- ¡Corre Nina!
En ese momento, Nina empezó a correr lo más rápido que le permitieron sus piernas. Se adentró en el bosque con la esperanza de distraer a esos seres oscuros que trataban de hacerse con ella. Empezó a meterse entre los árboles con la esperanza de confundir a los seres y que se perdieran. Nina llevaba años en ese bosque y se lo conocía como la palma de su mano, en caso de verse en un peligro muy grave, sabía hacia dónde ir. Antes de entrar en la arboleda le seguían cinco figuras y ahora, en medio de los árboles, solo veía tres.
Genial – pensó Nina – si consigo llegar a esa zona, tendré ventaja y les podré hacer frente.
Nina aceleró el pulso al igual que las criaturas, las cuales no paraban de gritarle que dejara de correr y se diera por vencida. Segundos más tarde, llegaron a un claro, donde los arboles dejaban una zona despejada rodeada de una clase de árboles muy anchos. Nina decidió ocultarse entre los árboles y desenvaino una especia de daga que tenía guardada en la cintura. Esperó un instante a que las sombras llegaran al claro. En un abrir y cerrar de ojos, Nina los vio situados justo debajo del árbol en el que se encontraba. Empezaron a hablar en un dialecto que Nina no era capaz de entender. De repente, se quedaron callados y uno de ellos, la figura más alargada, empezó a hablar:
- ¡Aries, el carnero yo te hablo! Aunque a lo mejor te has acostumbrado a tu nombre terrestre, Nina. Entrégate sin oponer resistencia y prometemos que tu fin será rápido e indoloro. Sabes que no eras capaz de vencernos a cinco de nosotros a la vez, ni a los tres que estamos aquí. ¡Déjate ver y entrégate!
En ese momento, Nina saltó del árbol al cual estaba subida y calló encima de una de las figuras sombrías. Cayó en sus hombros y clavó su daga plateada en el cuello de aquel ser, produciendo que el cuerpo inerte cayera a los pies del que acababa de hablar. En cuestión de segundos, Nina se puso de pie y se deslizó por el suelo hasta ponerse en el otro lado del claro. Se encontraba de pie, con su daga en la mano y su mano en forma de puño. Su ropa estaba teñida por la sangre negra del ser al que acababa de matar.
- Que el cielo te ampare – dijo Nina a modo de oración por la vida que acaba de arrebatar mientras miraba al cuerpo inerte. Tras ello, miró al que había hablado hace un momento- Que esté sola, no significa que no pueda con vosotros, sino, pregúntaselo a tu compañero que se encuentra en el suelo.
- Si te entregas ahora, tu muerte será rápida pero dolorosa, por culpa de la vida que acabas de quitar – dijo el ser alargado.
- ¿De verdad crees que la gran Aries se iba a rendir sin luchar? – dijo Nina mientras su cuerpo empezaba a brillar.
Tras decir estas palabras, unos cuernos de carnero empezaron a salir de su cráneo. Además, sus piernas se trasformaron en las del mismo animal y su cuerpo se cubrió de pelo, característico de los carneros. Sus manos no cambiaron y le permitían seguir sujetando la daga. Su daga tampoco sufrió casi cambios, a excepción de que su cabello se volvió de una tonalidad más clara al igual que su piel.
- Al fin nos enseñas tu verdadera forma, Aries – dijo la otra figura que se encontraba enfrente de la nueva Nina. No era tan alto como su compañero, pero sí que era más fuerte.
- Supongo que ahora es cuando realmente empieza lo divertido – dijo el alto.
- Ahora, es cuando empieza vuestro fin – añadió Aries lanzando una mirada asesina a sus rivales.
En cuestión de segundo, el ser fuerte se lanzó contra Aries. Era rápido pero no tanto como Aries. Mientras Nina esquivaba sus ataques, observó que las manos del sujeto eran garras, parecidas a las de un lobo. Tras lograr esquivar todos sus ataques, Aries le hizo un corte en el muslo que produjo que el enemigo se tirara al suelo mientras sangraba y le provocó uno más profundo en el cuello. Después, de una patada con sus pezuñas, Aries lo lanzó contra el árbol más lejano.
