Victoria Santiesteban no podía creer que su marido, el hombre con quien vivía hace 25 años la estaba traicionando con una chica que podía ser hija de los dos por tan joven. Había organizado toda una fiesta con intención de celebrar su aniversario de boda, pero él no volvió de su trabajo... Sabía que estaba con la otra y esto le dolió más que la vergüenza de disculparse con los invitados. Tuvo que decirles una mentira que ni ella creería. Era una estúpida y ahora estaba sola en aquella enorme casa tomando algo fuerte para olvidar todo que la hacía daño, pero el teléfono empezó a tocar, sin embargo ella estaba decidida a no contestar. Todavía, la persona que llamaba tenía mucha insistencia, por lo que no tuvo otra opción.
- Qué quieres, Camila? (preguntó con la voz apagada).
- Ayy... Como supo que soy yo?
- Olvidaste que soy una bruja? Principalmente para mi marido. No ves? Prefirió quedarse con ella en nuestro aniversario de boda (empezó a llorar).
- No, no amiga... no te quedes así, menos por el imbécil de Henrique.
- No puedo evitarlo. No son 25 días, son 25 años que yo dediqué a él, a nuestra familia. Jamás imaginé que me traicionaría...
- Así son los hombres, amiga... Por esto no cambio mi vida de soltera por una relación.
- Ah... por favor, Camila! Tú no cambia de vida, porque eres una bandida. Es la que rompe el corazón de los hombres.
- Ya... Intentaba consolar a ti, pero me olvidé que es mi amiga y me conoce más que nadie (no pudo con la risa contagiando también a Victoria). Logré hacerte sonreír...
- Siempre lo logras... Pero, porque me llamasteis? Se supone que estaría divirtiéndose con un joven...
- Ay, no te burles. Él no es tan joven como crees...
- Ah, no? Te parece poco que tenga edad para ser tu hijo como también mío?
- Pero no es!
- Como quiera, Camila! Ya no pelearé sobre esto, además tú es quien disfrutará!
- Bueno, por esto te llamé. También quiero que tú disfrutes.
Victoria, que en este momento estaba tomando un poco de la bebida que llevaba en la mano, notó como la misma salía de su boca como cascada directo al suelo.
- Barbaridad, Camila! Sabes que soy una mujer de respecto. Esto de hacer... a tres es inmoral. Soy tu amiga y haría muchas cosas por ti, pero esto no!
Se podía oír la carcajada de Camila al otro lado del teléfono.
- Ay, Victoria! No es lo que estas pensando. Por Dios!
- No? Entonces sea clara, porque no te comprendí.