba—... sé que podré. Ya que me irás a veeer~.

De improviso, Jungkook apretó las mejillas del otro, haciendo que cerrara los ojos y soltara un grito ahogado. Se notaba su disgusto por como tenía fruncido el ceño y enterraba sus pequeñas uñas en las manos del menor, haciendo que de venganza también le apretara con más fuerza las mejillas. Ambos se miraron un rato, desafiándose, hasta que Jungkook se acercó al otro y le dio un beso en la frente, con las mejillas bastante rojas.