El ser alto se quitaba la chaqueta mientras veía a su compañero morir desangrado bajo un árbol. Éste sacó sus garras y se lanzó contra Aries. Sus garras eran más largas, más puntiagudas y más rápidas que las del otro. Eran tan veloces que consiguieron dañar ambos brazos de Aries. Esta se hizo hacia atrás y cogiendo impulso del árbol que tenía detrás de ella y saltó produciéndole un corte en las costillas al sujeto que se tambaleó por el dolor. Se levantó y trato de atacar de nuevo a Aries. En ese segundo, Nina se concentró y consiguió traspasar su dolor al enemigo mediante sus poderes, haciéndole aún más daño. El sujeto se tendió en el suelo y Aries pensaba que había ganado.
En un instante, el ser alargado consiguió levantarse y pegar un fuerte y tremendo alarido en dirección al cielo, antes de caer muerto contra el suelo. Pocos segundos más tarde, aparecieron las sombras que Aries había despistado al entrar al bosque. Con ese grito, había conseguido darles mi ubicación, pensó Aries.
- ¿Enserio vais a ser perritos falderos? Podemos obviar esta parte, mirar a vuestros compañeros, ¿queréis acabar así? – dijo Nina tratando de disuadirlos y señalando a los cuerpos que se encontraban inertes en el suelo de aquel claro.
Las dos sombras miraron los cuerpos y tras un instante de duda, sacaron sus afiladas garras. Aries volvió a empuñar la daga que había guardado antes del grito. Estos seres eran mucho más rápidos. Aries consiguió pasarle todo su dolor a uno de ellos, consiguiendo pasarle sus heridas a él y tras dejarle indefenso, pudo cortarle la garganta. Haciendo este movimiento, Aries quedó indefensa y el otro ser se le acercó por detrás y le clavó las garras en la espalda. Nina sufrió un tremendo dolor en la espalda y dejó caer la daga. Cuando Aries comenzaba a sangrar, la figura sombría le dio la vuelta. Mientras la tenía sujeta por la espalda, su otra mano le clavó las garras en el estómago. Aries pegó un grito tan fuerte que fue capaz de agitar a los árboles. Finalmente, mientras las lágrimas caían del rostro de Aries y sabiendo que iba a morir sin poder salvar a nadie, la sombra le cortó la garganta con su otra mano. Tras esto, soltó a Aries de su agarre y esta cayó al suelo mientras lloraba y se desangraba. Empezó a ver borroso y no podía sentir el cuerpo. Viendo a la sombra marcharse, Aries murió en el suelo de aquel claro, llena de sangre, lágrimas y culpabilidad.
Tras sentir como el cuerpo de Aries caía muerto sobre el suelo como si fuera yo, me desperté gritando y muy alterado de la cama. Notaba como me ardía la espalda y no podía parar de llorar. En ese momento, Iris entró corriendo en mi cuarto y me abrazó. No consiguió calmarme debido a que estaba demasiado lleno de dolor, pero su presencia significaba mucho para mí. Me consiguió levantar la parte de la espalda de mi camiseta mientras yo no paraba de temblar y de gritar y consiguió ver como aparecía un símbolo negro aparecía en ella.
- Cariño...-dijo mientras me abraza y mantenía mi cabeza en su pecho.
- Es Aries, Aries a muerto – dije con una mezcla de dolor y lágrimas.
Tras varias horas llorando y gracias a la compañía tranquilizadora de Iris, conseguí dormirme con un gran dolor y una nueva marca en mi espalda.
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Zodiaco
Science Fictionlos espíritus estelares huyeron del cielo y ahora se encuentran en la Tierra tratando de sobrevivir a una gran amenaza