Capítulo 1

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Nadie sabe mejor que yo las ganas que tengo de llegar a casa. Ocho horas al día perdidas es algo con lo que nadie sueña cuando tiene ocho años, entonces queremos ser exploradoras, bomberas, médicos, cantantes, pero no.. aquí estoy yo. Veintidós años, estado civil soltera, profesión camarera, ganas de trabajar menos diez y disminuyendo.

-Alex ¿has atendido tú a la mesa 3?

Mierda

- Si, ¿pasa algo? - miro al encargado con mi particular sonrisa de niña buena.

-Te has vuelto a olvidar de llevarles las bebidas

Es lo que suele pasar cuando llevas siete horas y media deseando ver pasar las horas más rápido, y te da igual si agua o Coca-Cola. 

-Lo siento, no volverá a pasar Gardin

-Siempre dices lo mismo, espero que sea así porque me estoy cansando de darte oportunidades, hay muchas personas a las que les gustaría estar en tu posición. Un trabajo sin turnos y con este sueldo no se encuentra en cualquier lado.

Oh si, tienes razón, es el trabajo que todo el mundo desearía, sonriendo a personas mientras les llevas su copa, esperando que la sonrisa sea tan marcada como sus propinas.

-Tienes toda la razón.

Por fin, por fin, por fin, hora de irme a casa a hacer nada. Cuando eres pequeño la nada asusta, aburre, tiende a llenarse con cualquier cosa. Todo es mejor que la nada. Cuando creces aprendes que la nada es un placer del que pocos pueden disfrutar, tirarse en el sofá a hacer nada. Oh Dios mío solo de visualizarlo ya sonrío.

-Hasta mañana a las once Gardin- ¿o debería decir hasta luego? Sigo sin acostumbrarme a salir de trabajar a las siete de la mañana.

- Que pases una buen día, nos vemos mañana.

Por delante todo el día para mi. No sé si es bueno o malo pero me encanta. Nunca he sido una persona muy sociable, siempre he preferido los planes de peli manta a las largas noches de desenfreno. Aunque para ser justa, hace tanto tiempo de la última, que apenas puedo compararlo.

Dos calles más y estaré en la República independiente de mi casa, donde soy la dueña, la que manda, bueno yo y Mandy. Se me había olvidado hablaros de Mandy. Excéntrica y alocada. Mandy y yo nos conocimos por casualidad en la universidad, ambas estudiábamos periodismo, la diferencia es que ella ahora trabaja en una de las revistas más importantes de la ciudad, y yo... bueno ya sabéis. Mandy se dedica a salir, beber, el rollo de siempre, aunque si de chicos hablamos seria mejor hablar de rollos, el plural es esencial. 

Me dispongo a abrir la puerta de mi casa, cuando veo un felpudo en el piso de enfrente. Pensaba que estaba abandonado. La señora Pearson antigua inquilina falleció hará un par de años y desde entonces nuestros vecinos habían sido el silencio y la calma, mi adorada calma. Hasta ahora.

-Eyy Alex ¿qué tal ha ido el trabajo? ¿Aún sobrevives?- Escucho nada más abrir la puerta.

-Siempre tan amable Mandy, recuérdame que la próxima vez que traigas a un chico le hable de tu obsesión con no repetir.

-Bah, amenázame con otra cosa, ellos quieren lo mismo que yo. Soy tan sincera que nada que puedas decirles los asustaría.

Mandy es pelirroja, pero no la típica pelirroja adorable, es la pelirroja sexy. Es la reencarnación de la viuda negra, curvas, ojos azules y un pelo rojo precioso. Yo en cambio soy de estatura media, media baja, morena con ojos color caramelo, suena más especial que el típico marrón, y pecas por todas partes. Ligar con Mandy al lado es como ser la aguja en el pajar y esperar que te vean cuando solo ven paja, pero me gusta pensar que Mandy es mi filtro de gilipollas, solo los realmente nobles y valerosos obviarían a Mandy y apreciarían mi belleza oculta. Oh que estúpida eres.

-Mandy, ¿sabes si hay alguien viviendo en el piso de enfrente?

-No tengo ni idea, ayer cuando llegué de trabajar no me fijé.

