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Carol abrió de par en par las ventanas de su casa, admirando el esplendor de la lluvia y los olores que esta traía. Las pequeñas gotas de agua chocando contra las figuras difuminadas de la calle le transmitían un sentimiento de nostalgia.

Recordó aquel día de otoño en el que su primer y único amor y ella se conocieron. Un choque entre ambos causó que sus paraguas cayesen al suelo, provocando que los dos jóvenes se miraran mientras se empapaban. Sus ojos conectaron y no hizo falta ninguna palabra o gesto para que ambos supiesen que habían encontrado a su media naranja. Realmente su primer encuentro fue de lo más cliché posible, pero tanto ella como él sabían que su amor era real, no una simple farsa de película. Así que no tardaron mucho en comenzar a salir y a crear una vida juntos, en pareja.

Sin embargo la felicidad no duró tanto como ellos deseaban, pues de un día para otro todo se tornó gris. A su novio le diagnosticaron una enfermedad terminal de la cual tenía pocas posibilidades de seguir adelante. Carol sintió que su mundo se derrumbaba, pero quiso mantenerse fuerte y superarlo juntos. Lo que ella no sabía era que su pareja tenía planeado irse a otra ciudad, desaparecer de su vida antes de morir para que no sufriese más. Y eso hizo. Se fue sin dejar rastro. De nada sirvieron días y noches de búsqueda, pues parecía que hubiese sido tragado por la tierra. Simplemente dejó una pequeña nota, en la cual decía que tarde o temprano volvería, si es que seguía con vida.

Carol suspiró, dándose cuenta de que sus ojos se habían humedecido. Seguía confiando en que él volvería, pero cada día que pasaba perdía más y más fe en ello. Dos años llevaba ya esperándole, pero nunca aparecía.

El sonido del timbre apartó sus pensamientos. Fue a abrir la puerta, y cuando lo hizo no vio a nadie fuera. Pensó, malhumorada, que era una estúpida broma, hasta que miró al suelo y vio un papel en el que ponía una dirección y algo más. Cogió la hoja y pudo ver que la calle que figuraba ahí era la misma en la que se conocieron ella y su novio. Miró más abajo y se dio cuenta de que en la esquina inferior del trozo de papel estaba escrito el nombre del chico al que tanto amaba y seguía amando, Kim Taehyung. Soltó un casi inaudible grito de sorpresa y los latidos de su corazón se aceleraron. Tomó un paraguas y dejando la puerta cerrada de un portazo, fue corriendo hacia la calle indicada.

Cuando llegó apenas podía respirar, y sentía sus piernas desfallecer. Pero nada de eso importó cuando vio ahí parado al amor de su vida. Tirando el paraguas al suelo fue hasta él y sin decir nada se lanzó y abrazó a Taehyung. Este correspondió con gusto, y la apretó más entre sus brazos. Ambos comenzaron a sollozar sin poder controlar sus sentimientos de felicidad. Se miraron a los ojos con una alegría indescriptible.

—Tardaste mucho... —Dijo Carol con voz de reproche.

Taehyung se acercó a su rostro y pidió perdón en un susurro, antes de juntar sus labios en un beso. Un beso que se sintió como el primero, tan especial y único. Un beso inigualable, que representaba la esperanza, la paciencia, la constancia y la alegría. Un beso que anestesiaba, eliminando todo el dolor y el sufrimiento. Un beso que hizo que ambos se sintieran en el mismísimo paraíso. Un beso que lo significaba todo, uniéndoles para siempre.

Rain | TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora