VENGA, VENGA, QUE EMPIECE EL ESPECTÁCULO DE UNA MALDITA VEZ

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Se armó un revuelo bastante gordo cuando aparecí en mi forma humana ante los ojos de todos los presentes. Y no solamente por los testigos y la guardia de los Vulturis, que estallaron en exclamaciones de asombro y desconcierto, mi manada estaba con los nervios de punta y los Cullen, más nuestros aliados, no se podían creer lo que acababa de hacer.

Todas las féminas de mi alrededor, y también Leah – cosa estúpida por su parte, porque ya nos tenía muy vistos a todos nosotros -, giraron los rostros hacia otro lado, un tanto avergonzadas.

En cambio, la rubia canija no se cortó un pelo. Alzó una ceja, sorprendida, y me echó un buen vistazo de arriba abajo. La comisura de su boca se elevó levemente como aprobación, seguramente no había visto a un hombre desnudo en su vida.

Sam, Seth y Leah – ésta con su afilado hocico todavía ladeado - corrieron enseguida para rodearme y cubrirme con sus cuerpos y pude agacharme tranquilamente para desatar mi cinta de cuero, resultaba un poco humillante tener que hacerlo delante de toda esa chusma. Me puse los raídos pantalones y me libré por fin de tener que alargar la bochornosa exhibición más tiempo.

Cuando terminé, mis compañeros volvieron a sus posiciones y me coloqué junto a Edward, que me echó una bronca con la mirada, cosa que me importó un bledo.

Aro alzó la mano para que se callasen todos sus secuaces y se quedó mirándome otra vez alucinado. Cayo cambió la expresión inicial de asombro para fruncir de nuevo su blanco y poblado ceño y el otro viejo seguía con cara de aburrimiento total, si no fuera porque tenía los ojos abiertos, juraría que estaba durmiendo.

- Celebro conocerte al fin, Jacob Black – me dijo Aro finalmente, con una amabilidad excesiva -. Me refiero en persona, por supuesto – volvió a bromear, y posó con una sonrisa mal simulada.

No me sorprendió que supiera mi nombre. Tenía esos vídeosgrabados por el Zanahorio, en alguno habría salido, seguro. O tal vez se lo hubiese dicho esa garrapata de Nahuel.

No le dije nada, me limité a levantar la barbilla para mirarle con desprecio.

- Para ser mitad hombre, mitad animal, eres un joven muy apuesto. No me extraña que nuestra hermosa Renesmee se confundiera y cayera en la tentación – genial, ahora me peloteaba, si es que a eso se le puede llamar así. La enana rubia volvió a levantar las cejas y el labio mientras me daba otro repaso descarado. Pude escuchar el involuntario rechinar de dientes de Bella, aunque creo que le salió más en honor a Nessie, que por ella misma -. Desde luego, he de perdonarle ese fallo.

Pasé de su estúpido comentario, no tenía tiempo para discutir.

- Ve al grano y dime lo que quieres – le apremié hoscamente.

Se hizo otro runrún de voces al fondo de sus filas y Edward volvió a matarme con la mirada.

- Es tu alegato, debes hablar tú – me instó con la mano.

- Yo no tengo nada que alegar, porque no hemos hecho nada malo – le respondí sin cambiar de actitud. Edward ya empezaba a resoplar por las napias, nervioso -. En realidad, no tengo por qué darle explicaciones a nadie.

- ¡Entonces, ¿no te arrepientes?! – se indignó el vejestorio canoso.

- Te repito que no hemos hecho nada malo, así que por supuesto que no – contesté sin dudas, molesto.

Los murmullos subieron de volumen, condenándome automáticamente al infierno.

- ¡Ya está todo dicho! ¡Este salvaje debe ser castigado! – exigió Cayo, haciendo aspavientos con los brazos.

- ¡¿Qué me has llamado?! – protesté, cabreado, echando el cuerpo hacia delante.

Estaba que botaba a la mínima. Encima que la habían secuestrado, que me la habían arrebatado de mi lado sin ningún derecho, nos trataban como a dos depravados. Y, además, ya estaba más que harto de todo este circo absurdo.

JACOB Y NESSIE DESPERTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora