Marcos está nervioso .Está esperando una llamada. Suena el teléfono. El número es el 666, predecible. El teléfono y el mueble que lo sostiene empiezan a arder, de las llamas aparece Satán. Marcos está confuso, él se esperaba un ser enorme con un cuerpo hercúleo que impusiera, que portara un gran y afilado tridente y que estuviera acompañado por un coro de demonios que le acompañaran al ritmo de heavy metal. Porque como bien decía la Madre Irene: "El heavy metal es cosa del demonio", como se nota que al lado del orfanato había un grupo de chavales que dedicaban las tardes a practicar con la banda. En lugar de todo lo dicho anteriormente, se encontró con un señor bajito, rechoncho y con pinta de funcionarios. Porque como bien decía la Madre Elena: "Los funcionarios son cosas del demonio", cómo se nota que la pobre mujer lo pasaba mal al ir a hacer cualquier papeleo por su cuenta. Aunque eso sí, tenía cuernos y era rojo, pero tampoco ayudaba que lo único que llevase fuese un maletín y que sus acompañantes fueran un par de cabras. Las cuales por cierto empezaron a mordisquear los muebles nada más aparecer, porque ya lo decía la Madre Marta: "No es bueno tener cabras en casa, son un quebradero de cabeza", cómo se nota que la mujer se crió en una granja. Marcos pensó por un momento que parecía un tomate, estuvo a punto de reír al ver a ese tomatillo andar y sentarse en el sofá, pero entonces recordó la gravedad de la situación. Porque, como decía su amigo Angel, regularmente en la hora de la comida: "Eso de los tomates tiene que ser cosa del demonio", Marcos aún recordaba aquella vez que la Madre Irene le escuchó y le dió una colleja, menudo carácter que tenía la mujer. Sus pensamientos fueron interrumpidos por aquella verdura.
-¡Siéntate chico! - le dijo el tomate desde un sofá.
-¡Sí! - dijo Marcos muy nervioso, mientras el tomate sacaba un cuaderno del maletín.
- A ver... Nombre Marcos, edad 8 años, ciudad bla-bla-bla... De acuerdo hagamos esto rápido, te concedo 3 preguntas. De lo que quieras, es mi deber proporcionarte la verdad-dijo con prisa.
Marcos no entendía nada, él sabía que tenía que esperar una llamada del infierno, pero se encontraba confuso igualmente.
-¿Por qué ha venido usted y no Dios?- dijo Marcos mientras miraba al suelo y se frotaba las manos con nerviosismo.
- Vamos por turnos, ha sido así por una cuestión de mitad y mitad- dijo de forma desagradable.
La confusión de Marcos iba en aumento.
-¿Voy a ir al cielo o al infierno?-dijo Marcos, en un tono de voz aún más bajo que el anterior.
-Teniendo en cuenta que estoy aquí para decirte eso mismo, me parece que acabas de malgastar una pregunta de forma un poco tonta-dijo de forma aún más desagradable.
Marcos se sintió muy tonto, como en clase de mates cuando no era capaz de ir al mismo ritmo que sus compañeros.
-Te queda solo una pregunta, elige sabiamente-dijo con un tono de voz muy monótono.
Marcos vaciló durante un momento.
-¿Puedo ir al baño?-dijo en un tono de voz aún más bajo que las veces anteriores.
-Date prisa-dijo suspirando.
Se levantó del sofá, al salir del recibidor y entrar al pasillo se encontró con las dos cabras, que ya habían acabado los cuadros con imágenes bíblicas y estaban empezando con la, aparentemente, deliciosa alfombra. Cruzó el pasillo en el que se encontraban las habitaciones donde él y sus compañeros dormían, ya que al final se encontraba el baño. Una vez en el baño se echó agua en la cara y se dispuso a volver por donde había venido, pero cuando pasó por el que fue una vez su cuarto, bueno su cuarto y el de 19 niños más, recordó su pequeño tesoro. Marcos entró, se acercó a un lado de la cama y levantó un tablón del que sacó un tarro de cristal. Tarro que había desaparecido hace ya cosa de un año del despacho de la Madre Elena, el cual tenía una etiqueta pegada: "Tarro de palabrotas" y contenía dinero en todas sus formas: monedas, billetes reales y pintarrajeados. Una vez con esto entre sus manos volvió corriendo al recibidor, dispuesto a hacerle un pequeño soborno a la hortaliza. Porque como decía la Madre Marta: "Un soborno al año no hace daño".
Marcos llegó y dejó el tarro sobre la mesa.
-Chico...
-No, no, no, espere, por favor-titubeo Marcos.
-Por lo que veo ya sabes de qué va esto.
Marcos miraba hacia abajo avergonzado.
-Si no querías acabar en el limbo haberle dicho a alguna monja que no estabas bautizado y todo hubiera sido más fácil-dijo.
-Pero...-suspiró Marcos.
-¿Si?-preguntó.
-La Madre Irene tiene mucho carácter...-dijo.
-Lo siento chico-dijo el tomate mientras chasqueaba los dedos.
Marcos se sintió mareado, todo a su alrededor se sentía extraño. Cerró los ojos, los abrió, de golpe estaba en el limbo. Un lugar oscuro y gris, con un ambiente depresivo y cuyo frío paisaje parece hostil. Marcos no tiene tiempo de sentirse indefenso, porque ya hay algo que le ronda en la maleza. Se acerca, se aproxima y....
-¡Pero si es un perrito!-dice Marcos-Un perrito con media espalda aplastada como si le hubieran atropellado... ¡Pero un perrito después de todo! ¿Que te paso pequeñín? ¡Uy, llevas una correa! ¡Seguro que también atropellaron al idiota de tu dueño! ¡Pero claro, él estaría bautizado y tu no! Por eso te abandono... ¡A que sí! ¡A que sí!-dijo Marcos con la típica voz irritante con la que nos dirigimos a los perros.
Dicho esto, Marcos y su nuevo amigo se marcharon para la eternidad.
¿Qué os ha parecido? Yo como narrador me alegro de ser ateo. ¿Por qué? Porque en el caso de que exista un Dios, el hecho de no creer en él me hace inmune. Espera, ¿qué no es así?. Ah ya me acuerdo, el ser ateo le quitaría fuerzas, ¿verdad? Ah no eso es con Freddy Krueger. Bueno, en resumen, que si hay un Dios voy apañado.
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"Sobre la religión" [RELATO]
HumorPues mira, esto es un relato que hice para un concurso del instituto... quede primero... si, despotricando sobre la religión, no he usado hacks lo juro.