25.- Mi salvador

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Estiro mis brazos para despertar por completo, mi cama es tan cómoda que no quiero salir de ella en todo el día. El aroma de Pedro aún está impregnada en mis sábanas. Mi cuerpo se estremece al recordar lo que pasó apenas hace unas horas aquí mismo. Suelto un gran suspiro.

La bolsa con el vestido que compré entra a mi campo de visión  _Pedro no mencionó la dichosa fiesta_  decido no pensar más en el asunto, de todas maneras no tengo ánimos de ir.

El día pasa sin darme cuenta, de no ser por una llamada de Erick pidiéndome no faltar, no me habría dado cuenta de la hora.

En todo el día no he tenido señales de Pedro, no me extraña. Seguramente está tan inmerso en su trabajo que ha olvidado llamarme o escribirme siquiera. Ruedo los ojos al darme cuenta que de nuevo está haciendo lo mismo.  _No voy a enojarme, no voy a enojarme, no voy... ¡Aghhh!_   

Tuve que pedirle unos consejos a Iza para arreglarme, no puedo ir así como así a esa famosa fiesta. Por lo que me platicó Erick, es el día en el que absolutamente todo el personal se esmera en llevar su mejor traje. Los dueños ponen total atención y cuidado para, de una forma, agradecer el esfuerzo de cada uno en la empresa.

Ya es hora de irme y no sé nada de Pedro. Le dejé varios mensajes de texto y no respondió a ninguno.

¿Le llamo?

¿No le llamo?

...

El pitido de mi auto me indica que he puesto el seguro. Doy un vistazo al lugar, el estacionamiento esta ocupado casi a la mitad de su capacidad, pero los lugares mas cercanos están llenos. Personas entran y salen de la enorme puerta de madera del salón. Tomo una gran bocanada de aire y me armo de valor  _Sólo saludo y me voy, es fácil_  me doy ánimos. La idea de estar en medio de tanta gente en un lugar cerrado me pone de nervios.

Camino por la alfombra que han colocado en la entrada, unos amables caballeros me ofrecen una bebida de bienvenida y la tomo entre mis manos devolviendo una pequeña sonrisa. La enorme puerta se abre para mi, el ruido y las luces no tardan en hacerse notar, aprieto un poco los ojos y cubro uno de mis oídos. Las pláticas de los presentes por encima de la música taladran mi cabeza conforme voy caminando. Tanto encierro estos años me hizo mal.

Germán me saluda a lo lejos agitando la mano y le devuelvo el gesto de igual manera, casi está irreconocible. En realidad todos se ven distintos vestidos así.

_Hola guapa, pensé que no vendrías_  Erick habla en mi oído haciendo que pegue un brinco.

_Dijiste que me despedirías si no lo hacía_  me quejo, él suelta una risita. Giro para verle de frente y juraría que hasta he babeado, mi jefecito está hecho un bombón.

_¡Hey!_  agita la mano frente a mis ojos y recuerdo que no he dicho más, seguro mis mejillas están igual o más rojas que la alfombra de la entrada.

_Emmm..._  carraspeo intentando salir de la situación  _Tanto ruido me pone nerviosa_  me excuso, aunque en realidad es cierto. Niega con su cabeza mientras ríe y coloca su mano en mi espalda para que camine junto a él.

_Lo siento por Palacios_  dice cerca de mi oído  _Pero el Sr. Gallardo nos ha puesto en la misma mesa_  mi piel se eriza al recordar que no pueden estarse quietos estando cerca.

_No habrá problema, él no vendrá_  pienso con tristeza, un nudo se instala en mi garganta y trato de ocupar mi cabeza en otra cosa para no llorar frente a todo el mundo.

Llegamos a la mesa y Erick me ayuda con la silla, hoy se le ve muy alegre.

_No veo a Andy cerca_  digo mirando en redondo el lugar.

Amor DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora