GUIA

13K 456 57
                                    

No podía más.

Mis brazos ya no daban a basto.

Oscuridad.

Jacob. Mi Jacob.

Remaba y remaba sin cesar por ese mar de la nada, sobre una lancha de goma frágil e inestable que se iba deshinchando poco a poco.

¡Jacob! ¡Jacob! ¡Ya voy, aguanta!

Pero no lo encontraba.

Mis ojos lo buscaban, desesperados, pero había demasiada oscuridad.

¡Jacob! ¡Jacob!

¡JACOB!

La brisa que traía su maravilloso efluvio llegó hasta mí, alzando mi cabello hacia atrás. Su espíritu atravesó todo mi ser y ese inmenso placer se apoderó de mi cuerpo una vez más, haciéndome jadear en voz alta.

Nessie…

- ¡Jacob! – sollocé, a la vez que mis párpados se abrían.

Las lágrimas rodaron a ambos lados de mi rostro, hasta que se encontraron con mi cabello y la almohada.

Inhalé el olor de mis brazos y mi pelo. Su efluvio seguía grabado en mi piel.

Mi pulsera no dejaba de vibrar. Lo hacía intermitentemente, a intervalos más o menos cortos durante todo el día, desde que me levantaba hasta que me acostaba. La notaba vibrar incluso en sueños, diciéndome que tenía que correr junto a Jacob…

Mamá picó dos veces y abrió la puerta.

- Buenos días, cielo – saludó, y se quedó en el umbral -. ¿Va todo bien?

- He tenido el mismo sueño, eso es todo – revelé, desvaída.

Un sueño muy real.

Mamá se quedó un rato en silencio, mirándome.

- Te prepararé el desayuno, ¿de acuerdo? – dijo finalmente.

- No tengo hambre – objeté, girándome para ponerme de lado.

- Te lo traeré igualmente, por si acaso – insistió, cerrando la puerta al salir.

Exhalé.

Me levanté de la cama sin brío alguno y me dirigí al vestidor para coger lo primero que encontré. Salí de mi dormitorio y me metí en el baño. Me duché por inercia, me vestí desganada y me peiné de igual modo sin secarme el cabello. Lo que menos me apetecía era hacer todo esto, pero tenía que estar preparada por si por fin me dejaban salir de mi cárcel y podía ir a La Push.

Sí, era una cárcel. No estaba encerrada bajo llave, sin embargo, escapar de esa casa rodeada de vampiros en constante alerta era algo imposible.

Salí del baño y regresé a mi habitación, que era mi celda particular. Me senté en el banco-arcón, cogiendo mi cojín, y miré por la ventana para ver pasar esas insoportables horas hasta que llegaran Emmett y Rosalie. Em era el único que me mantenía informada de las últimas noticias, aun con la total oposición y reprobación de mi padre. Se pasaba el día en el límite fronterizo de La Push, donde se encontraba con Seth. Éste íba y venía para contarle la situación de Jacob, que no había variado nada, por otra parte, y todos los comentarios de la manada y el Consejo.

Por eso sabía que todos estaban esperando a que yo fuera, ya que Jacob no hacía más que pronunciar mi nombre en su agónico coma. Tuve que llevarme la mano al pecho al sentir el desgarrador puntazo sólo con recordarlo. El dolor y la interminable angustia que me provocaban era una de las razones de mi padre para que estuviera en contra de las informaciones de Emmett, pero yo quería saber la verdad, tenía que saberla, tenía todo el derecho, y mi tío estaba de acuerdo conmigo.

JACOB Y NESSIE DESPERTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora