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-Assh- se pasó una mano por el rostro, enfatizando su frustración- ¡¿Cómo puede ser posible?!- gruñó apretando los dientes.

Volvió a bajar la vista a la hoja que estaba sobre su mesa y frunció el ceño. Junto a su nombre se hallaba la palabra reprobado seguida por cientos de correcciones que le dejaban absolutamente todo el examen en color rojo.

Esperó a que todos sus compañeros abandonaran la sala, para dirigirse arrastrando los pies hasta el escritorio del profesor, el cual estaba llenando la lista de asistencias y no le prestó atención, como si estuviera esperando a que ese momento llegara.

El muchacho chasqueó la lengua, y puso la hoja de manera brusca sobre el papeleo del mayor, una sonrisa desafiante se le dibujó en los labios.

-¿Quiere explicarme esto, profesor?- preguntó, cuando sus ojos se encontraron y el hombre arqueó una ceja.

-Creo que a eso debería decirlo yo, Seungri- respondió, relajando la postura para apoyar la espalda contra el respaldar de la silla y cruzar los brazos. –Este puede ser mi primer año trabajando en este instituto, pero nunca había visto aprobar a todos los niños de un salón, salvo uno.

-Assh, justamente ese es el problema. Debe haber cometido algún error y lo corrigió mal- se quejó, empujando ruidosamente una silla para sentarse frente al escritorio con el pecho apoyado en el respaldo. –Hágalo de nuevo, tengo tiempo- ordenó, con un leve movimiento de barbilla.

El mayor volvió a arquear la ceja y bufó, haciendo que el chico lo mire entrecerrando los ojos.

-Créeme que lo hice más de diez veces porque no podía asimilar lo que estaba leyendo. Pero no, definitivamente has desaprobado el examen, y con la calificación más baja.

-No pienso tomar clases de verano.

-Debería preocuparte más el hecho de que bajarás el promedio en tu boletín por esto- bufó. –Sin embargo, hay algo que no logro entender.

-¿Qué cosa?- quiso saber, ladeando la cabeza.

-He hablado con tus profesores de matemáticas de los años anteriores y me dijeron que eras el mejor alumno. Que incluso has participado en las olimpiadas y todos los trofeos que se encuentran en el hall del colegio son logro tuyo. Claro está que, después de ver tu examen, no les creí y me dirigí yo mismo a corroborar a nombre de quién estaban y sí, en cada uno de ellos dice Lee Seungri. Por lo que supongo, entenderás mi sorpresa al ver que has sido un total fracaso en los tres exámenes que llevo tomados en el año.

-Mmmh- pensó un momento, llevándose un dedo a la comisura de los labios. –Quizás usted no es bueno enseñando.

-¿Acaso estás insinuando que soy un mal profesor?- frunció el ceño.

-¿Tal vez? Solo bromeaba, no se enoje- levantó las manos en modo de redención. –Pero hablando en serio, ayúdeme con esto, me matarán si tengo que repetir el año por una calificación.

–No es mi problema, Seungri.

-¡Pero sí el mío! Por favor- hizo un puchero, abriendo los ojos de la forma más tierna que le fue posible. –Hágalo como un favor y después me pide lo que quiera a cambio.

-¿Qué clase de propuesta es esa?- preguntó sorprendido. El muchacho se encogió de hombros y sonrió. -¡Oh dios!- exclamó, cubriéndose la boca con una mano. –Dime que esto no tiene nada que ver con lo del audio...

-No sé a qué se refiere- lo interrumpió, desviando la vista a un lado.

El mayor suspiró llevándose el labio inferior entremedio de los dientes y se acomodó los anteojos con dos dedos. –Está bien, te daré tutorías todos los días después de clases por las próximas tres semanas. Claro, solo si es que no tienes nada para hacer, porque de lo contrario, buscaremos otro horario que nos quede cómodo a los dos-

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