Le encontró en el suelo, en un charco de sangre que le brotaba de la cabeza, junto a una pistola y una nota en el lava manos. La comenzó a leer:
No sé como empezar esto... siempre me ha costado expresar mis sentimientos, y esta vez dudo que sea diferente. Simplemente diré el por qué a esta acción. Estoy harto, estoy cansado de escuchar las putas mismas palabras una y otra vez. Que si no valgo para nada, que tengo que seguir la tradición, que os vais a suicidar, que tengo la culpa de todo lo que os pasa. Ya vale joder. Tengo sentimientos y paciencia, y una la habéis sobrepasado, y lo otro lo ignoráis. Pues ya basta, estoy harto mamá y papá. No pienso seguir la tradición familiar, ¿qué no valgo nada? Lo sé, pero tampoco hacéis nada para ayudarme. Estoy hasta la polla de siempre lo mismo y que no os déis cuenta. No voy a seguir vuestras reglas, yo tengo una vida, que vosotros me habéis jodido. Ah, y papá, sí, he usado tu arma favorita para cazar, y ahora llámame cabrón si quieres por mancillar tu arma más preciada, pero que sepas que tú fuiste quien apretó el gatillo, yo no.