Mandy trabaja mañanas y tardes, sin prisa pero sin pausa, no entiendo muy bien cómo es posible que saque tanto tiempo para su vida social.

-Vale, he visto un felpudo y me ha extrañado. Estaré atenta a ver si escucho ruidos.

Escucho cajones abriéndose y cerrándose, y veo por el rabillo como Mandy se ha levantado y se encuentra en la cocina haciendo sabe Dios qué.

- He hecho mi especialidad, lasaña de verduras. Así que ya no tienes excusa para malcomer, cuando te despiertes ponte un plato y cuéntame que tal me ha quedado esta vez.

Vaya por Dios.

Mandy era sexy, tremendamente sexy, pero no era perfecta, y eso entre otras cosas se debía a su estrepitosa y desagradable forma de cocinar.

- Voy a darme una ducha.

- Está bien, con lo que tardas igual cuando salgas ya me he ido a trabajar. Si no te veo, pasa un buen día.

-Igualmente- esa es la idea y entonces podré echarme a dormir hasta las dos de la tarde.

Cuando salgo de la ducha Mandy ya se ha ido a trabajar. Estoy secándome con la toalla cuando alguien llama al timbre. Corro a abrir la puerta, con cuidado de no resbalarme por culpa de mis pies, todavía mojados.

-¿Te has vuelto a dejar el móvil?

Al otro lado veo a un tipo bajito con gafas y pelo rubio con una amplia sonrisa en la cara.

-Eh hola, soy Nando

-Hola- dada mi situación no sabía que decir, estaba realmente incomoda, casi desnuda delante de un desconocido.

Se hizo un silencio incómodo.

- Soy el vecino de enfrente, venía a presentarme pero veo que te pillo en mal momento, me paso otro día- carraspea la voz visiblemente incómodo- Espero no haberte molestado mucho, he visto salir a una chica con un vestido fabuloso y he pensado que tenía que tener unas vecinas increíbles. Quería conoceros ya de ya.

- Tranquilo no pasa nada, soy Alex. Encantada de conocerte- dije con una fingida sonrisa alargando en brazo con cuidado de no desnudarme por error.

-Igualmente, nos vemos.

Cerré la puerta lentamente. Que situación más rara, no son ni las ocho de la mañana y ya han roto mi oasis de tranquilidad.

Hacia tanto que no ligaba, que había sido el contacto más íntimo que había tenido con alguien en meses. Parecía simpático, solo esperaba que no fuera muy ruidoso.

De repente el móvil vibró anunciando un mensaje nuevo.

Alex el sábado hemos quedado Cintia y yo para dar una vuelta y lo que surja. Espero que vengas o iremos a casa a sacarte por la fuerza

Era Dana, mi amiga la Barbie fiestera. Dana era increíble, guapa, simpática, divertida, pero sobre todo increíblemente pija.

La quiero tal y como es, somos polos opuestos y quizás por eso encajamos tan bien. Yo le aporto el pasotismo que a ella le falta y ella me da las ganas de fingir normalidad.

Cintia es una amiga suya del trabajo, la odio. ¿Sabéis la típica de una rubia muy legal? Pues esa es Cintia. Si Dana es pija, Cintia es la reina de las pijas. Nunca he entendido como puede Dana ser amiga mía y de ella al mismo tiempo. Su conversación resulta tan insustancial, que es realmente complicado mantener los ojos abiertos.

Libro un sábado al mes, y justo tiene que ser este. Había evitado demasiados planes como aquel, y había llegado ese punto en el que hasta tú sabes, que ya no hay excusa que te cubra. Tecleé un mensaje rápido.

-Está bien, ¿quedamos el sábado a las once ? - por delante un día y medio para mentalizarme.

A los 30 segundos vibro de nuevo el móvil.

- Pensaba que dirías que no. Vamos a pasarlo genial!

¿Os acordáis cuando dije que la nada era un privilegio, del que no todo el mundo podía disfrutar? Pues me acabo de convertir en una de esas personas.

✨✨✨✨

He creado una cuenta de instagram donde podréis leer más información sobre la novela y os avisaré de mis avances @cris.whitee

Detrás del miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora