Estaba en mi cuarto escuchando música clásica y haciendo algunos collage para decorar mi nuevo cuarto. Era domingo así que estaba de muy buen humor. Todas las personas piensan que el domingo es para deprimirse pero pienso que es el mejor día para poder hacer lo que te plazca, tal vez correr, cabalgar, o simplemente tumbarte en la cama a mirar el techo.
Pasaron dos semanas desde que había visto a Jared y estaba de lo más contenta, me ponía nerviosa con el rondando. En cambio Ethan, un poco más y se mudaba a nuestra casa. Ya me había acostumbrado a su presencia, era muy divertido y hacia feliz a Mel.
Esa misma tarde salí para ver a mi caballo, que hacía una semana mi amiga lo había comprado para mí. Cabalgué al otro lado del pueblo hacia mi lugar especial. Había encontrado un árbol enorme donde bajo el se posicionaba una piedra formando un gran banco para sentarse, me gustaba ir ahí y leer un poco.
Cuando me aproximaba al lugar noté que no estaba desocupado. Aminoré el trote y cuando llegué vi que Jared estaba apoyado observando el árbol con mucho entusiasmo. Bajé del caballo y lo amarré a un árbol más pequeño. Caminé hacia él y me senté en la roca. Había pasado tiempo como para que me afectara lo que hacía.
Sacando mi libro empecé a leer cuando escuche su risa. El se estaba riendo de mí, no sé qué pensaba pero estaba loco.
-Harás como si no estuviera aquí.- me susurro en el oído y me gire para que me viera asentir con la cabeza pero no estaba allí, en su lugar se sentó al lado mío en la roca y me arrebato el libro y empezó a leer en voz baja.
-Devuélvemelo Jared ¿Qué haces acá?- le dije intentando recuperar mi libro.
Levantó la mirada y me encontré con unos ojos dolidos, nunca lo había visto así.
-Lo siento.
-¿Por qué lo sientes?- me imaginaba a qué se refería pero quería que me lo dijera en la cara.
-Por todo, te trate mal sin sentido y te hice llorar. Soy un idiota- bajo la cabeza y me devolvió el libro. Lo tomé y me puse de pie para dirigirme a mi caballo y largarme de allí.
-Espera, perdóname.- No hice caso, seguí caminando hasta que me agarro de la muñeca y me giro.
-Solo aléjate ¿sí? No tengo energía para volver a lidiar con vos.- se lo escupí en la cara, este chico era bipolar, estaba segura.
-Auch, eso dolió. Pero te perdono, sé que eres buena.
-Suéltame, y mantente alejado de mi.- mi corazón se estaba saliendo por mi boca, su contacto me afectaba, era malo pero me agradaba y me hizo sentirme tan boba.
Me miró con ojos de cachorro y se quedo unos minutos pensando, luego se acercó y agacho su cabeza hasta que estuvo a milímetros de mi cara. Acerco sus labios a mi oído.
-Hablas dormida ¿No sabías?- eso era lo que menos me esperaba, estaba agitada por el solo hecho de que estuviera tan cerca mío.
-¿Y eso que tiene que ver?- le pregunte, no había forma de que mantuviera una conversación coherente con este chico, me sacaba de las casillas.
-Bien, te lo explicaré. Cuando estabas borracha y me acosté a tu lado, no me dormí al principio. Te observaba, te veías hermosa pero no iba a ser un depravado y besarte mientras no estabas consciente, luego en tu sueño gritaste algo.- me miró a ver si me acordaba de algo, pero no tenía ni idea de lo que me hablaba, se dio cuenta de mi expresión y continuo.- dijiste Hellensfort. Este apellido pertenece a un hombre que cuando era chico se llevo a mi padre a un lugar clandestino del gobierno para hacerle un experimento, mi padre acepto pero nunca más volvió. Después de unos años volvieron para decirnos que el experimento había fallado y que mi padre falleció. Odie al hombre por toda mi vida. No sé que seas tú de él pero por eso me había alejado, me trajiste recuerdos espantosos.- Se empezó a estremecer y note una lagrima cayendo por su mejilla. Me tomo mucho de mí no limpiarla y hacerlo sentir mejor.
-Uh, creo que en vez de tratarme como lo hiciste tendrías que haber preguntado mi nombre.- el estaba confundido, yo no tenía nada que ver con esa familia, pero entendía porque estaba tan furioso conmigo.
-¿Cómo te llamas princesa?- Bien, ahora el también me llamaría igual que Mel, genial!
- Soy Vera Cooper.
Me miró confundido. No entendía a que iba todo esto, pensé que sabía que Mel era la que llevaba el apellido de su padre patán.
Reconocimiento paso por su cara.-Entonces Mel no es Melania Brown. ¿Verdad?- Negué con la cabeza y me di cuenta que mi amiga les había mentido para que no sepan quién es su padre. La entendía por una parte, ella no tiene nada que ver con su familia, solo hace lo que tiene que hacer como hija del señor Hellensfort.
Luego de que estaba enfrascado en sus pensamientos se giró hacia mí y cambio su mirada, se volvió más tierna y llena de sentimientos. Me estampó contra el árbol más cercano, puso una mano en mi cintura y con la otra acunó mi rostro.
-Me gustas Vera. Y tú eras mi paloma blanca.- Luego de eso me besó. Fue uno de esos besos tiernos y largos. Fue emocionante, estaba en el cielo por un momento. Hasta que se retiró con brusquedad, yo estaba cegada por la pasión y no entendía por qué se había apartado de mí, ya no lo quería lejos, lo necesitaba, quería estar siempre al lado suyo, me consumía.
Salí de mi ensoñación cuando me empezó a sacudir y a gritar mi nombre.
-Vera! Despierta! Corre Vera- Estaba asustado, en sus ojos había terror, necesitaba saber qué pasaba.
-¿Qué? ¿Por qué?- Estaba empezando a correr a su lado cuando escuche un estruendo detrás de nuestras cabezas.
-¿Qué está pasando Jared?- le pregunté, estaba asustada pero más estaba intrigada por lo que estaba pasando, quería respuestas así que me detuve y giré para ver que era.
Fue impresionante, nunca había presenciado algo por el estilo, cuando uno piensa que ha visto todo en el mundo nunca se imagina que esta por avecinarse, y cuando uno se siente seguro, puede que todo se desmorone en cuestión de segundos.
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Diez mil años
Fantasy¿Qué pasaría si todo tu mundo se pone de cabeza? Vera Cooper se enfrentará a todo un mundo nuevo para ella. Pero ¿A qué costo? ¿El apocalipsis? ¿O todo es obra del gobierno?