Capítulo 14

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Victoria había arrasado con todo el cuarto, había buscado en su cama, en los cajones de su ropa, en los bolsillos de sus pantalones, incluso pidió permiso a Camila y a Melisa para buscar en sus cosas pero no encontró su preciada foto.

Trató de recordar en dónde la había visto por última vez, sabía que la había metido en el bolsillo de su pantalón pero no la había encontrado. En el mejor de los casos se le habría caído en el trayecto al internado y en el peor, alguien del internado la habría encontrado. Eso definitivamente sería lo peor para Victoria, no quería que la vieran con pena, odiaría que Guillermo la encontrara y su manera de mirarla cambiara.

-Vicky, tu cita con Guillermo es en cinco minutos.-dijo Camila desde su cama. Estaba leyendo un ensayo para una clase. Melisa se había ido a la lavandería y Camila no tuvo de otra que hacer los deberes.

-No es una cita.-dijo Victoria con calma.

Se miró en el espejo, su cabello estaba arreglado en un moño despeinado (no porque ella lo quisiera sino porque su cabello estaba imposible) y se veía una delgada sombra debajo de sus ojos, mostrando su cansancio. Rió para sus adentros, si esa fuera una cita con Guillermo no saldría así, aún con su uniforme de la escuela y esa cara.

-Ya, te ves linda, será mejor que te apures si no quieres llegar tarde.-dijo Camila.

-¿Desde cuándo te interesa la puntualidad?-preguntó Victoria, tomó su libro y libreta.

-¡Sal ya!-dijo Camila riendo.

-Nos vemos al rato.-se despidió Victoria.

Caminó rápido para poder llegar a tiempo, no quería que Guillermo pensara que lo dejaría plantado de nuevo. Guillermo ya estaba sentado en la mesa más lejana a la bibliotecaria, Victoria notó que había un letrero nuevo que tenía grabado " FAVOR DE GUARDAR SILENCIO", tal vez se había cansado de recordárselo de la múltiples veces que habían hecho ruido mientras estaban ahí.

-¡Hola Tori! Llegaste.-dijo Guillermo fingiendo sorpresa.

-Claro que sí, necesito esas clases Ferraez.-contestó Victoria.

-Desde ahora, soy profesor Ferraez.

Victoria rodó los ojos.-No empieces Ferraez.

Guillermo rió.-Lo siento, no empezaremos hasta que lo digas.

-¿Decir qué?

-Profesor Ferraez.-dijo Guillermo con una sonrisa burlona.

-Ni lo pienses.-dijo Victoria, su boca ligeramente fruncida.

Guillermo se encogió de hombros y se cruzó de brazos.-Estoy dispuesto a esperar hasta que lo digas, no soy yo quien necesita las clases.

Victoria suspiró resignada.-¿podemos empezar por favor, profesor Ferraez?-murmuró malhumorada.

Guillermo pareció complacido.-Claro, pupila.

Habían estudiado por 30 minutos seguidos, Guillermo era un buen tutor con su desmedida paciencia le explicó a Victoria los temas con facilidad, tenía un don para hablar y darse a entender.

-Perfecto, ahora un descanso.-dijo Guillermo, se estiró y bostezó.

-¿Un descanso? ¡Apenas hemos estudiado treinta minutos!- dijo Victoria.

Aunque sentía que habían estudiado mucho tiempo más, habían avanzado demasiado para haber estudiado solo media hora.

Guillermo tomó su mochila y buscó dos barras de chocolates, una de chocolate blanco y otra chocolate con leche. Le dio la de chocolate blanco a Victoria, quien al instante cambio de parecer acerca de su descanso.

La danza del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora