Danza De Sangre

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1, 2, 3... Al son de un vals nuestras miradas se encontraron.

Obscuro y arrogante, así te sentí, y también te desee:

Enredar mis dedos en tus cabellos azabaches, entrecruzar mis brazos en tu fuerte espalda y perderme en el reflejo purpureo de tu mirada unilateral, mientras me hacías conocer placeres que nunca antes viví. Me miraste de nuevo y con una sonrisa lasciva brillando en tus labios me invitaste a tu lado.

1, 2, 3... El mundo gira incesante mientras me guías por la pista de baile, las luces de cientos de velas giran sin parar a nuestro alrededor, como luciérnagas de fuego que buscan abrigar nuestros deseos más ocultos, aquellos que purgan por salir con este baile.

El sonido ahogado de la banda me llega como un murmullo, opacado por el tamborileo desenfrenado de mis latidos.

Veo tus labios acercarse a mí, para terminar susurrando ardientes promesas que a través de tu gélido aliento arranca oleadas eléctricas al entrar en contacto con mi piel.

-¿Te atreves?- Preguntas con sorna, no se trata de una invitación es casi una imposición,

aunque dudo de que pensara negarme.

Mi mano oprime la tuya, mientras tu otro brazo recorre el talle de mi cintura para atraerme hacia ti.

Cuando acercas tus labios para fundirlos con los míos en un apasionado beso, estos saben a gloria, añejos y robustos como un maduro tinto que esperaba ansioso ser degustado; dulces y prohibidos como el más oscuro chocolate. Sabían como nada que hubiera conocido hasta entonces. Notó el fuego del deseo en tu peculiar vista, mientras aumentas la intensidad.

"¿Seguimos bailando?"

Me pregunto a mi misma cuando veo los tenues destellos de la iluminación moverse a mi alrededor.

Tus manos antes estáticas en la pose del vals, cobran vida y sin pudor abandonan mi cintura y comienzas a recorrer mi espalda.

1, 2, 3... La danza extrema de reconocernos continúa.

Pegó mi cuerpo a tu fuerte torso y tu solo te ríes con suavidad, mientras tus dedos delinean la forma de mis omóplatos.

Me atraes hacia tí y me besas con pasión de nuevo, para que enseguida y sin darme tiempo a corresponderte, tus labios comienzan a marcar a fuego el contorno de mis pómulos, el borde de mi rostro y terminar delineando el largo de mi cuello.

Finalmente te detienes en donde los desbocados latidos de mi corazón forman una gruesa línea purpurea bajo mi clara piel.

-Ni se te ocurra perder el ritmo- Me dices y estoy segura que una media sonrisa decora tus labios.

Hay éxtasis en el timbre de mi voz cuando un gemido escapa por mi labios al tomarme; arrojó mi rostro hacia atrás dejándome arrastrar por la oscuridad, mientras tu disfrutas de marcar el ritmo.

1, 2, 3... Giramos en íntima armonía, danzando al ritmo que marcan mis latidos.

La oscuridad del suntuoso salón se acentúa a medida que las velas más lejanas se vuelven lagunas doradas donde las pequeñas llamas intentan mantenerse vivas, para acabar apagándose una tras otra.

Mi lábil mano cae pesada hacia el costado cuando tu la sueltas para tomar mi nuca y volver a atraerme hacia ti. Mis párpados sucumben ante la pesadez que los invaden cuando dejas de girarme y solo queda el sonido que produces al beber. El éxtasis inicial aun ronda sobre mi cuerpo, negándose a sucumbir ante el cansancio que se apodera de mi cuerpo y cuando finalmente te separas de mí, siento el vació de la soledad cubriéndome con su capa y finalmente caigo hasta lo más profundo del silencioso abismo.

1, 2, 3... El lejano repiqueteo del reloj cruza los umbrales de la oscuridad donde caí. Lentamente vuelvo a sentir el roce de tus revueltos cabellos cerca mio y el ahora cálido toque de tu piel sobre mi. Me atraes a tí y ahora con una delicadeza inusitada besas mi cuello, como si acariciaras con tu boca buscando borrar las huellas donde tus lujuriosos dientes profanaran mi piel.

-Te dije que no perdieras el ritmo- Susurras y puedo sentir el grácil revoloteo de tu aliento ardiente sobre mi cuello.

