Olaf

Mi nombre

Avancé por las tierras salvajes de Zeth'kur, la jungla me rodeaba allá por donde me moviese. 
No sé cuánto tiempo caminé por ese lugar, aunque fue una situación favorable, tenía comida y agua a mi alcance. Algo me llamó la atención, aquella jungla frondosa se iba achicando y dejando lugar al aire libre, así es, había conseguido salir de aquel lugar. 
Lo que parecía ser un desenlace se convirtió en nudo, una duda que podría definir la vida o la muerte. Podía quedarme en la jungla, la cual estaba llena de bestias pero me abastecía en recursos, por otro lado, podía avanzar en la llanura, la cual no daba ni un rastro de suministros al alcance de mi vista, por lo que quizá caminaría sin fin hasta morir. "Al final, todos mueren" pensé y me puse a caminar sin rumbo otra vez. 
Había acertado, la suerte me acompañaba al parecer. Llegué a un pueblo llamado Villa Ly'Tia-ael, en donde todos me reconocieron.

—¡Olaf, has vuelto! —Dijo una anciana— ¿y dónde está Ly'Tia-ael? —Me preguntó. 
—Lo siento, no sé de qué me habla, —Le contesté— he perdido la memoria, puede que usted esté en razón o no, no se lo puedo confirmar. 
—Ya me preocupabas. —La anciana miró con tristeza mi cuerpo, pero al regresar a mi cara, esbozó una sonrisa— Estás bien, por suerte. Has desaparecido por semanas, Olaf, Ly'Tia fue a buscarte, pero los vientos de Reliquia Argenta parece que han traído hasta aquí.
—¿Reliquia Argenta? ¿Ly'Tia-ael? —Esos nombres me sonaban y me causaba curiosidad porque me reconocían aquí. Ahora sabía que tenía un compañero o compañera y que me encontraba en una ciudad de la aparentemente región llamada Reliquia Argenta. Le pedí a aquella señora que me contase más sobre mi y sobre Ly'Tia, me reveló que con él habíamos salvado ese pueblo y por eso llevaba su nombre. 
Pero algo más importante, ahora sabía mi nombre, me llamo: Olaf.