- Es un milagro que siga vivo – afirmó Jake, peinándome el pelo con los dedos.
Habíamos subido a mi dormitorio después de cenar, para charlar un rato antes de dormir. Él se había echado boca arriba en mi cama y yo me acurruqué a su lado.
- No les hagas caso – suspiré -. Tendrán que acostumbrarse.
Sobretodo mi madre, pensé.
Nos quedamos un rato en silencio, pensando. Se estaba en la gloria sobre su pecho calentito mientras me atusaba la melena. Alcé un poco la cabeza para darle un beso, pero me detuve al verle con el rostro preocupado.
- ¿Qué te pasa? – le pregunté -. No estarás preocupado por eso, ¿no?
- ¿Por lo de tu padre? Qué va – aseguró.
- ¿Entonces?
Cogió aire lentamente por la nariz y lo soltó de sopetón, con desazón.
- Es por Sam.
Me incorporé un poco más y me eché boca abajo, apoyándome en su torso para verle mejor la cara.
- ¿Es que le ha pasado algo?
- No, no es eso – se quedó unos segundos mirando al techo y volvió a suspirar -. Quiere dejarlo – soltó al fin.
Me quedé a cuadros.
- ¿Sam dejarlo?
- Bueno, no del todo. Quiere seguir unos años más y luego envejecer junto a Emily.
- ¿Y cuál es el problema? Ya sabías que eso tenía que pasar tarde o temprano – le dije, pasándole los dedos por el pelo.
- Pues que no quiere seguir siendo un Alfa – empezó a explicar -, quiere pasarse a mi manada, como los demás, y ahí está el problema, que ya no habrá dos manadas.
- ¿Los demás? – inquirí sin comprender.
- Mi manada ha crecido – anunció con resignación.
En ese momento, me di cuenta de la de cosas que me había perdido estos cuatro meses. Me acordé de la gran manada que había pasado a mi lado en el bosque para perseguir al licántropo, había contado hasta dieciséis borrones.
- ¿Cuántos sois ahora?
- Diecinueve – resopló -. Estas dos últimas semanas han sido una locura – se quejó -. Primero fueron los más jóvenes: Cheran, Thomas e Ivah. Después, me vienen Jeremiah y Aaron diciéndome que también quieren estar en mi manada – volvió a resoplar -. Y no veas qué jaleo se montó cuando llegó el resto – frunció el ceño al recordar -. Vinieron en tropel y tuve que reorganizarlo todo. Leah no hacía más que quejarse y, para encima, el lío de la boda de mi hermana a las puertas.
- Entonces, la manada de Sam consta de cinco miembros, ¿no?
- Sí.
- Sam, Jared, Paul…
- Michael y Nathan – siguió él.
- ¿Todos los demás se han pasado a la tuya? – pregunté, sorprendida -. ¿Por eso Sam no quiere seguir siendo un Alfa? ¿No le basta una manada de cinco miembros?
- No, eso le da igual. Podía haber seguido unos años más de Alfa tranquilamente con su manada hasta que lo dejara, pero es por todo ese rollo del Gran Lobo – protestó con una mueca de disgusto -. No me deja de dar la brasa con eso de que soy Taha Aki, que tengo que ser yo el jefe de la tribu y que sólo puede haber una manada. Jared, Paul, Michael y Nathan también piensan lo mismo, pero siguen con él por lealtad, ¿entiendes? Cuando él se pase a mi manada, ellos harán lo mismo encantados. Así que tendré que liderar a veintitrés lobos y, para colmo, ya me dirás en qué puesto pongo a Sam, porque Leah no está dispuesta a perder su posición de segundo al mando. Menudo marrón que me viene – resopló por enésima vez -. ¿Te acuerdas cuando Emily dio a luz y tuve que encargarme de las dos manadas?
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JACOB Y NESSIE DESPERTAR
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