Escribió sobre una nota con la pequeña letra cursiva, otorgándosela a la mesera que iba y venía apresurada con el tiempo pisando sus pies.
'Ginebra Suizo'La rubia mujer a su costado izquierdo sonrió mientras centraba toda su atención en él, la música era alta y hombres creaban problemas por deudas en el billar. El castaño simplemente se dedicó a mirar los pequeños hielos dentro de su bebida y supo que estaba perdido.
El tacto de la piel de aquella mujer era tan parecida a la de Beverly, sobre todo por las delgadas y rosadas uñas que poseía.
-Hola, cariño- Una amplia sonrisa se formó en los labios rojos de la mujer sentándose un poco mas cerca y él simplemente sonrió, por que de saber lo que sucedía realmente, seguro ella se marcharía -¿Qué haces por este lugar tan solo?- Recargó sus brazos sobre la barra mostrando un poco mas abajo del escote, él simplemente negó -Entiendo tu problema- Una dulce risita salio entre dientes y acarició el cuello del castaño provocando que su piel se erizara -No te preocupes, en el sexo no tienes que hablar- Las cejas del muchacho daban a saber que estaba confundido, había ido directo al grano y eso le hizo un poco de gracia.
Ella no perdió tiempo atrapando los labios rosados de él, con nerviosismo Bill colocó sus manos alrededor de la cintura de la mujer atrayéndola un poco más, teniendo la confianza suficiente como para cerrar sus ojos.
Se detuvo un momento y él la miró.
-No creo que quieras hacerlo en este lugar ¿o si?-
Él negó levantándose junto a ella hasta salir del bar. Se posicionó frente al muchacho con una sonrisa llena de seducción y sus dedos se enredaron en la orilla de los pantalones de él tocando el botón color bronce, cosa que lo puso algo nervioso.
-Tranquilo, bebé- Rió deslizando su cuerpo hasta quedar en cuclillas y retirar el cinturón de tela que mantenía los pantalones del chico en su lugar, bajó la prenda interior dejándole expuesto. Pero segundos después el retrocedió, subiendo los jeans rápidamente abotonandolo sin mirar a la chica de nueva cuenta hasta que escuchó una risa incrédula.
-Te estoy haciendo el favor- Elevó su voz y él solo la miró con seriedad mientras sus ojos comenzaban a irritarse un poco sin alguna razón, era la excusa perfecta para marcharse.
-¡Vete, cobarde!- Sintió el cigarrillo chocar contra su camiseta segundos después de que le dio la espalda, ella se lo había arrojado, sus manos estaban temblando y en el camino la neblina en las extremidades de la carretera comenzaba a exparsirse.