Al escuchar tu voz, intento abrir lentamente mis ojos. Mis párpados se niegan a abrirse paso entre las sombras, sin importar cuanto lucho contra ellas. Finalmente, luego de que pasaran lo que sentí como horas los abro a la luz. En medio del inexplicable brillo del ambiente, veo tu rostro inquisidor cerca del mio. Mis dedos se sienten entumecidos cuando los intento mover hacia tu rostro inexpresivo.

-Lo siento- Consigo murmurar quedamente- Es difícil seguirte el paso- Admito con una trémula sonrisa.

Vuelves a sonreír pero ya no sugerente, sino con tranquilidad. recorres el largo de mi faz con tus largos dedos, para continuar bajando por mi cuello y todo el largo de mi brazo hasta que finalmente los entrelazas con delicadeza sobre mi mano.

-Deberé castigarte por ello más tarde- Tu media sonrisa vuelve a dejar relucir tus brillantes colmillos, ahora levemente opacados por una minúscula mancha carmesí que decora sus extremos.

Asiento levemente, mientras embelesada estudio el cambio en tus rasgos. Me ayudas a incorporarme y con calma me dejas adaptarme; el silencio que cubre la habitación me confunde: dejo de requisar tu rostro, para observar la oscura habitación donde nos encontramos. Todo parece carente de vida en el salón, ahora que la oscuridad lo invade con su velo. Una solitaria luminaria crea una isla de naranja brillo en el centro del lugar.

-¿Qué sucedió con la música?- Cuando volteo a ver tu rostro confundida por tanto silencio, comprendo el error que cometí

-¿A cuál música... Te refieres?- Preguntas y puedo sentir la burla mal disimulada en tu voz.

No es tan dificil entender que mi mente me jugó una mala pasada y me creo una perfecta ilusión para completar el momento, por lo que trató de huir para evitarme evidenciar mi vergüenza.

-Olvidaló. Creo que será mejor que vaya a ver a Kero, le prometí...-

Las palabras quedan flotando en el aíre cuando me atraes de nuevo hacía ti y pegando mi espalda a tu pecho.

-Keroshane no es importante. Puede esperar- Susurras en mi oído, causando un estremecimiento en todo mi cuerpo- ¡Quédate!-

Agradezcó que no puedas ver mi rostro, aunque se que notás como los látidos de mi corazón se aceleraron de repente. Sabía que no debía aceptar participar en este peligroso juego, sin embargo accedí y se que perdí al dejarme llevar por la más tonta de las emociones. Respiró profundo y ruego que mi voz no delaté el conflicto interno en el que vivó y sonrió quedamente, aunque tu no puedas verlo.

-Prometí ayudarte, pero creo que ya no me necesitas más-

-Es posible que no- Siento como dejó de respirar por un momento cuando escucho tus palabras.

Tomas mi rostro con firmeza y lo vuelves hacía ti mientras sonríes irónico

- Pero el baile aún no termina ¿Sabes?-

-¿Acaso te burlas de mí?-

Intentó empujarte, cuando siento el sonido de tu risa llenar el lugar, mientras me sueltas de tu abrazo. Sorprendida intentó alejarme, cuando tú solo me dedicas una sugerente inclinación.

-Baila a mi lado otra vez, juntos podremos crear la más perfecta sintonía. Solo debes dejarte guiar- Tu mirada vuelve a brillar por el deseo cuando me sonríes expectante.

La dulce trampa queda colocada frente mío. Solo puedo mirar fijamente tu mano extendida hacía mi y aunque trato de evitarlo, caigo en ante la tentación de revivir el momento. Tomó tu mano nuevamente y dejo que en silencio me vuelvas a guiar hasta el centro de la pista.

1, 2, 3... Como por arte de magia creo volver a escuchar el lejano sonido del vals cubrir el lugar. Intentó buscar el origen de la hechizante música, pero tu me tomas posesivamente por la cintura.

-Esta vez trata de no volver a perder el ritmo ¿De acuerdo?-

1, 2, 3... Simplemente asiento y me dejó llevar en esta oscura danza que nos unió desde aquel instante en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. En íntima armonía, el tiempo se detiene mientras el ritmo del vals nos guía.

1, 2, 3... 1, 2, 3...

Danza de SangreWhere stories live. Discover now