Bombas. Era todo lo que podía ver. Cientos y cientos de ellas cayendo del cielo.
Estaba hipnotizada, no podía dejar de pensar en Mel, en Ethan, en los del pueblo, en mis cosas. Quisimos alcanzar los caballos pero se asustaron y huyeron.
-Vera, escúchame, aquí cerca hay un refugio, solo corramos hacia allí y podre llamar a los demás, estaremos bien solo sigue corriendo conmigo.- estaba asustado, lo notaba en su voz. Solo podía mirarlo a él mientras corría, yo también estaba asustada y no podía pensar con claridad.
Oí un helicóptero, estaba segura que era uno. Me detuve para mirar al cielo pero no había nada, las bombas seguían su curso y parecían estar más cerca que nunca. Me giré viendo de donde provenía el ruido y lo vi, justo detrás de unos árboles se hallaba un helicóptero negro.
-Jared! Allí.- le señale al claro detrás de los arboles.- es un helicóptero nos pueden sacar de acá.- empecé a correr sin esperar respuesta pero sabía que él me seguía de cerca, nunca me dejaría sola.
Llegamos y solo pude vislumbrar un montón de hombres vestidos de negros y encapuchados, por un momento pensé que podrían ser terroristas y ellos eran la causa de las bombas pero luego oí mi nombre.
-Señorita Cooper, la hemos estado buscando. Tiene que acompañarnos. De prisa por aquí.- Comenzó a arrastrarme pero dejaban atrás a Jared.
-Espere.- mirando hacia atrás miraba a un muy angustiado Jared que no tenía idea que hacer.- El es mi amigo también quiero que me acompañe- estaba medio hablando medio gritando por todo el ruido. Hasta que lo sentí, me inyectaron, y dolió como nunca. Sentía que mi cuerpo estaba apagándose poco a poco, mis piernas debilitándose como cuando uno ha corrido millas y lo único que necesitas es un sillón confortable en donde descansar. Las voces eran cada vez más lejanas. Empecé a cerrar los ojos y caí en un sueño profundo. De lejos oí a alguien gritar mi nombre pero ya estaba desmayada. No sentía nada, solo los latidos de mi corazón. Una nube negra se arremolino en mi cabeza.
*****
Abrí los ojos, me sentía débil y no podía mover aún ninguna parte de mi cuerpo. Balbucee algo pero sabía que nadie me iba a entender. Para cuando pude reincorporarme me di cuenta de la situación, seguía en el helicóptero pero estábamos muy lejos de donde reconocería estar. Estábamos sobre el mar, no sabría decir si era el pacifico o el atlántico pero estaba segura que los hombres que tenía en frente mirándome expectantes no iban a responder ninguna de mis preguntas.
-¿Dónde está mi amigo?- Sabia la respuesta, seguro lo habían abandonado porque era lo más lógico, solo Mel me iría a salvar, y ella no le importaba Jared en lo mas mínimo.
Un hombre de unos cincuenta años de edad se quito su máscara y me miro a los ojos, eran color café oscuro, pero su mirada era tan intensa que me hacia recordar a mi papá cuando estaba yéndome en el avión lejos de él y de toda mi familia. Esa mirada que me decía que no me arrepienta, que siga adelante y que por sobre todo no recurra a ellos.
-Bueno, hola para usted también.- Ladeó levemente su cabeza- Su amigo se quedó en Castle Combe, está seguro pero se quería asegurar por si mismo que todos estuvieran bien.- Apoyo las manos en sus rodillas para acercarse unos centímetros.- Señorita, lo que acaba de presenciar es una obra del ejercito, necesitábamos hacerla.- Fue lo único que me dijo, quería hacer más preguntas pero lo que comencé a ver por la ventana fue suficiente respuesta.
Pasamos por Paris o lo que quedaba de ella, estaba todo destrozado, no había personas, era un gran agujero en la tierra y edificios y símbolos desperdigados por cualquier lado. Después de ocho horas de vuelo, pude corroborar que no quedaba nada. Todo estaba destruido, cada ciudad, cada persona, no existía. Mi mente daba vueltas y tenía un espantoso dolor de cabeza que tal vez fue producto de la inyección que me aplicaron. Empecé a llorar, no podía parar, tenia desesperación, quería salir de allí, no quería que nada de esto pasara, quería a mis papas y a mis amigos conmigo, pero muy en el fondo sentía que ni ellos ni nadie podía frenar esto.
No era considerada una persona que sufriera mucho por los demás, era más bien egoísta y me preocupaba por los que eran cercanos a mí. Pero mi corazón se rompió al ver todo ese desastre, estaba paralizada, estaba rota.
-Bombas atómicas.- Fue lo que me contesto el señor.
Lo mire con mis ojos llorosos.- ¿Cómo pudieron hacer esto?- desalmados, estúpidos, pero obviamente no les iba a decir eso, ni siquiera sabía quiénes eran, que podrían hacer conmigo.
-Déjeme presentarme señorita. Mi nombre es Malcom Hellensfort.
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Diez mil años
Fantasi¿Qué pasaría si todo tu mundo se pone de cabeza? Vera Cooper se enfrentará a todo un mundo nuevo para ella. Pero ¿A qué costo? ¿El apocalipsis? ¿O todo es obra del gobierno?