Tense calm

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JungKook vio como la espada de Mammon descendía directamente hacia su cuello. Los gemelos también se le echaban encima, incluso el ángel herido. Le pareció verlo todo a cámara lenta; las cuatro espadas oscuras dirigiéndose peligrosamente hacia su cabeza. No tendría escapatoria, el peligro acechaba por todas partes, y en una milésima de segundo se preguntó si aquel seria su final, si allí acababa todo, o si debía permitirlo. Pero un grito lo hizo reaccionar. Una voz que fue algo hermoso para sus oídos, como una melodía tranquilizadora y armoniosa que le devolvió a la realidad.

-JiMin – susurro.

El chico apretó la empuñadura de su dorada espada, mientras una media sonrisa afloraba en sus labios. Se dijo que aún no, hasta que el ángel regresara sano y salvo a casa no se rendiría, era una promesa que se había hecho en su casa mientras contemplaba aquella pluma blanca entre sus dedos. Jungkook tomó aire, apretó los dientes con fuerza y se movió como el viento en mitad de una tenebrosa y oscura tormenta. Su filo fue un rayo que azotó todo a su paso, cortando algo más que el viento.

Al terminar Jeon se quedó inmóvil, con la espada en vilo, su filo estaba manchado en sangre, que caían en gotas al suelo. Los gemelos se miraron entre sí con horror, al ver la herida en el cuello del otro, no tuvieron tiempo de mitigar palabra alguna, sin que pudieran evitarlo se convirtieron en una neblina densa y oscura, que fue arrastrada por el viento.

Mammon se tocó el pecho, para ver con incredulidad la mancha roja sobre sus dedos. Tenía un tajo dorado desde la cadera izquierda hasta el hombro derecho. Supo enseguida que era su final. Levantó la vista, y mientras su cuerpo se convertía en humo, maldijo a Jungkook por la eternidad.

-¡Me maldices a mí! – grito Jungkook al humo que arrastraba el viento – Si ya estoy maldito.

Himchan estaba de rodillas a pocos pasos del. Parecía algo sorprendido y la vez confuso ¿Como era que aquel ser podía moverse de semejante manera? Ni siquiera lo había visto mover ni un solo músculo. Había acabado con dos poderosos demonios y le había arrancado su dorada espada de las manos y algo más, prácticamente en un solo movimiento. Aunque el ángel traidor sabía muy bien que con aquella espada Jungkook no podía matarlo.

-Al parecer he dejado el plato fuerte para el final – dijo un tenebroso Jeon, apoyando el filo de su espada sobre la barbilla del ángel y descargando sobre él una mirada ardiente – Te dije que lo pagarías.

-Adelante.

Jungkook esbozo una sonrisa demencial, miró el arma entre sus manos y luego al ángel de rodillas ante él. Himchan cerró los ojos y esperó el golpe final. Y aunque aquella espada dorada, forjada con la última esencia angelical de Lucifer, no podía hacerle daño a un ángel, él ya había dejado de ser uno, lo hizo en el momento exacto en el que le vendió su esencia a Mammon.

La espada dorada se elevó por encima de la cabeza de Jungkook. El ángel no hizo más que esperar, con los ojos húmedos por las lágrimas que recorrían su rostro, porque lo deseaba, Porque lo que Jungkook acababa de hacerle era algo irremediable, y prefería morir que vivir así.

-¡NO! – la espada se detuvo a un centímetro del cuello de Himchan. Jungkook miró por encima de su hombro, para ver a JiMin correr hacia él – No lo hagas.

-¡Ha matado ángeles! – rugió Jeon sin entenderlo– No merece otra cosa que morir.

-No, Jungkook, no te conviertas en alguien como él. Míralo, ya le has dado su castigo – el chico alejo la espada del cuello del ángel gris y se dejó arrastrar por el ángel.

-¿En alguien como yo? – dijo Himchan con voz burlona. Ambos se volvieron – Has matado más ángeles que yo con esa espada. No, claro que no es alguien como yo, es peor – JiMin sintió como los músculos de Jungkook se tensaban bajo las palmas de sus manos.

Ángel-Demonio [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora