Cap.1: Katherine Parker

234 13 4
                                    

-Dejame!!! Te he dicho que me sueltes ya!-Suelta una voz aguda con toque de desesperación.
-Cariño...Ya calmate vas a despertar a Katherine!

Dolor de cabeza, gran dolor de cabeza, esas son las palabras perfectas que definirían mi situación ahora mismo.
No entiendo como me sigue afectando todavía esta ya tan habitual situación. Lo mismo de siempre, despierto con los gritos de mis padres discutiendo, me encantaría poder hacer oídos sordos y volver a dormir como si nada pero se que no puedo y nose si algún dia podré hacerlo.
2 años desde aquello, pero la situación me sigue pillando demasiado cerca, es cierto que cada uno lo supera a su manera o almenos finge hacerlo pero hay cosas que simplemente no se superan, hay que aceptarlas y aprender a vivir con ellas.

Definitivamente, mi madre aún no ha llegado a la etapa de la aceptación, sigue atrapada en aquel día en que nuestro mundo quedó destruido y hecho cenizas. Ese hecho queda plasmado a simple vista, la mujer que parecia tan joven y tierna fue sustituida por otra que parecia haber envejecido una década en vez de un par de años, su largo cabello castaño que siempre llevaba suelto ahora siempre estaba recogido en moños desechos y sin cuidados. Sus preciosos ojos marrones, aunque muchos dirían que son los normales y típicos, pues en ella quedaban perfectos y no es porque fuese mi madre, no. Sino que para mí, ella siempre tuvo una belleza y un brillo especial. Un brillo que se apagó en un abrir y cerrar de ojos, lo mismo que tarda un alma en soltar su ultimo suspiro.

Bajo mi mirada para observar mi muñeca, un pequeño tatuaje se distingue en ella, con mi pulgar acaricio la marca plasmada mientras suspiro y viajo mentalmente al pasado, recuerdos dolorosos que aunque quisiera olvidar no puedo.
Voy viajando más al pasado y un bonito recuerdo llega a mi mente:

Una niña pequeña llora sin parar, mientras observa el cucurucho vacío de su mano donde anteriormente estaba su helado de chocolate, otro niño, que guarda un gran parecido con ella, está en frente de ella con una mano sujetanto su helado de menta y con la otra sujetando su vientre mientras rie sin parar y en ocasiones señala con su dedo a la niña llorona.
La niña para de llorar un momento al verlo delante de ella, por un momento se siente esperanzada de que él encuentre una solución a su helado perdido pero, en cambio, ve como él rie y rie sin parar y se da cuenta de que se está burlando de ella.
Enfadada y muy molesta empieza a llorar otra vez, pero esta vez mucho más alto, incluyendo algunos gritos de por medio, llamando así la atención de dos jóvenes adultos que caminaban y conversaban entre ellos tranquilamente.
Ellos al darse cuenta de la situación, desandan unos pasas hacia atrás dispuestos a solucionar el problema. Cuando ven el helado de la niña en el suelo y el niño riendose a más no poder se dan cuenta de lo que ocurre por lo que la madre rápidamente dice dirigiendose al niño:
-Nathan, no te rias de tu hermanita, se supone que tienes que ayudarla y no reirte de ella.
Él pequeño Nathaniel dispuesto a replicar empieza a decir:
-Pero mamá...
Haciendo acto de presencia en la conversación el padre de los pequeños mellizos;
-Nada de peros, esta no es una situación en la que debas reirte asique se un buen niño y dale tu helado a tu hermana.
Katherine pone ojitos y sonrisita de corderito mientras que su hermano abre la boca sorprendido y molesto.

Río mientras limpio las lágrimas que se deslizan por mis ojos. ¿Quién dice que no se puede reir y llorar a la vez?
¿Por qué los recuerdos más bonitos se sienten tan lejanos?¿Y los dolorosos tan cercanos?
Un ruido de algo romperse me saca de mi dilema mental, no puedo decir que me haya asustado ni nada, todos esos ruidos y gritos ya se me han hecho costumbre, otra vez la misma historia...Mi madre no ha querido tomarse su medicación.

Antes Y Después De TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora