8.Paloma blanca

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Desperté por un rayo de luz que se colaba por la ventana que no había cerrado ayer. Me revolví en la cama tratando de despabilarme. Al darme vuelta me encontré a un chico que no tenía ni idea de que hacía acá, y mi actitud más pensante fue dar un grito. El chico al escucharme se empezó a despertar y me miró con ojos asustados.

-¿Qué? Me miras con horror. No hicimos nada ya me voy. Se sentó lentamente en la cama para tratar de despertarse.

-¿Q Qué hacías en mi cama?- Le pregunté, no estaba segura de lo que había pasado anoche, había bebido mucho pero todo era una neblina.

Se giró para poder verme y por primera vez noté el verde intenso de sus ojos, eran como esmeraldas.

-Tú me dijiste que me quedara.- Este chico hablaba lo justo y lo necesario pero después que recordara todo lo de anoche me tapé la cara con mis manos. Era una descuidada y había quedado como una tonta delante de este chico.

-Uh, lo siento, no era yo misma anoche.- Cuando me destapé la cara el chico ya estaba saliendo por la puerta.

-Espera- le grité - ¿Te quieres quedar a desayunar?- Se giró lentamente para poder escrutarme con la mirada.

- Mira, ayer solo fui amable, esto se termina acá ¿sí? Un gusto conocerte, y espero no te emborraches de nuevo.- en vez de salir corriendo se quedó esperando una respuesta.

-Entiendo, perdón por hacerte sentir incómodo. Supongo que te veré por los alrededores.- Estaba destrozada, sé que fui una descuidada anoche pero la mirada de desprecio en sus ojos hizo sentirme terrible. No tendría que importarme lo que un desconocido opine pero nadie me había hablado de esa forma. Asentí con la cabeza y eso fue respuesta suficiente para que se marchara, apenas cerró la puerta me tiré al sofá mirando al techo.

Me quedé aparentemente dormida y Mel entró a la habitación cantando una canción toda alegre mientras un chico detrás suyo la hacía reír.

-Ya basta, vamos, haremos algo para desayunar.- le dijo a él. Levanté mi cabeza para encontrarme a una Mel en una remera demasiado grande que supuse era del chico, que por cierto, era un rubio muy fornido y con cara angelical.

Mi amiga al verme se asustó y pegó un salto llevándose la mano al pecho.- Oh, Dios, me mataste del susto. ¿Qué haces durmiendo en el sillón, anoche fui a verte y había un invitado muy especial en tu cama.- Me miró con una sonrisa y empezó a mover sus cejas en forma pervertida.

Me levanté lentamente y en vez de responderle miré al otro chico.- ¿Quién eres?

-Él es Ethan. Estuve con él ayer en el bar.- El chico intercambiaba la mirada entre Mel y yo.- Bueno y ¿No me vas a contestar quién era el chico con quién estabas?- Me preguntó.

Bajé la cabeza – No sé quién es. Simplemente hace una hora se fue y me dijo que no quería verme más.- Arrastraba las palabras, me sentía derrotada. Alguien puso una mano pesada en mi hombro y levanté la vista para encontrarme con Ethan a poca distancia mía.

-No te culpes, Jared es complicado. Los escuché esta mañana, espero no te moleste, pero no tienes que hacerle caso ¿Sí?- Sonaba sincero así que asentí y me fui a sentar a la isla de la cocina. Mel me entregó un tazón con cereales de chocolate y leche, sabía cómo me gustaba.

-Enserio ese chico tiene un problema conmigo desde ahora, nadie hace sentir mal a mi amiga.- Esa era Mel siendo protectora, la adoraba pero era cierto, yo me había comportado mal la noche anterior y había entendido perfectamente por qué el chico no quería tener nada que ver conmigo.

-No hace falta, solo que me tomó por sorpresa que me despreciara tanto.- Agarré mi cuchara y comencé a comer lentamente. Ethan se sentó a mi lado y agarró el tazón destinado para él.

Diez mil añosWhere stories live. Discover now