Su corazón palpitaba desbocado, su respiración estaba agitada y tenía esa sensación horrible recorrer su cuerpo entero. Una premonición, un presentimiento enfermizo de que algo iba a suceder la había asaltado mientras manejaba rumbo a su casa.
Sabía que estaba siendo un tanto paranoica, esa película de terror antigua había sido un fiasco y sin embargo, estaba segura de que algo tenía que ver. Esos ojos no dejaban de reproducirse en su memoria. Ojos rojizos y perturbadores escarbando en su alma su más profundos miedos.Las luz de uno de los autos la encandiló y la obligó a entrecerrar sus ojos. Fue en ese instante en que su mirada se enfocó en su mano. Jamás podría explicar el miedo rotundo que sintió, antes soltar un grito que nadie escucharía.
—¡Ah!
Intentó sacarse esa maldita araña de su mano. Pero... El auto pasó la orilla al soltar el volante y luego, como todo estaba planeado, se perdió en la oscuridad del bosque. Se escuchó un estruendo hacer eco en el sitio, pero nadie, más que los árboles viejos y un par de alimañas fueron testigos de aquello.
Al menos, así hubiera sido si aquella mujer cubierta de harapos de tela negra, no hubiera aparecido caminando por el medio de la carretera. Se quedó observando un instante el horizonte antes de agacharse y tomar la pequeña criatura cerca de sus pies. Su sonrisa era siniestra bajo el tenue brillo de la luna. Aunque... Nada era más espeluznante que su voz ronca.
—Sólo quedan dos...
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ARAÑA.
HorrorEsos ojos no dejaban de reproducirse en su memoria. Ojos rojizos y perturbadores escarbando en su alma su más profundos miedos.