El juego de Troy

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Delia

Respiración acelerada.
Sudor frío.
Temblores.
Insomnio.
Es la tercera noche consecutiva en la que me despierto debido a mis sueños.
Nunca debí leer ese libro.
El juego de Gerald* escrito por Stephen King, el hombre al que más disfruto leyendo.
No he tenido problemas cuando he visto algún San Bernardo después de leer Cujo.
Tampoco los tuve si veía pallasos o niños con chubasqueros amarillos después de leer It.
Disfruté leyendo Carrie, Christine, El resplandor, entre muchos otros.
Pero El juego de Gerald es distinto.
Y lo es porque a Troy se le pone dura cuando me ata.
Creí que eso no sería un problema para mi.
La vez que lo hicimos lo disfruté mucho, pero entonces Eva no me había prestado este libro y mi novio no había aparecido en la habitación con cuerdas nuevas para jugar.

Así que ahora no sabía como decirle que no quería que me atase porque me daba terror que me pasase lo mismo que a la protagonista.
No importaba lo mucho que me recordase a mi misma que en realidad no era lo mismo porque nosotros no estábamos solos en medio de la nada.
La mente era una perra con muy mala leche.

-Respira hondo y tranquilizate. Tengo que tomarte la tensión, Delia.
John ha estado conmigo los últimos diez minutos.
Parece ser que alguien se ha ido de la lengua, Troy, y le ha contado lo de mis pesadillas.
Quizá si supiera acerca de que son habría mantenido la boca cerrada, pero he estado aplazando lo de contárselo.
-Estamos bajo presión. Es normal que esté nerviosa.
-Pero sigue siendo malo para el bebé. Escucha bien, Delia. Sea lo que sea que tengas en la cabeza ahora mismo, sea lo que sea que te preocupa debes hacerlo a un lado. Y si depende de ti aclarar lo que sea que te preocupa, hazlo ya.
Bien, yo podría estar un poco acojonada ahora mismo. Es decir, ¿los obstetras eran videntes o algo?
-Soy observador.
Y lector de mentes.
-¿Del?
Me volví hacia Troy, quien había permanecido a un lado mientras John me controlaba la tensión.
-Yo ya estoy. Duerme un poco antes de la cena.
John salió de la habitación sin decir otra palabra y esperé a que Troy se acercase y se tumbase a mi lado.
-Estoy teniendo pesadillas sobre ser atada. -le interrumpo antes de que pueda decir algo.- Eva me prestó un libro y bueno...
Decido enseñarle el susodicho para no tener que avergonzarme más.
-Pero Del, esto...  Es ficción, nena.
-Lo sé, pero no lo puedo evitar.
-Escucha cariño, atarte me excita pero antes de mostrarte esa parte de mi, el sexo entre nosotros era increíble y concebimos a este bebé teniendo sexo como el resto del mundo. Si no estás cómoda con que te ate, no pasa nada.
-Pero te gusta.
-Si, pero no lo necesito. Si en un futuro quieres volver a probar, lo haremos.
Coloca su mano sobre mi vientre y un ligero movimiento en él nos hace mirar hacia el lugar.
-¿Es lo que creo?
-Parece que dijo hola papá.
Sorprendida, descubro lágrimas en sus ojos.
Con la ayuda de los pulgares, se las retiro.
-No dejaré que os pase nada. ¿Lo sabes, verdad?
-Confío en ti, Troy. Con mi vida.
Sus labios se juntan con los mios antes de abrazarme y cerrar los ojos para dormirse poco después.
Cuando estoy segura de que está totalmente dormido, salgo de la cama con cuidado y voy hacia el armario.
Su maleta se encuentra en el altillo.
Requiere un poco de esfuerzo para mi cogerla, dada mi altura, pero finalmente lo consigo.
Una vez abierta, acaricio con cierto reparo la cuerda de fibra natural roja que hay en su interior.
Asegurándome de que no ha despertado, rodeo mis muñecas con ellas, esperando sentir miedo, pero todo lo que siento es expectación.

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* El juego de Gerald, publicado en mayo de 1992, nos narra como Gerald y Jessie van a su cabaña cerca del lago para hacer el amor. Gerald trae unas esposas y aunque Jessie ya se está acostumbrando a ellas, hoy no le apetece estar esposada en la cama. Gerald, hace oídos sordos a la petición de su mujer y continúa con su juego. Ella trata de defenderse y le golpea, causándole un ataque al corazón.  Con la muerte de su marido, Jessie se percata de que está sola y atada, siendo los únicos seres vivos que se acercan por allí un famélico perro que tiene mucha hambre y un necrófilo que se dedica a abrir tumbas.
Acuciada por el hambre y la sed, asediada por los fantasmas del pasado, adquiere conciencia de que la realidad es más pavorosa que la peor de sus pesadillas.

Noches de tormenta (Serie Love 16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora