M&G |Joel Pimentel

3. Nuestro ángel

–¿Qué hacemos? –murmuré nerviosa.
Renato jaló a Joel quien estaba a mi lado, lo acomodó junto a los chicos y se posó frente a ellos.

–"Los sacare a todos de aquí" –repitió la pelirroja con tono de burla–. Sólo sacarás a los que te importan.

–Ahora no estamos para discusiones –se apresuró a decir el guardia. Se quedo  pensando por un momento–. Oh. ¡El sótano!

Sin previó aviso, comenzó a correr como loco. La pelinegra fue la primera en seguirlo, poco a poco todos estábamos siguiendo su pasó.

–Está oscuro, no puedo ver nada.

Toqué la pared intentando mantener mi cuerpo de pie, las escaleras estaban anchas, ni siquiera sabía cuantos escalones eran. Sentí una mano en mi cintura, di un pequeño brinco al sentir el tacto.

–Tranquila, soy yo –susurró en mi oído.

–Gracias por asustarme Joel –reí.

–Cuando quieras –dijo burlón. Rodé los ojos y seguí caminando como pude, el guardia había sacado su linterna aunque no alumbraba mucho.

–Pero que... –guardé silencio al sentir el agua tocar mis pies.

–Esto no estaba así –murmuró el guardia con confusión–. Lo hicieron para bloquear la salida de abajo.

–¡Mierda! –se quejó Richard mientras jalaba su cabello con desesperación.

–¿No hay salida? –pregunto Christopher.

Un fuerte golpe proveniente de las escaleras, logro captar nuestra atención. El guardia alumbro el final de la escalera, ahogue un grito al ver el cuerpo lleno de sangre.

–¡ZAB! –ese fue el grito de Christopher. Se posicionó a su lado y lo levanto, dejando la cabeza de Zabdiel en sus piernas–. No puedes dejarme amigo.

Todos se acercaron, hicimos un círculo a su alrededor. Las chicas se acercaron a mi, sentía sus brazos rodearme, de nuevo los lloriqueos inundaron el lugar.
No podía ser cierto, no quería que fuera cierto. Intentaba no soltar en llanto pero era imposible. Lo que acababa de suceder, término por romperme completamente.

–No hay salida chicos, ellos los encontrarán y... –fue lo último que dijo Zabdiel. Renato lanzó un grito al techo y golpeó la pared con desesperación.
Joel y Richard seguían en shock, Erick tenía los ojos llorosos y chillaba como si de un bebe se tratara, Christopher estaba peor que el anteriormente nombrado, lloraba mientras se abrazaba al cuerpo sin vida de su amigo.

Caí al suelo de rodillas, el chico por el cual sonreía, por el cual vivía, acababa de morir frente a mis ojos.

–Hay que irnos –trague saliva al escuchar al guardia, no podía dejarlo sólo.
Me arrastre hasta llegar a su lado, oía los sollozos salir de la boca de Christopher. Tome la mano de Zabdiel y la apreté con fuerza.

–Lamento que esto sucediera así, siempre me imagine que te conocería de otra forma, que sería el día más feliz de mi vida. Jamás pensé que pasaría esto, te amo con todo mi corazón Zabdiel, de verdad lo siento –recargue mi cabeza en su estómago.
Las lágrimas no tardaron en salir, no tenía porque retenerlas, no más. Ahora era un ángel, sería nuestro ángel guardián.

–Nunca olvides que te quiero –bese su frente y con mi mano derecha, cerré sus párpados.
Christopher me miraba sorprendido, pronto todos se acercaron a Zabdiel y comenzaron a despedirse.

El día de hoy tres personas habían perdido la vida, una de ellas, el ídolo, la razón de vivir de muchas chicas. Acababa de perder la vida, siempre recordaría a Zabdiel como el buen chico que fue, siempre alegrando nuestros días.

–Hay que seguir adelante –volvió a hablar el guardia.

Christopher se levanto del suelo, no quería dejarlo, pero tenía que hacerlo.

–Sólo hagámoslo –dijo fríamente. Pasó por mi lado como rayo y se puso junto a Renato.

–Debemos tener un plan asegurado –dijo la pelinegra.

–No me digas, si no me dices no me enteró –contesto Christopher de una forma grosera.

–Deja de comporte así –me quejé.
Todos se asombraron al escucharme ponerle un alto. El se acercó a mi, había perdido el brillo de sus ojos y lo único que se podía ver en ellos era odio.