Lux Aeterna{#1} Darius x Lux |Ángeles y maldiciones|

{19}.Iniciativa

Notas: Hoy os traigo un mini capítulo, puesto que es sumamente cortito. Me ha gustado mucho el nombre que al final le he puesto como título. Creo que va a ser un punto crucial para el inicio de muchas cosas que más adelante se verán. Ya vamos diecinueve episodios escritos, es increíble lo grande que se hace esto. Muchas gracias por comentar y por seguirme y espero que tengáis un día fantástico.

PD: A mi seguidor Mr. Pichu, este cap te lo dedico a ti, espero de todo corazón que te guste, y espero haber acertado con tu personaje favorito. Un abrazo <3.

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La mañana se levantó cubierta, aunque no parecía que supusiera lluvia aún, quizás a lo largo del día las grises nubes se decantasen por aliviar su pesada carga. Hacía frío y se notaba poco a poco que una nueva estación más gélida estaba por llegar. El viento aullaba amenazante por ayudar más bien poco a conservar las altas temperaturas.

Darius se levantó algo aturdido, aunque se fiaba de su chica le había costado un montón conciliar el sueño pensando en la variedad de situaciones que se pueden desarrollar en una casa cuando un hombre y una mujer están solos. También se le pasó por la cabeza que quizás Talon la forzase a hacer algo que la muchacha no quería, pero lo descartó de inmediato. Ella no era un pequeña ovejita desamparada, a lo largo de su estancia en Noxus había demostrado más de una vez de ser una mujer de recursos y buena en lo suyo, aunque el guerrero no entendiese muy bien cómo funcionaba la magia.

Comenzó sus rituales de todas las mañanas, se duchó, desayunó y se preparó para salir a ver a Draven. No sabía si su hermano estaría aun despierto así que esperó un rato haciendo tareas de la casa, no quería hacer viajes en balde y tampoco quería perturbar a su pariente.

Al final se puso una chaqueta de cuero negro, recogió las llaves de la mesilla de donde siempre las dejaba y salió de su vivienda cerrando tras de sí.

El viento lo despeinaba ferozmente no importándole en lo absoluto si molestaba a aquél que rozaba sin miramientos. El guerrero se abrochó la cremallera de su abrigo y metió las manos en los bolsillos mientras andaba. Se fijó como las hojas caducas de los árboles más próximos caían sin contenerse de manera alguna. Era bonito ver como el aire las revolvía de manera juguetona.

El hombre miró hacia su izquierda, fijándose que estaba cerca de la casa azul de aquellos mocosos a los que había cogido cariño. La madre de Ike y Wilder estaba fuera rastrillando aquellas hojas que sin permiso se habían posado en su patio. En cuanto vio al guerrero apretó su utensilio de trabajo contra sí misma y con signos de miedo alzó la mirada para saludarle educadamente y con una voz tan baja que el muchacho ni siquiera llegó a oír. Darius trató de responder sin alzar su tono, sin fruncir su ceño, sin ser... como él habitualmente era. La mujer lo miró con sorpresa ante la no brusca reacción de éste y lo siguió con la mirada hasta que dejó de divisarle.

A pocos minutos llegó a la casa de su hermano. La casa de Draven era bastante más grande que la de él. Tenía un servicio propio, el cual se ocupaba de cocinar para él, de limpiar para él y todos aquellos labores domésticos que a él tanta pereza le daba hacer. La vivienda constaba de dos pisos el de arriba era de piedra de colores amarronados mientras que la parte de abajo constaba de unos ladrillos blanquecinos. Se dividía en tres secciones dos delanteras y una trasera, la cual era de un techo más bajo que sus gemelas. Tenía una gran terraza también asfaltada en la parte de atrás la cual en ese momento cubría con un toldo. Y por supuesto no podía faltar una piscina con su respectivo y separado jacuzzi. La parte frontal constaba de una valla de ladrillo y un portón metálico que en ese mismo instante estaba abierto. Daba paso a un caminito de ladrillo que llegaba hasta la puerta la cual estaba precedida por unas escaleras de tres peldaños.